Una historia de desarraigo en aquella Alemania dividida mucho más que por un muro.
Este film llega de la mano de Christian Petzold (Jerichow, 2008; Yella, 2007), uno de los más importantes directores alemanes de la actualidad. Nació en Hilden en 1960 y se crió en Haan. Su primera película fue “Pilotinnen”, que dirigió durante su graduación en 1995. Está película fue nominada en el 62 º Festival Internacional de Cine de Berlín, y Petzold ganó el Oso de Plata al Mejor Director. Además fue elegida por Alemania para ser seleccionada a los Premios de la Academia 85a a la mejor película en lengua extranjera, pero no fue parte de la lista final.
Todo comienza con un inquietante movimiento de cámara, vemos a una joven mujer bajar de un autobús, sentarse en un banco , quedarse pensando y fumando un cigarrillo por unos instantes y dos médicos desde una ventana la observan y dialogan sobre ella, ( no sabemos mucho de estos personajes). Le prestan mayor atención porque es la nueva que viene desde Berlín.
En todo momento se nota que se encuentra molesta, fastidiada, distante y malhumorada. Está médica se desarrolla en el departamento de pediatría a las órdenes del cirujano André (Ronald Zehrfeld), cuando finalizan las tareas de ambos él se ofrece a llevarla pero ella lo rechaza, si observamos solo es más considerada y cariñosa con sus pacientes.
Con el correr de los minutos sabemos que transcurre durante el verano de 1980 en la República Democrática Alemana, esta joven médica Bárbara Wolff (Nina Hoss, ya trabajo con este cineasta en: Jerichow y Yella), trabajó en el prestigioso hospital Charité, de Berlín. Cuando ella solicita una autorización para marcharse definitivamente a Occidente (la “Alemania capitalista“), para casarse con su novio Jörg (Mark Waschke), las autoridades como castigo, la destierran enviándola a este pequeño pueblo para trabajar en este hospital ubicado en la costa del mar Báltico.
Pese a este destierro, Ella no deja de pensar en su fuga, de manera secreta prepara su huída, esconde su dinero (en marcos de la República Federal de Alemania) ya que sufre constantes revisaciones en su departamento y también en su cuerpo, momento bastante doloroso ver tanta humillación (es sentirse violado constantemente), hasta se ve obligada al encuentro con su novio a escondidas.
Su vida se va complicando cuando llega al hospital una jovencita llamada Stella (Jasna Fritzi Bauer) embarazada (quien intento varias huidas), otro de los mártires de este sistema es Mario (Jannik Schümann) un joven suicida, y quien lo acompaña Angie (Alicia Von Rittberg) quien sufre ante tal drama. Bárbara aunque no quiere verse involucrada lo está, desde el sentimiento viendo jóvenes privados de su libertad, decidir sus ellos sus propias vidas. Y nos vamos acercando a la huida de Bárbara en busca de su felicidad que se encuentra en Dinamarca, llegan los momentos de tomar decisiones.
También surgen varios interrogantes sobre la actitud de André ¿Está enamorado?, ¿En realidad la está vigilando? ¿Qué relación tiene con el agente Klaus (Rainer Bock)? (este es quien controla su vida); esto son uno de los tantos interrogantes que surgen durante su desarrollo.
Durante toda su narración lo que sobresale es la sutileza, todo se va reflejando a través de su fotografía, con esos tonos grises captando tristeza, los colores dentro su paisaje, se resalta el viento, entre otros ruidos. Cuenta con grandes actuaciones, no solo de los protagonistas, sino también de los secundarios: Angelo (Deniz Petzold); Gerhard (Peter Benedict); y María (Serlin Petzold). Sus personajes van aportando con sus gestos y sus silencios. Es fundamental el ritmo por momentos pausado que va llevando a los personajes como a los espectadores a esa atmósfera asfixiante que existía en la Alemania del Este.
Algunos espectadores recordarán otras interesantes historias como. “La vida de los otros” (2006), de Florian Henckel von Donnersmarck; la comedia dramática, “Good bye, Lenin!” (2003), de Wolfgang Becker. Esta película es recomendable para todos los amantes del cine.