Baires

Crítica de Andrés B. Pohrebny - El rincón del cinéfilo

Precedido de una interminable campaña publicitaria se estrena esta producción nacional que intenta hacer pie en el género del policial o el thriller.

Alguien dice que basado en hechos reales, o siendo más claros que tales situaciones están sucediendo en el Buenos Aires nuestro de cada día, digamos, secuestran parejas de extranjeros para transformarlas en mulas internacionales.

La historia comienza cuando Mateo (Benjamín Vicuña) y su novia Trini (Sabrina Garciarena) son secuestrados por una banda de narcotraficantes locales, lo obligan a él a viajar a Madrid para realizar una entrega mientras ella queda retenida por el jefe de la banda, un tal Eric Le Blanc (Carlos Belloso).¿A quién se le ocurrió el nombre del personaje? ¿Será el hijo de Libertad? Carlos Belloso parece hacer un esfuerzo sobrehumano para contener la risa cuando se presenta nombrándose.

Pero el relato, por su comienzo intenta estructurarse como una especie de retrospectiva, no es el origen de la historia, si el inicio del recorrido del héroe en pos de resolver un conflicto que no buscó, y en principio no esta preparado para el mismo, del que, por el momento, desconocemos todo.

Vemos a Mateo en la fila para atravesar el scanner de un aeropuerto, esta nervioso, transpira, observa, duda. Corte. Nos llevan a la génesis de la fábula.

Mateo y Trini llegan a Buenos Aires, y lo que parece ser una parejita española de casi luna de miel es, en realidad, un viaje obligado para que él resuelva cuestiones familiares, o sea un argentino que se crío en España, ella, que sólo es compañía, también es argentina.

Por una de esas casualidades, y no tanto, se topan con Nacho (German Palacios), un comisario de la policía federal, cuando rescata la cartera de la dama que ha sido sustraída en un arrebato de la mesa del bar en que los tortolitos están disfrutando de las apacibles tardes porteñas. Él creció en España, pero ella es NIC, nacida y criada en estas playas…..

Hasta aquí todo bien, no tiene demasiado importancia los giros que intentan instalar sobre el final del relato, es casi inoperante, esta sería la sinopsis del filme, interesante por cierto, y uno puede perdonar en principio que todo sea demasiado previsible, que el relato avance con tropiezos, que no fluya, asimismo se puede dispensar que el diseño de sonido no respete ningún tipo de plano sonoro, da lo mismo si la acción sucede dentro del cuarto en que están los personajes, que si lo que escuchamos transcurre varios pisos abajo.

También se le puede indultar que la música no cumpla ninguna otra función más que aturdir al espectador, por momentos parece suceder lo mismo con los actores, aunque sabemos que no es verdad, eso esta dado por las actuaciones, tema que retomaré en un instante. Volviendo a la banda de sonido, no es empática sobre la imagen, no genera suspenso de ninguna naturaleza, en la escena de pasión produce el efecto contrario, no excita sino que promueve a la distracción.

Lo mismo ocurre con la dirección de arte, casi en exclusividad la fotografía sólo en función a fin de conseguir que se vea en pantalla sin esfuerzo, pero búsqueda estética, cero.

En cuanto al guión, particularmente sería el menos pasible de ser condonado, pues no sólo su construcción es labil, sino que los diálogos transitan desde lo inverosímil hasta la estupidez más arraigada, que por esa cualidad de nivel de inteligencia ni siquiera promueve la sonrisa, sino que acumula sobre el fastidio del espectador.

En cuanto a las actuaciones, otra variable que entra dentro del item de lo que se puede absolver. Nos encontramos con la protagonista, y Sabrina Garciarena esta bien, en serio, y en el sentido más globalizador del calificativo. German Palacios no tiene como sacar a flote a su personaje, no por impericia propia sino por que el mismo adolece de cualquier tipo de construcción, definición, desarrollo y progresión, se dice qué es, pero sólo queda en palabra. Un buen actor desperdiciado.

El intérprete chileno Benjamin Vicuña, que hace de argentino criado en Madrid, es todo eso y más, por momentos le sale un porteño malevo apoyado en un farol, por otros un madrileño más acorde a Santiago Segura (actor y director de la saga “Torrente”), en otras ocasiones le surge su chileno, y si me apuran un poco hasta podría identificarse una tonada mejicana, así de no creíble su actuación, no da en ningún momento visos de poder seducir a la platea para que se crea otros personajes que aparecen casi sin presentación, y desaparecen sin justificación, por lo que su transito por la pantalla, y en la historia misma, es insubstancial, tal el caso de Juana Viale.

Tampoco hace a la producción en particular presentar un descuido como que el personaje concurra a Ezeiza para su vuelo a Madrid a cumplir con el recado de los mafiosos, vestido con un chaleco lleno de droga en bolsitas y para colmo la escena transcurra en aeroparque.

De manera aislada cada uno de estos aditamentos son tolerables, pero todos juntos…