Vicuña en mediocre policial de enredos
Dos tortolitos de origen sudaca llegan a Buenos Aires para pasar unos días de arrumacos mirando la ciudad desde la piscina del último piso del Panamericano. Linda vista. La chica también es linda y muy regalona. Hasta que una noche caen regalados en manos de narcotraficantes. Ahora la piba queda secuestrada hasta que el infeliz vuele a España lleno de merca, pase dos controles y reciba el visto bueno de quienes lo esperan al otro lado. No hay otra. Pero su amor lo lleva a encontrar otra. Lo ayudará un comisario descontracturado, sin uniforme ni comisaría pero con cancha, buena puntería, buenos puños y una fiscal piola.
En síntesis, hay besos, piñas, tiros, casualidades y facilidades que sólo existen en las películas, y un desenlace con dos vueltas de tuerca. Da como para una película clase B, inverosímil pero entretenida. Incluso es breve. Pero al guión le falta un hervor, los diálogos reclaman mayores condimentos, y algunas escenas requieren menos almidón. En el elenco, Benjamín Vicuña con cara de pollito mojado, Germán Palacios y Carlos Belloso en sendos personajes muy agradecidos, Sabrina Garciarena y Juana Viale en papeles atractivos que daban para más. Autor, Marcelo Páez Cubells, el de la más sanguínea "Omisión", con Gonzalo Heredia como cura y Carlos Belloso como psiquiatra loco.