Recomendar una película sugiriendo que no se busque nada acerca de la misma es una de las mejores formas de preservar algunas de las mejores experiencias «ciegas» del séptimo arte. No por pavor a los spoilers necesariamente, sino para que el segundo a segundo mantenga toda la potencia que podría tener en una situación ideal en la que no se vieron 2 teasers y 4 trailers sobre lo que vas a ir a ver de todos modos. Dicho eso, no son muchos los filmes que realmente ameritan un tratamiento tan delicado en el arte de la recomendación. En este caso «Barbarian» hace que valga la pena e incluso logra replicar en uno las ganas de hacer la misma advertencia a la audiencia futura.
Una muchacha se ve obligada a alquilar una habitación en una casa sospechosa en un barrio horrible, pero afortunadamente hay otro inquilino temporal para hacerle compañía. Que ese otro huésped sea el actor de Pennywise en la más reciente «IT» será una de las primeras señales de que esta es una cinta que da muchas señales para espectadores atentos y que propone un juego poco superficial para aquellos dispuestos a levantar el guante. El mismo nombre del film plantea una cierta intriga, y recomendamos hacer caso omiso a esa tentación de googlear el director, elenco o cualquier otra cosa que se suele hacer antes de decidir si vale la pena ir o no al cine. Lo vale.
Todo lo visto en trailers no llega a cubrir el primer acto de la película, ofreciendo desde entonces una cadena de sorpresas que asegura un tipo muy particular de diversión caótica. El umbral de partida es obviamente el del terror, un género que desde siempre ha balanceado recompensar a sus veteranos con ofrecer una constante dinámica de alquimia audiovisual. «Barbarian» es muchas cosas, pero, sobre todo, una producción ambiciosa con el entretenimiento como máxima prioridad. Aunque eso, por supuesto, nos asegura también que en su intenso entusiasmo se la juegue en direcciones con variados resultados.
El cine actual necesita venir con algún antídoto para el mal del streaming, en este caso, ofrecer una experiencia bastante particular que alienta el secretismo. Pero también hay muchas producciones, especialmente las apuntadas a un público por debajo de los 35, que deben protegerse de una tendencia que suele venir desde la industria de la música donde las estructuras, formas o especialmente los finales están lejos de priorizarse. Este es uno de los pequeños pero mortales pecados que comete «Barbarian», desentenderse de las necesidades narrativas que tu propia trama o temáticas te exige.
Pocas cosas son más saludables en la industria como una peli como esta, que todo el mundo desee recomendar o discutir y con suficientes manotazos creativos como para ganar aplausos o disgustos por igual. Podemos hablar de que en lo técnico tiene un trabajo de sonido y fotografía que evidencian un impecable manejo del cine de género, o un guion que propone una intriga constante también termina sosteniéndose quizás demasiado en un talento actoral de relativo éxito. Pero todas estas discusiones a veces sobran. Si alguien se interesó lo suficiente como para leer esta reseña, tiene que sin dudas sentarse a ver «Barbarian» y sobre todas las cosas procurar que todas las variadas sensaciones que esta película asegura se mantengan lo menos contaminadas posibles de aquellos que ya habiéndola visto no resisten la tentación de discutirla. Realmente no hay muchas cosas mejores que eso.