Una araña en el ventanal. Una mosca en el mantel de la cocina. Estamos entre insectos atrapados por la rutina de dos naciones en guerra; seres que no pueden huir de su entorno y sobreviven con los restos.
Jelena e Ivan, 1991. Al borde de una guerra que los merodea, ellos retozan en la playa. Él toca trompeta y ella lo incita a que siga. Son felices y poco más importa. Es su música lo valioso y con lo que lucha para huir.
Natasa y Ante, 2001. Mismos actores, otros personajes. Son los ecos generacionales conjugando el mito del eterno retorno. La guerra quedó como una huella, como un amor violentado que tienta pero que no mata. Las víctimas de la guerra duelen.
Marija y Luka, 2011. Mismos rostros, otros personajes. Ecos sordos que recorren el país en busca de una identidad posible. La música y el agua siguen compensando las ausencias y las preguntas de la guerra. La playa vuelve a ser el lugar de reunión aun para las respuestas que no se consiguen. Aparece la droga, aunque ya se habían asomado los fármacos como dependencia para las carencias psíquicas.
Así, la película no responde a las preguntas de entre quiénes es esta guerra. Disuelve causas y luchas en una búsqueda más íntima y, por lo tanto, más difusa. Los mismos actores representan a los personajes enamorados a lo largo de tres décadas, asomando la posibilidad de generaciones que se vuelven a encontrar. De todas maneras, tal reiteración disminuye el efecto final del reencuentro. El silencio pierde fuerza y lo que queda es desear que termine así.
La banda sonora conduce entre sorpresas las acciones principales del film. A ratos va hilando la trama con casualidades, otras veces la va acompañando. Bajo el Sol (Zvizdan, 2015) puede catalogarse como una película de guerra porque se enmarca en una, pero lo conflictivo se reduce a eventos cotidianos, discusiones y desacuerdos de partes. Lo inquietante viene con la incertidumbre de qué ocurrirá con ellos, estos seres atrapados por las consecuencias del conflicto bélico, seres enmarcados entre sombras.
Finalmente, es este amor que brota al margen el que persiste. Es un amor ignorante, al menos por el momento, del pasado reciente. Es un amor inocente porque no pide respuestas al entorno.