Film de bella imagen en blanco y negro que refleja una trama que se debate entre luz y oscuridad todo el tiempo.
Mónica Galán, fallecida a principios de este año, fue una gran actriz: realmente podía parecer una “persona común” (el personaje más difícil para un actor) y transmitir lo que tenía de excepcional. Y era, además, incapaz de sobreactuar.
“Baldío”, film de bella imagen en blanco y negro que refleja una trama que se debate entre luz y oscuridad todo el tiempo, cuenta cómo una actriz debe manejar dos crisis: la del rodaje de una película, la de un hijo adicto al que no puede sacar de las drogas.
De Oliveira-Cézar logra que la combinación entre ambos hilos no se transforme en una alegoría sino sólo en el retrato de un esfuerzo humano. Y al mismo tiempo, nos muestra cuál es el poder de la ficción, cómo vivimos entre lo real y lo virtual, entre el mundo físico del que no podemos escapar y los paraísos artificiales que nos mienten una fuga posible (eso es el cine, eso es, para el hijo, la droga).