Bailarina

Crítica de Fernando Sandro - Alta Peli

Los países franco parlantes dan batalla en el ajustado mundo de la animación con Bailarina; una película cuya mayor riqueza se encuentra en tener un target bien definido.

Los operaprimistas Éric Summer y Éric Warin son los encargados de llevar a la pantalla grande esta producción Franco-Canadiense de la casa Gaumont, una de las más importantes de la filmografía francesa.

Si bien no se trata de un film de princesas, típico estandarte del estudio del Ratón Mickey como lo es la reciente Moana, el guión escrito por Summer; Carol Noble, y Laurent Zeitoun no parece querer apartarse mucho de las fórmulas prestablecidas para este tipo de films.

Es la historia de Félicie (en el original, voz de Elle Faning) una niña huérfana que vive en un hogar mixto regido por monjas de un convento. En los pocos tiempos libres que le quedan entre las tareas de aseo asignadas, y aun durante ellas, Félicie sueña con ser una bailarina de ballet profesional. Por supuesto, ante los malos ojos de los guardias y religiosas encargadas.

Félicie cuenta con la ayuda de Victor (voz original de Dane DeHaan), un compañero del orfanato con sueños de convertirse en un gran inventor; que la ayudará a emprender un gran escape.

Bailando por un soundtrack:
Instalada ya en las calles del París de 1880, una serie de coincidencias y malentendidos la llevarán a formar parte como estudiante de la academia de Ballet, tomando la identidad de una niña malcriada Camille (voz original de Maddie Ziegler); y quedando bajo la tutela de Odette (voz original de Carly Rae Jepsen), empleada doméstica de la pérfida madre de Camille y ex estrella del ballet.

Bailarina es un clásico film apuntado para las nenas. Su estructura de cuasi melodrama que nos hace recordar a los ejemplos locales de las tiras de Cris Morena, demuestra una clara intención de captar la atención de las niñas que sueñan lo mismo que Félicie, o casi.

Será la participación de Víctor y la historia paralela que lo envuelve (que nos traslada a la construcción de monumentos históricos tradicionales), lo que nos relaje de esa veta más sobrecargada “de rosa”, con tintes de humor disparatado y algo de vuelo creativo.

Por lo demás, lo que va quedando es un impulso por vender una banda sonora, que, como el film, se inclina por voces en inglés. Cualquier ocasión servirá para iniciar un fondo musical (los personajes no cantan) de ritmos actuales y muy vendibles, pero pocos gancheros o memorables, similar al tono que elige la película, que se ambienta en el Siglo XIX pero adopta un estilo más bien moderno.

Félicie es un personaje con el que ese público podrá identificarse, y aunque todo lo que la rodee suene demasiado azaroso, en definitiva, los sueños están rodeados de ese halo de mística.

La animación es fluida y ya no se puede hablar de un abismo de diferencia de técnicas entre estas producciones de corte (semi) independiente y las propuestas de grandes estudios (hasta que viene la nueva de Disney/Pixar y nos deja con la boca abierta desterrando este postulado). Todo apunta a esa paleta amable pero que también demuestra la tristeza del melodrama con colores algo opacos, y el clasicismo de la época en que se ubica y el arte que “homenajea”. Vale mencionar que para las escenas de ballet se tomaron las capturas e movimiento de dos bailarines clásicos de Francia como Aurélie Dupont y Jérémie Bélingard.

Conclusión:
Bailarina no está destinada a ser un clásico como el estilo de baile que expone; pero ante tanta oferta actual de cine de animación en cartelera, hay que decir que no subestima a los espectadores con algo de menor calidad ni realizado sin el más mínimo criterio. Acá hay intenciones de hacer las cosas bien. Adultos y niñas pueden abandonar la sala con la idea de que se pudo dar más, pero satisfechos.