El dinero es lo primero
Hay películas que desde el principio se disfrutan. Con una introducción nostálgica, estilo video VHS ochentero, se muestran imágenes de archivo de la cultura americana mientras se abre paso a la aburrida rutina del piloto comercial Barry Seal. Su mundana vida le parece tan tediosa que provoca turbulencias para despertar a la tripulación a modo de distracción, pero todo eso cambia cuando recibe una proposición indecente…
“¿Es legal?” Pregunta nuestro protagonista al insoldable agente de la CIA impecablemente interpretado por el versátil Domhnall Gleeson, quien responde resumiendo la doble moral del sueño americano: “No si lo estás haciendo por los buenos” pausa para sonrisa malévola “y no te pillan”. Es un gran blockbuster en el mejor de los sentidos, perfecto para el público que quiera distraerse, pero también para el que quiera reflexionar. Mostrando los entresijos más oscuros de las políticas exteriores pero sin perder el humor, solo detalles para que la narración siga fluyendo de una manera muy atractiva.
Con el protagonista como narrador de su propia historia, la aventura va haciendo saltos entre los acontecimientos y algunas video-confesiones de Barry Seal, que aunque al principio puede desorientar, ayuda a entender el final de esta trama. El director Doug Liman y su fascinación por la auténtica política y los mecanismos del espionaje moderno son evidentes, como ya lo fueron en la lograda El caso Bourne (2002), pero los propios límites del film hacen que la crítica sea sutil y cínica para poner al entretenimiento como prioridad.
El tándem que formaron el Doug Liman y Tom Cruise en Al filo del mañana (2014) vuelve para quedarse, mostrando sus mejores armas en este film, ya que se aprovechan el uno del otro al máximo. Tom Cruise siempre absorbe los personajes que encarna, y en este satírico film derrocha carisma. Aunque sin salir del todo de su (últimamente) zona de confort de géneros de acción, es importante pensar que pocos personajes le quedan por explorar a un actor de su talla. A excepción de Entrevista con el vampiro (1994), el mundo de los villanos se podría considerar su única asignatura pendiente. Director y actor parecen haberlo pasado en grande con el enfoque cómico y en ocasiones ridículo del protagonista mientras va construyendo la increíble red de tráfico. Fotos propias del espionaje, coca, armas… Lo único que importa es el dinero.
El mordaz guión de Gary Spinelli y el dinámico montaje hacen de la entretenida película una excelente metáfora del sueño americano con una alta dosis de crítica. De una manera muy cínica se repasan algunos de los momentos más emblemáticos de los 80 en Estados Unidos. El contraste entre los discursos de Jimmy Carter sobre crisis morales y austeridad mientras la mayor preocupación de nuestro protagonista es donde guardar tanto dinero. La hipocresía de Nancy Reagan y su famoso “Just say no” con el tráfico de drogas como contrapartida. América es el lugar de oportunidades, no de culpas, como el propio protagonista dice en más de una ocasión: el sólo es el “gringo” que hace la entrega.
El antihéroe tendrá la clásica rise and fall, pero con unos detalles muy interesantes, ya que en este tipo de relatos siempre se suele mostrar al protagonista como el más listo del barrio. Incluso en la promoción de este film lucen en el cartel: “La CIA. La Casa Blanca. Pablo Escobar. Un hombre los engañó a todos.” ¿O todos jugaron con él? La CIA va (por lo menos) dos pasos delante de él, incluso cuando éste hace tratos con los narcos de Medellín… Este juego no se basa en una persecución o en una rivalidad para pillar al traficante Barry Seal. Es un juego de Estado, y la Casa Blanca siempre gana.