Bajo la Misma Estrella (originalmente llamada The Fault is in our Stars) es la versión cinematográfica del Best Seller del mismo nombre escrito por el estadounidense John Green. Es la historia de Hazel Grace (Shailene Woodley), una adolescente de 16 años que sufrió de cáncer de tiroides y que tiene los pulmones hechos pelota, y de Augustus (Ansel Elgort) de 18, sobreviviente de un osteosarcoma que le costó una pierna. Como es de esperarse, se enamoran y la pasan como el culo. Todo esto sucede mientras intentan encontrarse con Van Houten (Willem Dafoe), el autor de Un Dolor Imperial, la novela favorita de Hazel, que trata sobre (¡oh casualidad!) una nena que muere de cáncer.
La película de Josh Boone, descomunal drama que por momentos intenta ser cómica pero no lo logra, es una sucesión de clichés, frases armadas, momentos de ternura pegajosos, golpes bajos, chistes malos, lugares comunes, simbolismos pedorros y situaciones cómicas fallidas.
No voy a hablar sobre Laura Dern, Shailene Woodley o de Ansel Elgort, pero sí necesito mencionar la breve aparición de Willem Dafoe como Van Houten. Cuando lo vi, no lo pude creér. Lo único que se me ocurre es pensar es que Willem agarró este laburo porque necesitaba la guita para poner un jacuzzi en el baño en su mansión de Los Ángeles.
No se me ocurre nada para rescatar de esta película manipuladora y empalagosa, sólo decir que logra su cruel intención: Josh Boone te parte el alma sin piedad. Cuando creés que ya pasaste lo peor, ¡pum!, te la vuelve a dar otra vez más pero con musiquita más triste, y cuando se va acercando hacia el final, la película es como una oleada de golpes bajos que te pegan hasta que te ahogas en tus propias lágrimas.
Josh Boone te parte el alma sin ningún tipo de piedad.
Boone despliega su abanico de efectos dramáticos en esta película de una forma muy bestia. Se me viene a la mente una secuencia en particular en la que Hazel, Augustus y la secretaria de Van Houten hacen un tour en la casa-museo, de escaleras empinadísimas, de Anna Frank. A Hazel, que tiene tipo un ¼ de pulmón funcionando, se le mete en la cabeza que tiene que entrar igual. Boone nos muestra el plano de una escalera empinada, plano de Hazel con cara de “Upa, en qué me metí”, plano de cara de preocupación de los demás. Después viene otra escalera más empinada y más larga y la misma secuencia de planos: plano de la escalera contrapicado como amenaza, plano de Hazel respirando como el culo y cara de “Oh my God”, plano de caras de “pena y un poco de miedo de que la piba la palme acá” de los otros, combinado con una voz en off de fragmentos del Diario de Ana Frank que se escucha cada vez más fuerte. Y cuando uno pensaba que era suficiente, Boone, que para esto es tan delicado como Godzilla, nos somete a otro plano super contrapicado de una escalerita que cuelga del techo (es la que conduce al ático) y el contraplano de Hazel que se cae al piso y que, mientras escuchamos a unos turistas diciendo “No estamos apurados, podemos esperar”, se arrastra por la escalera. Siempre con una voz en off leyendo fragmentos del Diario de Ana Frank que ahora está en primer plano sonoro.
Bajo la Misma Estrella es como un caramelo pegajoso, un palito de la selva que se te pega en una muela y que no te lo podés sacar. Es una Love Story del 2014, un Sweet November o un Otoño en Nueva York para adolescentes. En ningún momento intenta ser sutil, no deja nada a la imaginación del espectador, te cuenta todo y te lleva de las narices hasta romperte el corazón en mil pedazos.