Bandido

Crítica de Melody San Luis - Funcinema

UN PERSONAJE QUE ARRASA

Si bien se lo ha visto a Osvaldo Laport en otro tipo de actuaciones, el personaje que interpreta en Bandido sorprende para bien; un personaje que logra generar empatía y cariño a través de una búsqueda del sentido de su vida.

“Bandido” es un cantante de música popular que tuvo su momento de éxito hace varios años. En la actualidad se encuentra en una circunstancia de su carrera en la que no hay motivaciones para seguir haciendo música. Su manager le pide un último disco de grandes éxitos, él dice que sí pero ya no da más. En ese estado de agotamiento y tras un incidente que lo deja aún más en el caos se reencuentra con un viejo amigo. Junto a él empieza a recordar motivaciones y se involucra en un reclamo que están llevando adelante en el barrio de su amigo.

Podríamos pensar que la película va desde lo grande a lo pequeño. En el comienzo vemos una primera imagen de la vista del protagonista hacia su casa, un mundo gigante casi inhabitable. Pero de ese mundo de pocos y gran lujo va yendo a uno en el que hay ruido, gente, problemas y también voluntad de cambio. Sale de la soledad para encontrarse con otros y con él.

Bandido logra acercarse al personaje y a Laport le sienta muy bien esa cercanía. Nos encontramos con un protagonista al que vemos sufrir por el tedio, el descontento y la amargura de no poder darle palabras a ese estado. Pero también se nos presenta con una sonrisa agradable al mirar a su hija o recordar anécdotas viejas con su amigo. La ductilidad de Bandido nos lleva a encontrarnos con la seriedad de un músico en el estudio y la cotidianidad del mismo personaje pateando el barrio y hablando con un adolescente de forma distendida e informal.

Está presente en la película ese mensaje de búsqueda de las raíces, de la felicidad de lo simple y de la unión de las personas, pero por sobre el mensaje marcado hay una buena construcción del personaje. Bandido termina pesando más por ese personaje que por lo que tiene por enseñar. Hay en él un sentir genuino, un disfrute contagioso.

Al principio aparece esta idea de la falta de color del músico y es en el final que un legendario objeto que lo acompañó en sus mejores momentos aparece para hacerlo brillar en el escenario del barrio. Sin embargo, el personaje brilla en la totalidad de la paleta de colores; aun en sus peores momentos la simpleza con la que los vive los hace cercanos y permite que se transiten junto a él.