Que el mundo y la sociedad han cambiado mucho desde la década del ‘60 para acá es una verdad de Perogrullo, pero sirve como contexto para preguntarse por la falta de evolución de algunos personajes históricos más allá de la máscara exterior.
La muñeca Barbie puede haber tenido una significancia muy diferente en la época en la cual fue creada. En la década del ‘60 seguía la estética de Jackie Kennedy, Marilyn Monroe y otras figuras icónicas. Claramente su tema era la moda. Hoy hay una buena parte de la sociedad intentando dar respuestas a lo que el juguete representa, y mientras tanto la nena de la empresa de juguetes Mattel tiene una franquicia millonaria, programa de tv propio y hasta películas que a veces no protagoniza con su nombre de fábrica. Algunas “actitudes” de la franquicia han sido cuestionadas e incluso combatidas. En especial en temas como la sobredimensión de la belleza femenina transformándola en objetivo obsesivo por parte de las nuevas generaciones de niñas, en muchos casos alentadas por sus propios padres. "Ser linda" se impuso a "ser" simplemente, respetando a rajatabla todas las tendencias de la moda impartidas desde revistas y programas cuyo contenido, lejos de colaborar en darle a la niña-adolescente-mujer el lugar que tiene que ocupar, la coloca en una posición de competencia vana por lograr ciertos cánones de belleza, status social, posición económica, etc. Da para largo el debate y la verdad es que uno debe poder aislar su ideología (como ejercicio de objetividad) para no teñir (aún más) la subjetividad con la cual se puede analizar una obra.
“Que suerte pa’ la desgracia” cerraba el gran Pepe Biondi algunos de sus cortos televisivos, me tocó por segunda vez consecutiva decir algo sobre la nueva entrega de esta (saga no, es mucho) digamos serie: “Barbie:Super Princesa”.
Lara (Barbie) está paveando con un aparato que la ayuda a volar. No sirve para nada esta secuencia, más que para intentar una dosis de humor o empatía y para que todo termine con ella colgada de un árbol mientras sus padres, lejos de mandarla siquiera a “su cuarto en penitencia” por todo el quilombo que hizo, le dicen que se cuide pues debe prepararse para la gran fiesta súper guachi-guau de alguna familia de sangre azul y… bla bla. Las dos hermanas de Lara andan y la siguen a donde vaya en sendas motonetas, con una fidelidad que ni los muchachos de la “12” tienen. La primita anda medio envidiosa. Guarda con ella. Mientras todo esto ocurre, alguien que habita en el palacio quiere hacer una fórmula química para HTYUDNSJK, y con eso KTRSFGUJÑÑÑOVTUKMA, y así ser el nuevo rey del lugar. Créame que fui más claro que la explicación del guión.
La cuestión es que parte de ese experimento le cae a un gusano, éste se transforma en mariposa técnicolor (gracias Fito) y va a darle un beso a Lara para transformarla en una chica con súper poderes. Lo que faltaba. Ahora la nena anda volando por ahí haciendo más lío para arreglar líos. La sigue Ken, más estúpido que nunca. El famoso novio de Barbie está disfrazado de periodista y viene a ser una especie de “Luisa Lane” masculino de esta súper chica.
Cinematográficamente hay una escasísima construcción de personajes, nada de lo que hace nadie está debidamente justificado, atento a que probablemente los responsables del guión dan por entendido que todo el mundo sabe quién es quién aquí. Por ejemplo, sabemos lo que hace el “villano”, pero no sabemos por qué, con lo cual todo está superficial y caprichosamente armado. Ni siquiera los diálogos sirven para profundizar nada. Lo único coherente es que Barbie (o Lara) sigue siendo la misma desde su creación hasta hoy.
Por tratarse de un producto de animación, extraña ver que los personajes tienen apenas un poquito más de movilidad que las estatuas de la Isla de Pascua. En los tiempos que corren podría atribuirse a una cuestión presupuestaria, pero como a Mattel si algo le sobra es guita, sólo queda la opción más cercana a la realidad: hay displicencia y pocas ganas en esta producción. Deseos de facturar. Un combo de local de comidas rápidas en donde el sabor está lejos de la calidad.