La historia sin fin
Primer consejo, de corazón lo digo, deje de leer. No lea esta crítica ni ninguna otra antes de ver esta película, porque el segundo consejo es que no se la puede dejar pasar. Hay que verla.
Por las dudas que continúe en la lectura, digo. Si no existe una razón valedera de establecer ideas sobre un filme, en el que nos ocupa, ni siquiera haciendo foco en las cuestiones técnicas, menos en el tema que suscribe al mismo, y mucho menos a la historia que cuenta. Si en muchas ocasiones saber poco es bueno, las razones para saber algo de manera anticipada, en este caso han desaparecido, Ese es mi acercamiento al cine en general, o ¿ese sería mi deseo?
Hay una situación esperable en relación a lo mencionado, es que nadie lea nada en relación con la película y se enfrente al texto de manera virginal. Sólo para vivenciar a pleno, sin preconcepto alguno, la amalgama de sensaciones que el mismo despierta mientras transcurren sus 120 minutos.
Por lo cual basta mencionar algunas cuestiones. El tema del filme es la intolerancia, sustentando el texto desde la forma, de ver la historia de manera espiralada. Los personajes de la historia de la humanidad se repiten, con pequeñas diferencias. Cambian las personas que asumen esos roles.
El director asume el riesgo de relatar su historia, su propio guión, utilizando los mismos espacios, trabajados con saltos temporales de diez años. El relato se circunscribe desde 1991 hasta 2011.No por ello deja de ser universal. En los que se puede observar un mismo escenario natural, una zona rural, un río como frontera entre dos pueblos pequeños, un lago compartido y el alto sol, (tal el titulo del filme en inglés) como gran testigo omnipresente.
En 1991, la desconfianza, la intimidación, presentificando el caos; en 2001 la reconstrucción de un país todavía aplastado por rencores, culpas; la tercera en 2011, como una brisa de esperanza, algo como una luz, una puerta abierta.
El odio, la locura, la intolerancia, una histórica rivalidad que no se sabe ni por qué, ni cuándo empezó, la pequeña diferencia que separa, Boca / River, Tom y Jerry, musulmanes / cristianos, árabes / israelíes, Romeo y Julieta. En este caso serbios y croatas, donde supeditan su existencia al momento, todos y cada uno en cruda apariencia indisoluble, y todavía agazapada incertidumbre; un trillado ancestral pasaje de tierra que comunica al mismo tiempo que serviría como escape. Sólo al estar finalizando el filme sabremos quién es quién y a quien responde. La idea directriz, está sostenida desde un principio básico: todos somos iguales, con los mismos derechos, la diferencia es lo que nos hace únicos, ni mejores ni peores que los demás.
El amor como vehículo para transitar por la narración de manera imperecedera, el mismo y bello escenario, las locaciones que cambian siendo las mismas, el agua que fluye siempre. Toda la construcción del filme esta plagada de detalles. Los intersticios entre los momentos que van mostrando el paso del tiempo y las repeticiones. El diseño de sonido, la banda musical, la dirección de arte, poseedora de una fotografía excelsa, sobre todo en las escenas bajo el agua transparente del lago. Sustentado en un casting perfecto y las actuaciones, tanto de los protagonistas como de los secundarios, trabajando de modo tal de permitir la identificación con todos y cada uno de ellos.
El filme proporciona otras muchas comunes extrañezas.
Déjese sorprender.