Nosotros o ellos
Vamos por partes para evitar confusiones, derivaciones o comparaciones injustas. Avatar es de este año y Terra es de 2007. Las semejanzas entre una y otra son sospechosas cuando uno lee la sinopsis, pero el parentesco no es tan pronunciado como se cree. Sí, hay un subtexto relacionado con la ecología, pero la dinámica de ambas películas es distinta y los méritos y fallas de Batalla por Terra pueden verse, en primera instancia, de manera absolutamente aislada.
Por empezar, la animación no es nada novedosa y carece de rasgos que le den una mayor dinámica a los personajes desde lo expresivo, algo que es vital cuando se trabaja desde lo digital, ya que de lo contrario la imagen aparece demasiado plástica o inexpresiva, como sucede en la mayoría del metraje, particularmente en personajes humanos. Por otro lado, a veces el guión sabe compensar estas falencias: en lugar de apelar a una expresión se queda con la acción, eligiendo tomar planos expresivos desde los cuales transmitir el estado de ánimo, además de contar con una banda sonora cargada de teclados que le dan un tono de ciencia ficción algo retro que va a la par de la película a la hora de generar climas. En otros apartados el film desborda creatividad cuando va desmenuzando esa cultura que son los seres que viven en Terra, desplegando un crisol de color y movimiento que aparece, previsiblemente, contrapuesto al universo de los seres humanos invasores, que aparecen encapsulados entre el gris y el acero de su “arca”. Sin embargo, lo interesante se plantea cuando vemos los matices: el diseño luminoso de Terra tiene oscuridad bajo su superficie y la nave humana se sale de la uniformidad cromática cuando nos acercamos a los momentos más tensos del relato. En cierto sentido, desde lo visual podríamos estar hablando de una película que se sale de cierta ordinariez cuando el encuadre acentúa la pequeñez de alguno de los protagonistas ante lo desconocido: la secuencia de la terriana (?) Mala y el terrícola Stewart Stanton en las ruinas grises, más allá de los “límites” impuestos, es interesante por el extrañamiento que provoca, tanto como esa especie de ballena que vuela por los cielos de Terra en el vértigo de la batalla o durante el pacifico paseo. Son esas pequeñas rupturas e imaginativos detalles los que suman a la hora de hacer un balance de la destreza del director Aristomenis Tsirbas en la animación.
Pero centrémonos en el relato. En verdad el paralelismo con Avatar hace ruido aquí porque, leídas en un plan alegórico, la película de James Cameron se acerca más a la guerra en Medio Oriente, mientras que Batalla por Terra está más próxima a la conquista de los españoles de culturas como la Maya, Inca o Azteca. El hecho de que los denominen “dioses” a los invasores y la connotación religiosa de las naves en forma de cruz me resulta completamente contundente al respecto (aunque también hay un homenaje bastante consciente a La guerra de las galaxias). Por otro lado, en Avatar los invasores van por recursos que garantizarían la subsistencia de mega corporaciones, mientras que en Batalla por Terra es una batalla de dominación por la supervivencia. Es un escenario más cercano al “nosotros o ellos” que se plantea varias veces a lo largo de la película, sin la posibilidad de una convivencia pacífica como alternativa, dando un marco al antagonista para querer tomar acciones más “efectivas” antes que el diálogo. Por supuesto, el antagonista es un líder militar.
Pero no hay un maniqueísmo tan remarcado. A mi entender el general Hemmer está mejor construido como antagonista que el coronel interpretado por Stephen Lang en Avatar ¿Mis razones para creer eso? Bueno, Hemmer es cínico pero su desesperación por sobrevivir es comprensible. En una secuencia explica lo mucho que significa pisar la tierra nuevamente y salirse de los espacios confinados de la nave y razona de acuerdo a como fue formado para actuar, viendo cómo los órganos burocráticos no resuelven nada. El personaje de Lang es mucho más superficial en el desarrollo de la obra de Cameron. Pero saliéndome un poco de las comparaciones, tampoco aparece tan idealizada la cultura de Terra: su historia guarda tanta violencia como la de los seres humanos retratados en el film pero está, precisamente, más allá de los “límites” (esta es quizá una de las metáforas más flojas del relato), vedada a quienes viven pacíficamente y administrada por un grupo de “sabios”. Finalmente, la película se resuelve a partir de la convivencia pacífica pero no sin héroes de guerra y sufrimiento.
Finalmente, hay que destacar que no hay un romance entre los protagonistas. No sé por qué aparece en algunas sinopsis ya que dista de ser así. De hecho, la relación entre ambos es compleja y se mantiene en distancias donde prima la desconfianza a pesar de que hay un lazo emotivo innegable. Esta relación entre Mala y Stewart es lo que le da cierta dinámica novedosa al film, sin giros arbitrarios en sus actitudes y un desarrollo que en el clímax demuestra todas las facetas y contrariedades de esta relación.
En fin, como dije, a pesar de los puntos de contacto no es Avatar. Y tiene desde su historia más de un mérito para ser una película que se sostenga por sí misma a pesar de que desde lo estético no sea tan interesante. No me interesa demasiado aclarar el target, pero las muertes no son algo que aparezca de manera tranquilizadora, además de que alguna secuencia puede ser perturbadora. Que el espectador sea quién elija si lo va a ver (me importa poco la edad, como se habrán dado cuenta).