Por un sueño
La historia animada de una huérfana que sueña con entrar al ballet en la París del siglo XIX.
Una huérfana sueña con ser bailarina y, para conseguirlo, huye del orfanato en el que está recluida, en Bretaña, rumbo a la París de fines del siglo XIX. Ahí se encontrará con una pérfida ricachona y su hija malcriada, que harán todo lo posible para impedirle concretar su deseo. Pero también tendrá la ayuda de su mejor amigo, un aspirante a inventor, y de una sirvienta que le dará lecciones tan poco convencionales como las del Señor Miyagi en Karate Kid.
Bailarina cuenta una historia tradicional, sencilla, con la nobleza de los cuentos de hadas. Los ricos son los malvados y los pobres, gente de buen corazón. Hay mucho de Cenicienta en la protagonista y su mentora, que friegan pisos estoicamente. La nena rica actúa como aquellas horribles hermanastras y su madre, la villana mayor, no tiene nada que envidiarles a las brujas y madrastras de tantos clásicos infantiles. Tampoco falta una especie de príncipe.
Sin ser una maravilla, los dibujos son aceptables. Es un acierto, sobre todo, el contexto: la París donde Gustave Eiffel está construyendo tanto su famosa Torre como la Estatua de la Libertad. El gran defecto es la música: en lugar de apelar a las partituras de los grandes ballets –hay apenas un fragmento de El lago de los cisnes-, suena un anticlimático pop radial de la peor calidad. Una lástima.