Muñeca sin vida, película sin ideas
Hay decenas de "películas de Barbie", o "con Barbie", o con una chica animada con cara escasamente expresiva que intenta ser -o parecerse a- la célebre muñeca. Sus films salen directamente en video, también se ven en señales infantiles y se venden también en supermercados. Si uno ya vio al menos un par de las películas anteriores (como Barbie en el lago de los cisnes) sabe que la animación suele ser espantosa, que no hay ningún tipo de progresión narrativa o, que la fluidez pareciera estar prohibida y que todo tiene un aire de desgano indisimulable.
Ante el estreno de Barbie y la puerta secreta en salas en un puñado de países - pero no en Estados Unidos, en donde sale directamente en DVD y Blu-ray- uno espera, ansía que el nivel haya subido, que la película intente pertenecer al cine. No es así: quizá los colores aquí brillen un poco más, pero es más de lo mismo, y lo mismo es muy cercano a la nada.
En el centro de Barbie y la puerta secreta tenemos una princesa llamada Alexa ("interpretada" por Barbie) que debe "abrirse al mundo". Hay una especie de libro mágico, alguna enseñanza descuajeringada que contrasta con el pulcro aspecto de los ambientes, todos ellos carentes de gracia e interés. Algo aprende Alexa, pero no se deriva de nada de lo que nos cuentan o nos muestran mediante algunos balbuceos audiovisuales acerca de un mundo de fantasía en el que hadas y sirenas son despojadas de su magia por una niña princesa caprichosa llamada Malucia.
Rayos de magia van, rayos de magia vienen, y la aventura, la tensión y el poder de maravillar del cine están ausentes. En su lugar hay personajes puestos en el medio del plano a pura noción televisiva, canciones adocenadas y robóticas y algunas criaturas -unos animalitos, digamos- que revelan, ellas también, la haraganería general de la animación (que llega al punto culminante cuando el mundo fantástico se pinta de gris y más tarde recobra los colores, cambios que parecen haber sido realizados con un filtro básico mediante un sólo clic del mouse). Comparar este producto vaciado de deseo y de dignidad con Toy Story (a causa de los "juguetes con vida", aunque aquí no hay mención al respecto) o con Frozen (por la princesa que debe salir al mundo) es poco respetuoso con esas películas y también con el concepto de comparación.