La otra salvación
Para hablar de Bajo la misma estrella, de Josh Boone, hay que sopesar factores extra cinematográficos, ver el fenómeno que va del libro homónimo de John Green a esta adaptación no apta para públicos sensibles y gran negocio para Carilina . Las circunstancias. Es allí que este filme por momentos comedia romántica pero siempre drama equilibra la balanza, mientras exacerba uno de los mandatos juveniles del tercer milenio. Vivir el momento. Pase lo que pase.
Detrás está la historia, la de Hazel y Gus (Shailene Woodley y Ansel Elgort, fetiches adolescentes en Divergente), dos enfermos de cáncer que se conocen y enamoran en un grupo de apoyo. No parecen enfermos, más allá de que la bella Hazel tenga que usar una sonda y cargar su tubo de oxígeno, o que Gus tenga una pierna ortopédica. Son adolescentes modelo, con diálogos hilarantes y una mirada filosófica de la vida y la tragedia.
Aviso: los lugares comunes visitados por el filme no terminan de derrumbar la historia. Son parte de la realidad, llevarlos al cine no siempre es un error. Por inercia, queremos a Hazel y a Gus. Inmediatamente. Y seguimos su mandato: poner buena cara frente al mal tiempo, convertir la desgracia en don, en desafío. Sin privarnos del llanto. Es que salvo por el cáncer, el mundo de Hazel y Gus, es tan perfecto como inverosímil.
Podría ser ésta una entrega más de la larga lista de películas sobre el heroísmo de enfermos terminales y no lo es. Lo curioso aquí es que se trata de una película juvenil, una proclama para celebrar la vida. No se enfoca en la muerte, aunque la muerte esté siempre en escena. Ni ellos sienten compasión, ni la historia se las entrega.
“Donde hay esperanza, hay vida”, escribió Ana Frank (otra escena obvia de la película). “Sólo tienes un poco de cáncer”, dicen ellos. La conclusión estará en las salas. En las charlas del espectador adolescente frente a estos nuevos “modelos”. Hay que escucharlos.