Registro audiovisual de Gato Martínez Cantó y Eloísa Tarruella sobre el proceso de creación de una puesta argentina de Bodas de sangre, tragedia en verso extra escrita por Federico García Lorca en 1931. Este documental trabaja con buen criterio esa etapa caracterizada por la prueba, el error y el constante flujo de ideas. La cuidada filmación de esos cuadros de baile convive en armonía con una serie de ilustrativos testimonios de Mimí Ardú, Cristina Banegas y Ricardo Dubatti que dan su punto de vista sobre la dimensión artística del canónico poeta. La versión que se va delineando tiene una impronta propia: portuaria, urbana y posindustrial, a tono con el espacio donde se desarrolla, la fábrica recuperada IMPA, hoy centro cultural cooperativo.
Los caminos de Federico Una puesta bailada sobre Bodas de sangre, la obra de Federico García Lorca, es la matriz sobre la que se mueve Bailar la sangre (2019), un documental de creación de Eloísa Tarruella y Gato Martínez Cantó que reversiona el texto a la vez que narra el proceso artístico e introduce al espectador en el universo lorquiano. Un clásico de la literatura, una compañía de danza, un grupo de músicos y un equipo de cineastas se reúnen en una fábrica recuperada por sus trabajadores para hacer una videodanza en cuatro cuadros sobre Bodas de Sangre. El experimento da origen a un documental sobre el proceso creativo de una coreografía y también de una película. Bailar la sangre muestra a lo largo de sus casi 70 minutos el surgimiento de la idea, la elección de los actores-bailarines, los ensayos y el montaje final, a la vez que en otro plano, mientras los actores investigan sobre García Lorca, tiende puentes con el espectador resignificando la obra en el presente. Los directores, resuelven con solvencia, no solo la línea narrativa que se refiere a lo creativo sino también el retrato austero, pero no por eso menor, que hacen de la figura de García Lorca, profundizando sobre todo durante la etapa que el poeta español tuvo en Buenos Aires.
Dirigida y escrita por Eloísa Tarruella y Gato Martínez Cantó, Bailar la sangre es una película sobre el proceso creativo de una puesta de Bodas de sangre, de Lorca, en versión flamenco. Los directores Eloísa Tarruella y Gato Martínez Cantó que, en un documental anterior, El objeto de mi amor, habían explorado de manera poética el universal sentimiento a través de historias reales, de ficción y el valor que pueden cobrar los objetos cuando se cargan emocionalmente, acá transmiten la pasión, esa pasión que caracteriza a los textos de Lorca, en especial a Bodas de sangre, al cual se homenajea de manera central. Eso de jugársela por amor, que ya estaba plasmado en el documental anterior, acá aparece con un mayor peso, con la pasión y la tragedia del texto lorquiano. La trama de la famosa obra gira en torno a un casamiento planeado que termina con la novia escapándose con un hombre casado con otra mujer, y sangre, la sangre que fluye en medio de esa tragedia que se desata. Allí está la figura del novio, que es hijo de una mujer que vio morir a sus otros hijos y carga con ese dolor eterno. Mimi Ardú es quien se pone en la piel de ese fuerte personaje, esa matriarca que tiene que hacer de madre y padre con el único hijo que le quedó vivo. En Bailar la sangre, la obra es representada a través de números musicales pero también de los textos que los actores se recitan entre movimientos. Si bien en ese detrás de escena nunca se percibe lo meramente cinematográfico, nos encontramos ante una apuesta teatral, donde predomina el movimiento de los cuerpos, las actuaciones teatrales. La idea de romper límites, que está presente en la obra, en el flamenco (como mencionan en algún momento, el único tipo de baile en el que la mujer dirige al hombre) y en lo social. El escenario utilizado es además una fábrica recuperada por sus trabajadores. Este pequeño documental narra el proceso creativo de una compañía de flamenco pero en algún momento se permite salir de eso y se incluye una valiosa entrevista a la actriz Cristina Banegas, quien se explaya sobre su experiencia interpretando en el escenario textos de Lorca. Así, esta película termina siendo un homenaje a la memoria del escritor andaluz, con escenas incluso de su actriz, la encargada de interpretar a la novia, recorriendo lugares de su historia, sentándose en el café Tortoni a pensar su personaje y leer más sobre el autor. Bailar la sangre narra el proceso creativo de una obra de Lorca que se resignifica al hacer apropiación de ella y representarla a través del flamenco en la ciudad de Buenos Aires. También es una película que se pregunta todo el tiempo qué significa Lorca, qué representa. Y una de esas respuestas es que sigue tan vigente como siempre.
Con la dirección de Gato Martínez Cantó y Eloísa Tarruella, este documental muestra la trama del armado de un espectáculo, que une a Federico García Lorca con sus “Bodas de sangre”, a una compañía de bailaores flamencos, algo así como la expresión perfecta del espíritu de la obra dramática con la pasión y la fuerza de un baile definitivamente relacionado con la cultura del autor. Entre ese drama parido con las fuerzas vigorosas de la tradición campesina y la expresión flamenca, que se mezcla con la investigación actual, la preselección de los bailarines, el testimonios de las actrices, la posibilidad de tender un puente entre ese texto clásico, esa danza pasional practicada ahora y aquí. Una mezcla fascinante que nos permite ampliar reflexiones.
Cine sobre cine. Cine sobre el acto creativo. Este documental profundiza en las idas y venidas de un grupo que recupera la figura de Lorca en tiempos en donde la pasión se disuelve. Potente relato sobre las elecciones y decisiones artísticas.
Interesantes viñetas de una versión libre de “Bodas de sangre”, uniendo flamenco y recitado en modo porteño, ajeno a la versión canónica de Antonio Gades, que registró Saura. El documental agrega charlas con Cristina Banegas, Mimí Ardú y Jorge Dubatti.
“Bailar la sangre”, de Eloísa Tarruella y Gato Martínez Cantó Por Mariana Zabaleta La propuesta se explicita con pura objetividad a través del mensaje de la coreógrafa (Eva Iglesias). El concepto de trasposición saca a lucir un contexto: “una urbanidad” rioplatense que será escenario para la puesta de una idiosincrasia (transatlántica) que tiene por lenguaje la complejidad de una danza. ¿Quién mejor que Federico Lorca, nombre que remite a la puñalada pasional del teatro español? Asesta un golpe, el repique certero de la palabra y el zapato. La tierra es el tambor universal, si no es el primero es el segundo, tan antiguas historias se contaron en las costas de Andalucía. El gitano puede ser un estilo del folclore popular, lo andaluz tan cercano a estas costas es una cuestión de piel. Señalando la vigencia del vínculo de idiosincrasias, entre la obra y la propia de sus protagonistas. Amor-tragedia, historia universal, dicotomía que quiebra el sentido en pos de la emoción. Obra enigmática, la pulsión de la sangre, esa que hierve. Resplandece el erotismo nocturno en la tragedia, belleza nostálgica, latente. Cine y obra se vinculan en música y coreografía, el movimiento y el pulso se combinan constituyendo registros, tiempos, pulsos. Bailar la sangre es una búsqueda detrás de Lorca, un enigma cercano, un espíritu poeta y pasional que nos contagia su tragedia y romance, nos influye vitalidad. Resulta conmovedor ver a estos artistas discurrir sobre su hacer, los bailarines comienzan con timidez, sus cuerpos expresan otro decir sobre esta trasposición a través del movimiento. La música construye una puesta de áridas tierras, las escenas de making off y “detrás de escena” tienen gran frescura otorgando dinamismo al aspecto más narrativo o reflexivo de la puesta. Lorca se siente cercano, confesiones de una actriz argentina (Mimí Ardú) que reflexiona sobre la entrega de su cuerpo e imagen al personaje. Parece un placer entregarse a un personaje que retrata lo cercano, lo similar puede ser familiar. La voz autorizada de Cristina Banegas arroja complejidad política a la figura del artista, allí descubrimos junto con la bailarina (Brenda Bianchimano) la venida del poeta a nuestra ciudad. Dubatti señala una clave de lectura por demás atinada y singular, el ritual que Lorca conduce bordea los limites, los estira y juega con ellos. La pasión se refuerza en la tensión de la mixtura. La tensión propia de una obra compleja, a contrapelo. La función social del teatro de Lorca parece tener un precedente en las impresiones que se llevó del público y sus obras representadas en múltiples teatros porteños. No solo voces autorizadas darán espesor a la trama, el IMPA como espacio de producción y discusión alberga un dialogo colectivo y reflexivo sobre el propio ejercicio en la película. Ya sin timidez sus protagonistas, músicos y bailarines ríen y comparten su parecer con total soltura. Resulta valorable y agradecida la apertura que la cámara logra capturar. Un “flamenco con licencias” da cuenta de un encuentro, un quehacer colectivo que le pone carnadura a la pantalla. Zonas de “liminalidad”, un arte comprometido y una vida atravesada por lo artístico. BAILAR LA SANGRE Bailar la sangre. 2019, Argentina. Dirección: Eloísa Tarruella, Gato Martínez Cantó. Intérpretes: Jonathan Acosta, Brenda Bianchimano, Gastón Strazzone, Mimí Ardú. Duración: 66 minutos.
Hay ecos, similitudes y aparece omnipresente en este documental, ese espíritu de Carlos Saura filmando al gran Antonio Gades y a Cristina Hoyos. Ellos interpretaban bajo el influjo de un baile flamenco el texto de Federico García Lorca, que, tal como lo es toda su obra, se ha convertido en un clásico moderno indiscutible. Fue tal el impacto que produjo su “Bodas de Sangre” que ha sido el único texto teatral que, debido al enorme éxito, fue publicado como libro en vida del autor. A partir de su aparición, desde 1933, muchas han sido las puestas teatrales y las múltiples versiones de este texto, abordadas por artistas de diversas extracciones como la reciente adaptación para el cine con “La Novia”, el filme de Paula Ortiz, con un estupendo trabajo protagónico de Inma Cuesta. Todo este espíritu lorquiano sobrevuela el documental dirigido por Eloísa Tarruella y Gato Martinez Cantó y en “BAILAR LA SANGRE”, los directores se dedicarán a registrar el proceso de montaje de la obra de Lorca, en una nueva versión flamenca contemporánea, expresando los versos del poeta de Granada a través de la danza. Lo que en principio podría ser una nueva mirada, una relectura más al trabajo que ya había realizado Saura oportunamente, en manos de Tarruella y Martinez Cantó se convierte en un entramado de disciplinas, un juego de espejos en donde la obra lorquiana se conjuga por un lado con una puesta teatral, un montaje flamenco, pero al mismo tiempo dialoga con el mundo del cine que será el encargado de registrar este proceso y, a su vez, se va construyendo el documental con entrevistas y reflexiones acerca de la obra general de Lorca, que exceden solamente este texto. Es por eso que inteligentemente los directores van hilvanando estas diferentes facetas artísticas para que el documental sirva de caja de resonancia para que puedan vincularse la danza, el teatro, el cine, la poesía: todo el arte desplegado en un mismo ámbito. El planteo de cine dentro del cine, teatro dentro del cine, danza dentro del teatro invita a un juego seductor de ver cómo se van imbricando las piezas de un trabajo deliciosamente enhebrado. La cámara irá registrando todo el proceso de puesta en escena de la obra, comenzando por el casting y la selección de los actores/bailarines, hasta mostrar cómo la directora del espectáculo va logrando armar su puesta en escena, tanto desde el texto, como desde la danza y sus actores –van sintiendo una necesidad de sumergirse más profundamente en la dramaturgia de Federico, sus poemas y su obra, algo que se subraya por sobre todo en la actriz principal-. Algo de este gran clásico que es “Bodas de Sangre”, sigue teniendo plena vigencia hoy en día. Lorca se ha involucrado en sus textos con temas tan controvertidos, universales y atemporales como la traición, el amor, los vínculos filiales y la tragedia y Eloísa Tarruella y Gato Martinez Cantó –también en sus manos está la responsabilidad del guion- vuelven a darle una nueva lectura. Un gran aporte, alejados del mero diario del montaje teatral y de la técnica del flamenco, son los fragmentos en donde dos brillantes actrices como Mimi Ardú (quien también interpreta a la madre dentro de la puesta) y Cristina Banegas son entrevistadas y hablan sobre sus sentimientos acerca de la obra de Lorca. Allí expresan la forma en que han vibrado con sus textos, de la revolución en sus palabras y del impacto que ha significado Lorca en sus trayectorias (Banegas refiere a una obra como “Los caminos de Federico” que oportunamente había sido interpretada por Alfredo Alcón con enorme éxito y que casi treinta años después ella retoma y hace propios esos textos). Por otra parte, Jorge Dubatti, crítico, historiador y docente teatral, aportará anécdotas sobre el vínculo de Lorca y Lola Membrives, en el marco de una Buenos Aires que sentía fascinación por Federico y ese sentimiento era completamente recíproco. Aquí la colectividad española lo recibía como un ídolo absoluto de la época, el público le demostraba el total apasionamiento que sentía por su obra y él pudo vivenciarlo tan profundamente, que siempre se sintió inmensamente querido por un público porteño tan fiel y admirador a la función política y social de su teatro. Y dentro de una fábrica recuperada por sus trabajadores, volverá a reverberar este texto de Lorca en cuatro cuadros, fusión de teatro y de musical que sigue explorando el inagotable universo del único, de Federico, expresado a través del cuerpo de tres bailarines. Jonathan Acosta será el novio, Gastón Stazzone será Leonardo y el papel de la novia queda a cargo de Brenda Bianchimano quien además ejercitará ese espíritu de investigación que va nutriendo al documental, para alejarse del mero registro de una mera puesta teatral, para intentar indagar sobre la compleja figura alrededor de Lorca y su teatro. “BAILAR LA SANGRE” se convierte de esta forma en un documental diferente, de múltiples disciplinas, que homenajea a Lorca, a su dramaturgia, al flamenco, a la danza y a la poesía en una propuesta -que aún con sus reminiscencias a otros trabajos cinematográficos anteriores sobre este mismo tema-, logra imponer un estilo propio con su abordaje al universo del gran Federico.
Vida atravesada por lo artístico. ¿Qué relaciona al poeta y dramaturgo de Granada Federico García Lorca con el flamenco? Lo que describe su obra, la pasión, la intensidad, el amor, la tragedia y que ambos tienen su origen en Andalucía. Transmitió a través de su obra, una ecuación extraordinaria de poesías y obras de teatro; su vida fue corta, pero intensa. Terminó como una tragedia y de manera injusta. Es uno de los artistas de más influencia para el habla hispana, el mejor dramaturgo de España y de enorme significancia para nuestro país: este documental, le rinde homenaje. Una compañía de artistas ocupa una fábrica recuperada por sus trabajadores en Bailar la sangre (2019), de Andrés Martínez Cantó y Eloísa Tarruella. El objetivo es montar Bodas de sangre, de Federico García Lorca, en cuatro cuadros teatrales/musicales. ¿Existe una identidad para un flamenco del sur, portuario, urbano y postindustrial? Este documental de creación, fusión de textos, se anima a dar otro paso de exploración lorquiana, un paso de baile. Con la propuesta de Andrés Martínez Cantó y Eloísa Tarruella buceamos en aguas lorquianas fusionadas con el flamenco, cuya mayor intención es romper con lo tradicional y con una entrega completa por parte de los protagonistas que se traslada al espectador, atravesando los límites del teatro. A través de Bodas de sangre, una obra inquietante y enigmática, nos conectamos con una tremenda pasión con la intención de sentir la obra como nuestra y cercana a esta tierra, puesto que Lorca conocía muy bien el universo femenino lo cual es sustancial para lograr la armonía y energía artística que se merece y aquí, en Bs. As. asumió el artista que era debido a la gran popularidad que tuvo. Cristina Banegas nos relata sus vivencias con una corta y concreta entrevista, en la cual nos describe lo que sintió interpretando obras del dramaturgo, -ambos tienen raíces andaluzas-, fue un poeta único, dejó como legado una obra inmensa, tenía un compromiso ideológico, político y estético. Lorca buscaba las zonas de la pérdida de los límites, al igual que el flamenco; este film amalgama danza, coreografía, actuación, música, pasión, dramaturgia; atraviesa las paredes de un teatro estructurado que nada tendría que ver con un artista como Lorca.