El miércoles abre una nueva edicion del BAFICI. Edición que, tal vez, signifique un momento de transiciòn hacia nuevas ideas del Festival. Obviamente porque el contexto lo exige: la presencialidad a medias y el online instaladìsimo. Menos pelìculas, todas las funciones gratuitas. Vivir la experiencia de la sala, despues de un año sin proyecciones, va a tener su encanto. Sobre todo si es para ver el cine que nos gusta.
En la proyecciòn inaugural, el BAFICI debuta con un mecanismo que no es novedad por fuera de este festival: en todas las funciones el largometraje irà acompañado por un cortometraje. Nunca deberìa haberse abandonado esa combinaciòn, es un modo de concentrar y apreciar en una exhibición lo que propone un corto y no muchos.
En esa linea, el film de este miércoles es Bandido y se proyecta junto a Teoria social numèrica de Paola Michaels. Bandido es la segunda pelicula de Luciano Juncos, director de aquella buena pelicula que vimos en Pinamar La laguna, codirigida por Gastòn Bottaro.
Como La laguna se trata de un una producción cordobesa, realizada en coproduccion con España y filmada integramente en aquella provincia. Protagonizada por la estrella televisiva Osvaldo Laport. Después de aquel fiasco que fue la apertura del BAFICI 2018 con Claudia, de Sebastiàn de Caro, no era buen augurio una pelicula protagonizada por un actor popular, no asociado con el cine independiente. Aunque hay que decirlo, Dolores Fonzi era la que salvaba algo del bochorno de Claudia.
En la pelicula de Juncos resulta difìcil separar la vida profesional de Laport del personaje que recrea: un cantante que llega al final de su carrera con una decisión importante por tomar: abandonar los recitales, las giras, los discos. Laport-actor realmente fue un exitoso protagonista de las telenovelas de los años 90 (Campeones, Soy Gitano, Màs alla del horizonte). En menor cantidad, las peliculas que protagonizò fueron dos, ademas de Bandido, (Solo un angel y Maldita cocaina).
Un cantante (no se entiende si de cuarteto) que alguna vez tuvo fama, acosado por un grupo de fans maduras que lo esperan a la salida del recital hacia el comienzo. Hay gente que lo reconoce y se saca fotos con èl, hay otra que no tiene la menor idea quièn es. Vive en una casa de barrio cerrado y se motiva con el reencuentro de un amigo que hace años que no ve: el exitoso-infeliz versus el pobre-alegre. Volverà a ser feliz seguramente. El momento en que todo cambia tiene que ver con un robo a mano armada en el que Roberto pierde su auto y su celular pero gana tal vez un nuevo motivo para salir de la infelicidad. La historia entonces cambia de registro.
Si la pelicula es noble, tambièn es básica en su planteo; tal vez descansa excesivamente en su estrella, justamente en un Festival que no se caracteriza por ser un cine de estrellas. Hay una escena que, casi sin querer, se puede leer como clave: Bandido camina por un barrio humilde en busca de la plaza donde harà el recital por la instalacion de la antena de telefonia, hace una pregunta a una vecina. Entre la pregunta impostada y la respuesta naturalista es donde el film se mueve: un hibrido que necesita de uno y de otro para subsistir en su relato que gana en algunos pocos planos audaces, mas fragmentados y no tan normatizados.
La lucha del barrio por la no instalacion de la antena supone un conflicto con el poder polìtico (el gobernador es una caricatura) y judicial, y Bandido sabe que puede hacer algo pero no todo. Allì la pelicula es sincera y no busca hèroes falsos o promesas por cumplir.