Opera prima en ficción de Jorge Leandro Colás (Parador Retiro, 2008 y Los pibes, 2015) presentada en la competencia del 32 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, a partir de la adaptación de una novela de Félix Bruzzone.
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Barrefondo camina bien por la senda narrativa sosteniendo ciertos toques de observación sobre el personaje central, Gustavo, un piletero de conurbano zona norte, a quien se le presenta la oportunidad del delito casi naturalmente. Un hijo en camino, una mujer a la que cuidar y un oficio tedioso y lento que sostiene la vida del lujo ajeno.
Así, el protagonista ingresa en códigos mafiosos donde la corrupción policial organiza y apaña, y ser pobre y hacer una changa como marcador de casas para robar no despierta demasiado escrúpulo y parece normal, casi como venganza o lógica de clase. Lo sórdido nace en la luz del día y se incuba en la microfísica de la humillación y del fracaso, en una sociedad donde las reglas no se dicen pero se cumplen. Hay también un intento de construcción familiar, una rivalidad de machos proveedores que no empaña cierta felicidad doméstica que parece ser todo lo que se tiene y cierto lugar de clichés que quizás aplana un poco la posibilidad de la película.
El final para mi interés es lo mejor que tiene la película y la despabila un poco de tanto desarrollo lineal y previsible, con un toque arltiano, donde la moral perdida de la Struggle for Life de El Juguete Rabioso es básicamente una manera de comprender también los lazos familiares y la única interpretación social puede ser la traición, en un entorno más que rutinario y agobiante, del que se huye hacia el mítico Sur.