Las sagas juveniles tomaron fuerza desde el estreno de Harry Potter. Cierto es que este tipo de sagas ya existía desde antes, y aunque en papel tenían cierta fuerza, en el cine fue la saga del mago que disparó las ventas de estos libros y, con ello, sus adaptaciones.
Un tema recurrente en este tipo de historias es el romance. A la manera tradicional o entre seres divinos (estos últimos los más solicitados por la juventud fantástica). Pero de una u otra manera no puede faltar el amor imposible entre la chica soñadora y el chico imposible. Sin embargo, bajo La Misma Estrella sigue la receta tradicional: un chico y una chica completamente normales, con problemas cotidianos que se enamoran. Esta vez con un complemento: tienen cáncer.
Una película de cáncer que se me viene a la mente de inmediato por su excelente manufactura, es 50/50, con Joseph Gordon Levitt y Seth Rogen, que explora el cáncer desde el punto de vista de dos amigos adultos. Ahora, una chica de 17 años que ha vivido toda su vida con cáncer, Hazel Grace (una maravillosa Shailene Woodley), y un chico curado de la misma enfermedad, Augustus Waters (Ansel Englert), quienes viven una aventura especial, teniendo como fondo su vida común con amigos comunes y sus diferentes derivaciones de cáncer.
Y honestamente, si no lloran, fracasaron como mujeres. Si son hombres, pues quizá no les pegue tanto. Aunque el final se ve predecible (el cáncer es una enfermedad mortal), lo importante de todo esto es la forma en la que se cuenta la historia. Lo natural. Lo romántico sin caer en lo empalagoso. Lo dulce, lo duro de las relaciones y al mismo tiempo, lo duro y lo cruel que puede ser la vida. Y si los que han leído el libro se asustan, puedo decirles que es una de las adaptaciones más fieles que he visto en mucho tiempo. Para ver en pareja (o en un día lluvioso y triste).