Bandido

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

No va más…

Elegida como película de apertura para esta nueva edición del BAFICI, Bandido, del director cordobés Luciano Juncos (La Laguna) toma las riendas para adentrarse en la crepuscular vida de su protagonista Roberto Benítez, más conocido popularmente como Bandido, quien en sus épocas de juventud hiciese bailar y brillar, en clubes y teatros, al público con sus canciones de amor o sencillas melodías para hablar de las cosas importantes de la vida.

Lo de crepuscular viene acompañado, en este caso, del momento umbral cuando decir que no va más acarrea en el entorno, en su manager y representante español, un cimbronazo importante, así como en la esfera íntima del cantante -interpretado por un contenido Osvaldo Laport- la chance de reconectarse con lo que alguna vez representara para él su rol de artista popular y su misión para con el resto del público, algo que va mucho más allá del éxito cosechado o no; de los discos grabados y comercializados, o simplemente del producto que su manager diseñó uniendo la palabra lealtad comercial con esclavitud moderna.

Bandido como película de segundas oportunidades cuenta con el agregado de un entramado para nada sutil ligado a las causas sociales, y en ese ensamble entre la atribulada vida de su protagonista y su vínculo fortuito con temas realmente importantes, como asignaturas urgentes de un barrio o comunidad frente al sistema, quedan un tanto forzadas.

Ese desajuste se nota y sobre todo afecta la actuación de Laport con un brusco cambio de registro que por momentos si bien apela siempre a lo humano y a la emoción genuina por otros genera alguna sospecha de artificio o costura visible de guión.