Batman vuelve para poner orden
Hace 8 años que no sale. Anda con bastón y barba, tristón y ensimismado. La ciudad ha recuperado la calma. El sistema cree que no necesitará de protectores enmascarados. Pero los superhéroes siempre retornan cuando las papas queman. Y tal como anda el mundo, tienen trabajo de sobra. Desde las Torres, New York ha pasado a ser -para el cine- la ciudad más amenazada y la más salvada por los superhéroes. Esta vez el que promete acabar con todo es un villano anarquista que mata y baja líneas: ataca la Bolsa, arrea los ejecutivos de Wall Street, manda al muere a los poderosos y dice auspiciar un mejor reparto. Pero se le va mano: tiene una bomba nuclear lista para hacer volar por los aires a esa ciudad que quizá necesita de estas colosales masacres para exorcizar algunos fantasmas. Y entonces Batman decide volver. Deja a un lado su reposo y sale a la cancha. Hay que recuperar el orden. No sólo para poner en caja a tanto malvado enloquecido, sino, de paso, para aniquilar también esas ideas sobre la distribución de la riqueza y el sufrimiento de los postergados. Es un Batman más humano que nunca: renguea, Gatubela lo desaira un par de veces, se lleva a la cama a una millonaria, anda a las piñas (y recibe una soberana paliza) pero al final lograr recuperar la calma, salvar el mito y darle aire simbólico a su justiciera misión. Con abnegación, esfuerzo, solidaridad y mano firme, todo es posible
Que Nolan filma bien, no hay dudas. Sabe articular con mano segura personajes, subtramas, espectacularidad y grandes momentos. El filme tiene, por encima de su enorme despliegue visual, un buen estudio de los personajes, ritmo sostenido y algunas ideas que quieren ir más allá de lo fantástico. Es cierto que se alarga en algunas secuencias (defecto recurrente en estas producciones), que a veces es confusa y que tiene un aire algo pretencioso. Pero el resultado es por demás auspicioso: impecable factura, un par de actuaciones memorables (Michael Caine, Gary Oldman), historia bien armada.
El caballero de la noche ha vuelto para poner un poco de orden en un mundo que ya no cree ni en la policía (Robin al final es un poli arrepentido) ni en el poder. Gótica es esa ciudad paradigmática que, cuando todo está por derrumbarse, debe llamar a un señor infalible y heroico para calmar a un vecindario lleno de miedo.