Con los narcos y con la Casa Blanca
Tom Cruise vuelve a pilotear un avión, a 31 años de Top Gun, con un personaje real y una historia increíble.
Es increíble cómo un actor puede pasar dentro del género, digamos, de acción, de un personaje seminefasto como el que Tom Cruise interpretó en La Momia al que le da su nombre al título de la película de Doug Liman -que ya lo dirigió en Al filo del mañana, y lo hará en Luna Park- que se estrena hoy.
Basada en una historia real, Barry Seal: Sólo en América sigue a este piloto de avión, que dejó la aerolínea comercial TWA algo chantajeado por la CIA por contrabandear cigarros cubanos en los años ’70, que es cuando transcurre buena parte de la trama.
“¿Es legal lo que hacemos?, le pregunta al agente de la CIA (Domhnall Gleason). “Si trabajás para los buenos, sí”, recibe como única respuesta.
Lo que hace es volar sobre los campos de rebeldes de Nicaragua, por ejemplo, en una avioneta y sacar fotos. Luego, con mucho más que el visto bueno de la Casa Blanca, arrojar armas para que reciban los Contras.
Pero Seal también hace changas para el Cartel de Medellín: por cada kilo de droga que le transporta a Pablo Escobar desde Colombia a los EE.UU. recibe un dineral, tanto que literalmente no tiene dónde guardarlo en su casa.
La película destila un humor ácido –Seal es un loco como piloto, y un tipo que arriesga no solamente arriba de la avioneta, o sea, un personaje que Cruise viene haciendo desde Top Gun a esta parte-. Hay muchas patadas a las administraciones de Carter y Reagan, se lo menciona al Clinton gobernador y al Bush vicepresidente de Reagan.
Y tal vez por eso, porque a los estadounidenses no los divierte tanto que les tomen el pelo o se rían de sus desastres en el Gobierno, es que Barry Seal no funcionó en la taquilla norteamericana.
Bueno, tampoco es una de acción trepidante, pero tiene escenas bien filmadas, se sigue con interés aunque por momentos todo parezca demasiado descabellado y las vueltas del guión hacen que no siempre se adivine lo que pueda sucederle a Seal, su mujer (la bella Sarah Wright), sus hijos y su joven cuñado (Caleb Landry Jones, Banshee en X-Men: Primera generación).
No está mal para pasar un rato, pero tampoco da para tirarse de un avión a verla.