El mundo aparte de las casas quintas y countries que se intenta imponer ante los ojos de la sociedad, promoviendo una vida más saludable y tranquila, puede ser tan sólo, una ilusión, porque el aislamiento no es total y el mal puede estar adentro o fuera de esa comunidad.
Esta película trata un poco sobre ese tema, y otro poco sobre los que están afuera de esos barrios privilegiados. Porque, en definitiva, los habitantes de ambos sectores se necesitan mutuamente, aunque se miren con recelo. Como es el caso de Gustavo (Nahuel Viale), quien trabaja limpiando las piscinas de estas propiedades, por e4nde está en contacto directo con las personas de la clase social acomodada que lo contrata, pero lo maltrata o desprecia llamándolo “piletero” aunque él cumple responsablemente con su labor para que nadie se queje.
El director Jorge Leandro Colás, en su primer largometraje de ficción, nos cuenta las vivencias de éste hombre que tiene a su mujer, Gabriela (María Soldi), embarazada, y al padre de ella, (Claudio Da Passano), un ex policía viudo que tiene una agencia de seguridad, y está demasiado presente porque se entromete en las decisiones de la pareja y, además, ayuda con dinero a su hija, que lo acepta con gusto.
Las diferencias económicas están presentes a lo largo del todo el relato, bien marcados. Todo se arregla con plata. Por eso, ante las primeras intimidaciones del cabecilla de una banda de delincuentes, llamado Pejerrey (Sergio Boris) para que les “marque” algunos inmuebles donde trabaja, así ellos pueden ir a robar, no lo duda demasiado y se convierte en un eficaz “entregador”.
La narración tiene momentos intrigantes, otros, irritantes, como cada vez que aparece su suegro o su nuevo “jefe”.
La historia mantiene el suspenso en prácticamente toda la proyección. Incomoda ver al protagonista tironeado y presionado desde varios sectores. Se encuentra entre la espada y la pared, él es consciente de ello pero acepta el desafío, porque sabe que está en una época importante que tiene que transitar y que no puede darse el lujo de claudicar.