Tom Cruise vuelve a trabajar bajo la dirección de Doug Liman en una película muy bien lograda.
Décadas del ´70 y ´80. El piloto comercial Barry Seal (Tom Cruise) acepta la propuesta de la CIA para unirse a una misión encubierta. Durante uno de los viajes se cruza con los integrantes del incipiente Cartel de Medellín, quienes le ofrecen sumarse al “proceso de entrega”. Y con el tiempo (a veces en simultáneo), Seal también trabaja para la DEA y los Contra nicaragüenses.
Barry Seal: Sólo en América (American Made, 2017) está basada en una interesante historia real. Los espectadores que no la conozcan se sorprenderán con la ajetreada vida del protagonista, y aquellos que hayan leído al respecto encontrarán una buena versión.
Mucha producción, dinamismo en cada una de las escenas y una fotografía que recrea de forma excelente la época en la que transcurre, construyen un todo que funciona. Estructurado por la acción, el drama y el toque preciso de comedia.
Además de tener un despliegue técnico importante y de contar con el protagónico de Cruise, la película de Liman se distingue por mostrar la convivencia del poder, la injusticia y la ambición. Un entramado en el que se perciben las mayores desigualdades y la utilización de un grupo de la sociedad por sobre otro.
Tan interesante como actual, Barry Seal: Sólo en América es un ejemplo de la corrupción y el escaso control que existe en muchas aristas sociales. Quizás verlo en la pantalla sirva para recordarlo y preguntarse por qué hay aspectos que continúan igual.