La batalla por Terra es un producto arriesgado, diferente a lo que hoy se conoce como cine infantil.
Se ha hablado de las similitudes con Avatar, aunque hay que aclarar que La batalla por Terra data de 2007. Lo único que queda claro, entonces, es que la originalidad no sólo es algo en desuso, sino que es muy difícil de hallar en el arte audiovisual. Por eso, las películas deben ser analizadas por lo que quieren ser y por lo que logran ser, a partir de cómo son. Lo demás, el contexto, en ocasiones se puede dejar de lado: salvadas las similitudes no sólo con Avatar, sino también con Star Wars, el film animado de Aristomenis Tsirbas resulta una interesante fábula sobre la supervivencia.
Las cosas son bien claras: por un lado, tenemos al planeta Terra, donde habitan una serie de criaturas sin maldad aparente, gobernados por un consejo de ancianos; y por el otro a los humanos, a bordo de infernales naves, buscando qué lugar colonizar luego de haber perdido todos los hábitats que ha ocupado. Al igual que Avatar, será el vínculo que mantenga una de estas criaturas con un invasor humano, lo que revierta la situación.
Claro está que a diferencia del film de James Cameron, aquí el punto de vista es el del extraterrestre (por decir de alguna manera). Mientras Avatar contaba el devenir de una invasión desde el que invadía, aquí lo que importa es la defensa contra esa invasión. Por eso, que aún pareciéndose, La batalla por Terra y Avatar difieren lo suficiente. El problema de la película animada (¿y Avatar no lo era también, acaso?) es que nos mete de lleno en el conflicto sin un trazado suficiente de los personajes: eso no estaría mal, si las acciones los definieran, pero los primeros minutos son de una fragmentación narrativa que atenta contra el interés en el relato.
Una vez que los personajes se asientan y que se genera el desenlace, recién ahí Tsirbas logra que el film nos emocione y nos interese. Más allá de su excesivamente explícito y didáctico comentario ecologista, lo que sobresale es una mirada más que interesante sobre la forma de sobrevivir. Si bien Tsirbas elige el pacifismo o la autodefensa violenta, logra insertar en el recorrido algunas preguntas en forma de acción: la mejor es aquella en la que se somete al mejor soldado (nuestro héroe) a elegir entre la vida de su hermano o la de una alienígena. Momentos como estos son los que sacan a La batalla por Terra de la chatura expositiva y visual en la que se ve inmersa el resto del metraje.
Lo que plantea el film es cómo ante la incertidumbre, el hilo de la vida y la muerte se torna más delgado, y lo que siempre termina perdiendo espacio es la comprensión y el raciocinio. Como en la reciente Cómo entrenar a tu dragón, el film de Tsirbas acepta la muerte como algo natural: no hay aquí negación ni simulacro. Y a veces hasta adquiere un gesto heroico. Si bien es cierto que muchas de estas decisiones clave que la película pone en el camino de sus personajes pueden convocar a la polémica, la falta de sentido del humor y la inexistente búsqueda de comicidad de La batalla por Terra la convierten en un producto arriesgado y diferente a lo que hoy se conoce como cine infantil.
Es su independencia estética la que transforma al filme de Tsirbas (que no es ninguna maravilla), en una obra más que recomendable.