Blanca agonía
La cadena montañosa conocida como las High Sierras en los Estados Unidos experimentó su invierno más cruento en diez años en 2004, momento en que el ex jugador profesional de hockey sobre hielo Eric LeMarque quedó varado en medio de la montaña durante ocho días y sin ningún recurso más que su celular, una radio de bolsillo y su tabla de snowboard. Esta es su historia.
Protagonizada y producida por Josh Hartnett (Las Vírgenes Suicidas, Pearl Harbor, La Caída del Halcón Negro), la película se plantea con el formato clásico de las de su tipo ya que intercala las escenas donde vemos al protagonista en lo que llamaríamos “el presente” (y que corresponden a esos ocho días de agonía nevada) con aquellas que buscan explorar distintos momentos de su pasado con el fin de explicar y contextualizar lo que significa en específico para alguien como Eric LeMarque quedar varado en la montaña con escasas posibilidades de supervivencia.
Tan clásica y estructurada aparenta esta producción que sus principales puntos a favor y en contra encuentran explicación por ese lado. En un sentido, la película atrapa al espectador con natural facilidad a partir de las características de su protagonista, un chico malo, reticente de vivir su vida según “las reglas” que, a partir de una traumática relación con su estricto padre y su contraproducente y extrema autoexigencia, no sólo no pudo triunfar en el hockey sobre hielo profesional sino que su vida adulta lo encontró lejos del resto de su familia, de sus amigos y con un problema de adicción a las drogas galopante. Ahora bien, en un sentido fílmico narrativo el film se torna harto predecible a partir de contar una historia que ya se ha visto y desde una óptica convencional, estilo que cuenta con muchos precedentes también. Y como si esto fuera poco hay que sumar a los inoportunos créditos iniciales que nos informan que lo que estamos por ver pasó de verdad y está basado en el libro escrito por el propio LeMarque. Aquí es donde la táctica de ir según el librito deja de funcionar.
A favor de la cinta hay que decir que el compromiso que lo llevó a Josh Hartnett a producir además de protagonizar esta historia se nota permanentemente en pantalla, con un trabajo que mezcla muy bien los momentos de irreverencia y desapego por las normas que su personaje exhibía antes de su peripecia en las High Sierras y su sufrimiento extremo durante esos ocho días que no sólo lo afectaron físicamente sino que calaron profundo en su forma de ser. También con un tratamiento clásico que nos muestra ese antes y después tan contrastante, la película cumple con su objetivo de hacer evolucionar a su protagonista a favor de la reflexión que como obra busca expresar. Esa historia simple, con pocos personajes, un protagonista fuerte, una excelente fotografía invernal y una intriga que se basa en las consecuencias catastróficas que LeMarque estamos seguros que sufrirá terminan de darle forma a esta buena propuesta de cine de supervivencia a partir de una historia real extraordinaria que merecía ser contada en 35 milímetros.