Cosas del destino
No sé si esta especie de telefilm romántico divierte a todo el mundo, o tiene posibilidades de mantener entretenido a todos los espectadores, pero debo reconocer que es honesto. Si vieron el trailer, si escucharon la sinopsis, saben a que tipo de honestidad me refiero: es una comedia melodramática previsible, con personajes que se desplazan entre climas calculados y sin sorpresas, con actuaciones que sin brillar son correctas y aparecen empapeladas con el celofán más coloreado, como para que nos olvidemos de la tragedia. O al menos para que permanezca en un segundo plano. Esto no logra ocultar un film al que por momentos le falta ritmo y que por otros se torna demasiado largo, intentando resolver situaciones que ya están perdidas desde su planteo. En definitiva se trata de una película que está entre los límites de la comedia conservadora que un determinado público espera, sin traicionarse ni ser inconsecuente con los personajes, además de lograr un par de momentos divertidos que hacen que podamos llegar a definirla como simpática.
Una feliz pareja con una hija tiene dos amigos solteros que tienen una cita, resulta que la cita no funciona demasiado bien pero se ven obligados a vivir en el mismo círculo debido a la estrecha amistad que los une. Un día sus amigos mueren en un accidente y el bebe queda huérfano, con el detalle de que son Eric y Holly, sus mejores amigos, los que quedan indicados en el testamento para hacerse cargo de Sophie. O sea, la historia es que el golpe bajo, la tragedia, aparece al comienzo y el film es el desarrollo de una relación en base a esa tragedia. Por eso los momentos más cómicos van a estar en la introducción y el drama irá lentamente ganando terreno, sin opacar del todo el tono ligero que pretende tener la película dirigida por Greg Berlanti. La cuestión termina feliz, a pesar de que Holly (Katherine Heigl) y Eric (Josh Duhamel) se llevaban como el diablo lograran hacerse cargo de un bebe e instituirse como una familia normal (o normalizada). El destino los puso en esa situación y las cosas salen como si estuvieran destinados a seguir ese camino, lo cual si bien parece cuestionable (porque hace ruido, porque resulta forzado inicialmente), no es deshonesto con el planteo del film.
Lo que permite que aceptemos algo que nos hace fruncir el ceño de solo pensarlo, por lo inconsistente, idílico y conservador que aparece, es el desarrollo de los personajes: la pareja tiene una evolución con contradicciones y desencuentros que no aparecen completamente forzados y la relación con Sophie, el bebé que aceptan debido al testamento de sus amigos, resulta natural, sin baches. Quizá lo que más ruido nos haga sea hacia el final esa discusión salida de la nada que va a llevar a una resolución donde luchan en el personaje de Eric la vocación y la responsabilidad aceptada sobre Sophie. Ustedes ya se imaginan el happy ending, por lo tanto me ahorraré los detalles pero después de haber visto películas como Sin reservas, hay que decir que esta bastante mejor resuelto.
Se trata de una comedia con personajes creíbles en una situación en la que no se imaginaban estar, y allí es donde la película gana terreno, donde logra conectarse con el público sin mayor ambición que la de pasar un buen rato, en parte gracias a que Josh Duhamel y Katherine Heigl logran mostrar su faceta cómica y dramática sin resultar toscos o sobreactuar. Lo que sucede para afirmar la relación y las instituciones es otro cuento más forzado que termina arrojando un resultado tan irregular como la poca creatividad que asoma de manera alarmante por momentos desde lo visual y el guión. En definitiva, es una de esa películas con buena vibra que siendo pasatistas hacen un producto decente sin mayores pretensiones, tómelo o déjelo.