Tom no corre, ¡vuela!
Caracortada (Scarface, 1983), Buenos Muchachos (Goodfellas, 1990), Casino (1995)… el cine está lleno de historias sobre el ascenso y caída de aquellos que operan en ciertas zonas moralmente oscuras que ofrecen mucho pero a cambio de todo. El director Doug Liman –Al Filo del Mañana (Edge of Tomorrow, 2014), Identidad Desconocida (The Bourne Indetity, 2002)- nos trae una de esas historias, con el agregado de tratarse de un hecho real: el de Barry Seal, un piloto comercial devenido en contrabandista narco e informante de la CIA.
Tom Cruise y su histrionismo registrado le ponen el cuerpo a Barry Seal: Sólo en América (2017), dentro de un relato que condensa los años más activos del piloto, en los que se involucró en uno y mil chanchullos en ambos lados de la ley, entregando como resultado una suerte de Blow: Profesión de Riesgo (Blow, 2001), combinada con la autoconsciencia de El Lobo de Wall Street (The Wolf of Wall Street, 2013).
Como es de esperarse, el impetu de Cruise es el alma de una fábula construida con el atractivo suficiente para atrapar incluso a aquellos que conociesen de antemano la vida y obra del polémico Seal. Breves “inserts” atemporales de Barry Seal explicando o acotando sobre aquello expuesto rompen con la temporalidad narrativa y ofrecen una dinámica interesante al conocido formato en clave “basado en hechos reales”.
Si bien las desventuras del piloto son el núcleo del film, la coyuntura histórica sirve como segunda línea de lectura y enriquece el resultado final. Los narcos colombianos, el cartel de Medellín, Pablo Escobar (personaje a quien deberían dar un largo descanso en la ficciones), la CIA, las presidencias de Reagan y Bush, son todos elementos que desde lo dramático exponen de manera crítica el manejo político de los intereses siempre cambiantes de las potencias mundiales, sus trapitos sucios y la guerra por el poder. Liman y el guionista Gary Spinelli no se quedan solamente con el protagonista colorido, buscan contar algo más.
Probablemente el único punto flojo sea la falta de profundidad en la propia moral de Barry Seal. Su nivel de participación en conflictos de naturaleza tan variada seguramente lo impactaron de maneras que la historia no sabe o elige no contar, inclinando la balanza en favor del mito. El diseño de arte ayuda a ubicar con eficacia en tiempo y lugar los hechos, y la producción en locaciones reales donde sucedieron algunos de los episodios descriptos agregan un plus a la realización.
Con una relato que pone el foco sobre un personaje tal vez no tan conocido pero definitivamente colorido, Barry Seal: Sólo en América prueba ser un entretenimiento más que interesante… y sin la necesidad de hacer correr a Tom Cruise: directamente vuela.