Volando muy alto y sin medir consecuencias.
Con una forma muy dinámica y entretenida de contar la historia se presenta Barry Seal: sólo en América (American Made) bajo la dirección de Doug Liman y como principal protagonista el insuperable Tom Cruise con un rol hecho a su medida.
Barry Seal un piloto de avión de línea comercial, con el desgastante y cotidiano sacrificio que ello significa, un día recibe una propuesta de una empresa poco conocida (relacionada con los servicios de inteligencia americanos como podría ser la CIA) oportunidad de trabajo más que tentador -y no solo por la cantidad de dinero que le ofrecen- que consiste en hacer reportes fotográficos sobrevolando determinadas áreas de América central y latina para entregar a esta agencia. Lo que luego desembocará, de acuerdo con sus propias ambiciones, convertirse en traficante de drogas, armas de guerra, para completar con un combo de lavado de dinero que lo llevará a tener que negociar con la DEA pasar a ser un informante y testificar en contra de los socios colombianos narcos.
Basada en la historia real de este personaje, aunque se intuye que se han tomado libertades en cuanto a la escritura del guión cinematográfico, con excelentes resultados. Al igual que otro estreno de esta semana (El Informante, pero en ese caso la relación es con el FBI) es muy interesante cómo incorporan al relato imágenes de archivo con figuras del más alto poder político y en este caso también al estilo por momentos documental, con movimientos de cámara muy vertiginosos que no dan respiro al espectador.
Altamente recomendable con 1 hora y 55 minutos de puro entretenimiento.