Barry Seal: sólo en América

Crítica de Jessica Blady - Malditos Nerds - Vorterix

NEGOCIOS RIESGOSOS

Tom Cruise insiste con meter un éxito durante este año.
Se nota que Tom Cruise y Doug Liman hicieron buenas migas con “Al Filo del Mañana” (Edge of Tomorrow, 2014) y ahora disfrutan trabajando juntos y planeando proyectos a futuro, mezclando la acción con toques de humor, aunque lo que se cuente en pantalla sea un poco más serio.

Así decidieron encarar, el director y el guionista Gary Spinelli, esta historia basada en hechos reales y entrada en Barry Seal (Cruise), un piloto comercial de TWA que, un poco aburrido de la rutina, empezó a buscar alternativas y terminó metido con la CIA, la DEA, el Cartel de Medellín y otros tantos chanchullos.

Barry ya venía traficando entre aeropuertos con nimiedades como cigarros cubanos, cuando Monty Schafer (Domhnall Gleeson), agente de la central de inteligencia, se le acerca con una proposición casi imposible de rechazar. Estamos a finales de la década del setenta, en pleno estallido de la Revolución Sandinista, un avance “comunista” por todo Centroamérica que Estados Unidos quiere evitar a toda costa.

Las primeras tareas de Seal, que ahora maneja su “propia empresa” fantasma, son infiltrarse (bah, sobrevolar) en zona enemiga y fotografiar los campamentos insurgentes. Pronto se suma el intercambio de información y dinero, Manuel Antonio Noriega y sus primeros, cruces con el narcotráfico de la mano de unos entusiastas Jorge Ochoa y Pablo Escobar, antes de que el cartel colombiano tomara verdadero impulso.

Barry no es un hombre que se asusta tan fácilmente, y el constante peligro y la adrenalina lo mantienen alerta. Pero en un punto la vida se le empieza a complicar entre tantos “kioscos” diferentes, una esposa (y un entorno) que empieza a sospechar, y un caudal de dinero ilegal que no cesa.

A la CIA no le queda otra que hace la vista gorda de los desmanes de Seal, un poco por miedo a la divulgación de sus propias misiones encubiertas; pero ya estamos en época de Reagan y la lucha contra las drogas y la moral, que meten en la bolsa a la DEA, el FBI y la mismísima casa blanca.

“Barry Seal: Sólo en América” (American Made, 2017) es una recolección de las hazañas de este muchacho, contadas con mucha ironía y humor cuando se trata de exponer el pasado americano. Liman no se contiene y nos pasea por la historia de los negociados yanquis, acá al mismo nivel de corrupción que los gobiernos latinoamericanos de la época.

Al final, todo termina siendo un viaje vertiginoso sin mucha sustancia o verdadera sensación de peligro. La comedia y la acción lo invaden todo, sin dejar mucho espacio para el análisis o la crítica de una situación que ocurrió realmente aunque supere ampliamente a la ficción.

A Cruise le sientan bien este tipo de personajes cancheros, aunque acá se le caigan algunas décadas. El gran problema del argumento, tal vez, son sus idas y vueltas, un recorrido entre ciudades USA y países de América Central que, por momentos, marea y le quita ritmo a la historia.

Lo mejor de “Barry Seal: Sólo en América” es su puesta en escena, una gran reconstrucción de la cultura de la época, y una narrativa particular que suma cierto encanto vintage y hasta un poco de animación.

No hay duda que los realizadores quisieron destacar esta cara tan oscura y sarcástica del “sueño americano”, donde no es millonario el que no quiere… el que no quiere ensuciarse las manos e involucrarse en varios negocios riesgosos. Desde nuestro lugar de pobretones de clase media baja lo disfrutamos, y nos reímos para no llorar de un nivel de corrupción y negociados que todavía siguen salpicando para todos lados, ya sea allá, acá o en cualquier lado.