Un circo que no alegraba el corazón
De la Iglesia cuenta la tragedia cómica de un amor loco.
Viniendo de Alex de la Iglesia, todo exceso es previsible.Balada triste de trompeta es ambiciosa como tal vez ninguna otra obra del director de El día de la bestia y La comunidad . Es una comedia dramática, o una tragedia cómica, en la que la historia de amor –loco, enrevesado, paranoico- de dos payasos por una misma mujer es, también, una reflexión sobre España, la Guerra Civil y el franquismo.Si decíamos que era una película pretenciosa, en cada escena hay indicios de lo desbocado y desenfrenado que es el realizador, que ya ha dado muestras de que no se anda con grises y al que hay que disfrutarlo u odiarlo por lo que cuenta y cómo. Javier ya de niño quería ser payaso, como su padre y su abuelo. Javier es el payaso triste, el que no puede reír porque ya el hecho de existir le causa dolor. Perdió a su padre de niño, y en el circo en el que tras muchos giros y desvíos encontrará trabajo será la contratara de Sergio, el payaso alegre. Pero detrás de esa pintura risueña emerge un ser despreciable, violento, al que todos temen, hasta su novia, Natalia, a quien maltrata y más. Ni el dueño del circo tiene el valor de echar a Sergio... Es que es la atracción de este circo itinerante que es también una metáfora de España.Para De la Iglesia, el filme -que debe su título a la letra del tema que cantaba Raphael, Balada de trompeta - opera como una síntesis de la historia española, y de cómo el pasado repercute en el presente en sus personajes. “No somos nosotros. Es este país que no tiene remedio”, como dirá un tercero. En esta kermese De la Iglesia parodia al generalísimo Franco, homenajea a Gaby, Fofó y Miliki, retoma emblemas populares para realizar alegorías y destila ese humor cáustico que lleva como su marca de fábrica.Esos toques –o marcas gruesas de humor negro- están allí y aparecen en cualquier momento, en cualquier situación y diálogo. Irrumpen en medio de circunstancias o coyunturas para desdibujar lo trazado, operando como el ying y el yang. Así, la película es despareja, y a una burla machista le sigue una brutalidad irracional, de la que hay cierto regodeo.Porque así es Balada...: los personajes se mueven por impulso. Y si Javier y Sergio son las dos caras de una misma “moneda”, mejor sería no contar con esas reservas...Carlos Areces y Antonio de la Torre se adhieren a los excesos de De la Iglesia, con composiciones ampulosas cuando no exageradas, hasta llegar a un desenlace en el que la simpatía del espectador se pone en juego. Carolina Bang es la chica en disputa, y ante tamaños adefesios grotescos como pretendientes, cabe preguntarse qué hubiera pasado si De la Iglesia, en vez de poner a esta actriz tan bonita hubiera elegido a una fea. ¿O es que la hermosura le sirve para enfrentar a la bella y las bestias? “Con tanto llanto de trompeta / mi corazón desesperado/ va llorando / recordando mi pasado” , canta Raphael. Cabal síntesis de un relato desmesurado, burlón y en el que la empatía hacia los personajes se pone en cuestión más de lo aconsejable. Nada nuevo, viniendo de De la Iglesia.