El eterno retorno del odio.
El conflicto entre Croacia y Serbia fue visitado en varias oportunidades por el cine, pero siempre queda algo por exponer, como en el caso de Bajo el sol (2015) y de ahí la particularidad de muchos realizadores, entre quienes se encuentra Dalibor Matanic, para hallar desde la expresividad del arte la herramienta adecuada y así dejar alegatos o mensajes detrás de cada historia. Lo cierto es que cada una de las películas como la recordada ganadora del Oscar 2002 El último día, de Danis Tanovic o la hace pocos meses estrenada Mandarinas (2013), de Zaza Urushadze, coincide en un denominador común: la intolerancia y, en su cara más cruda, la violencia sin sentido.