El final de una trilogía. El final de una historia. El final.
“Todo lo que tiene un principio tiene un final“, decían las palabras de un personaje muy sabio que pertenece a una ya clásica trilogía de ciencia ficción. Muy acertadas sus palabras, sobre todo porque hacen alusión a que a veces ese final no es el esperado ni deseado, tanto por quienes forman parte de él como por aquellos que solo lo observan.
Christopher Nolan declaró hace poco que desde un principio siempre se tomó cada uno de los capítulos de esta incursión dentro del mundo de Batman como si fuera el último. Es decir, nunca dejó nada de lo que le hubiera gustado contar fuera de su relato, sabiendo (o pensando/soñando) de que llegaría el momento en el que él no necesitara más a Batman para contar una gran historia.
Con los trabajos que realizó entre medio de sus dos anteriores proyectos del encapotado demostró que había adquirido no solo la capacidad de transmitir a los espectadores su amor hacia el cine a través de otras sensaciones y otras imágenes, sino que también había mucho más ahí afuera para ofrecer que solo aquello que podía darnos a través de su visión del universo creado por Bob Kane.
Quizás muchos tomen esto como el cierre de una de las mejores historias jamadas contadas con este enorme personaje (lo fue antes de Nolan, lo seguirá siendo) dentro del cine. Pero es algo más también; es la carta de despedida de un realizador que logró convertirse en uno de los más importantes que dio el cine en los últimos años gracias a su talento, pero también a que supo aprovechar una enorme responsabilidad como ésta.
Repito, Batman fue, es y será uno de los iconos más importantes de la cultura moderna y popular. Hay muy pocas personas a lo largo y ancho de todo el mundo que no sepan la historia del hombre que decidió convertirse en algo más para construir un mundo mejor comenzando por su amada Ciudad Gótica. Llevarlo al cine no es para cualquiera, eso lo sabíamos, tanto fanáticos como simples espectadores, pero lamentablemente pocas veces lo defendimos y dejamos así que varios ensuciaran la capa que todos quisiéramos algún día llevar.
“El Caballero de la Noche Asciende” es un doble final visto así desde mi punto de vista, ya que a partir del momento que salgamos de la sala hablaremos en pasado, tanto para referirnos a esta historia, como así también a los que estuvieron involucrados en contarla.
Analizar un final, claro, conlleva a que tengamos sí o sí presente en nuestras cabezas todo lo que antecedió a este desenlace. “Batman Inicia” y “El Caballero de la Noche” no fueron más que indispensables accesorios que utilizó Nolan para llevarnos a donde quería, a donde el seguramente soñaba; la emoción y el fanatismo.
Sin dudas estamos frente a la película épica más emocionante que hayamos visto, ya sea en lo que va del año o considerando lo que dejaron los anteriores (más recientes, claro). Ni hablar, pero ni siquiera pensar el hecho de que pueda haber algún otro personaje nacido en cómics, y que haya pasado por los cines, capaz de ofrecernos la emoción que traslada Batman en este ultimo capitulo.
Secuencias y escenas capaces de ponernos la piel de gallina y generar algún que otro nudo en la garganta y lágrimas en los ojos solo las consigue dentro del cine este Batman. Eso ya es motivo más que suficiente e importante para ver como Nolan cierra su historia a través de esta película.
Pero a la emoción que desde el arranque nomas ya parece innata, también agreguemos condimentos necesarios para provocar lo segundo; el fanatismo.
¿Qué es ser un fanático? Difícil pregunta, a la cual podemos encontrarle una respuesta muy simple pero jamás definitiva; encontrar en una figura, un equivalente o simplemente en un significado la representación de todo aquello que nos encantaría sentir, disfrutar y experimentar, pero que por razones varias quizás no lo hagamos en nuestras vidas.
“El Caballero de la Noche Asciende” vuelve de lleno a la enorme y potente base moral e idílica que se construyó en “Batman Inicia” y que se puso a prueba en “El Caballero de la Noche” para justificar la existencia y cada uno de los pasos de nuestro héroe.
Por esa razón es que se convierte además en la más épica de las historias contadas con este personaje de por medio. La única capaz de transmitir sensaciones tan fuertes, tan profundas y tan capaces de convertirse instantáneamente en un recuerdo marcado a fuego para siempre en nuestras memorias. Eso parece no tener discusión.
Así y todo, con todo lo que hasta ahora engloba la última entrega de esta saga, no alcanzan las palabras (créanme; realmente no es fácil) para seguir hablando del espíritu del film sin hacer mención a lo tangible, a lo que podemos apreciar con algunos de nuestros sentidos y comprobar así su existencia.
Las emociones y sensaciones son difíciles de describir. El trabajo que las provoca y las transmite, parece a priori, un poco más fácil.
Es casi una obligación hablar de Christian Bale a la hora de mencionar los puntos altos (tangibles, repito) del film.
Su interpretación de Bruce Wayne es la imagen que difícilmente nos podamos borrar de la cabeza a la hora de pensar en Batman. Bale lo llevó al máximo, a la identificación absoluta, al punto en el que no puede uno ni siquiera pensar en otra cara debajo de la máscara, o en otra voz a la hora de escuchar sus palabras y, quizás lo más importante, en otro ser, con sus problemas, debilidades, virtudes y fuerza (tanto física como mental) a la hora de pensar en Batman.
En definitiva, Bale se convirtió en la imagen del Batman de nuestra generación, seguramente indiscutible, por más que los años azoten a ese merecido lugar.
Tampoco podemos olvidarnos de aquellos que, en el transcurso de la historia (y sus tres capítulos que la componen) lograron lo mismo: Michael Caine como Alfred, Gary Oldman como James Gordon y Morgan Freeman como Lucius Fox. Estos además, no solo por merito de los actores que lo representaron a lo largo del relato sino también por quienes le dieron sus palabras y sus roles dentro del mismo, se convirtieron en una reivindicación absoluta de lo que las mejores páginas de los clásicos cómics del defensor de Gótica alguna vez tuvo.
La nefasta representación que alguna vez se hizo de estos personajes (dentro del cine y de la televisión) fue complemente borrada y ahora solo resta celebrarla y disfrutarla.
Pero si de reivindicaciones se trata, también tenemos que hablar de dos de las máximas y llamativas características que ofrecía el film; Bane y Selina Kyle/Gatubela.
Sobre el primero solo pueden caer, al menos desde mi humilde lugar, aplausos. Físicamente imposible de sobrepasar, ideológicamente perverso y maquiavélicamente astuto para erigirse como el villano más peligroso al que Batman se haya enfrentado en toda su travesía. Tom Hardy, por más que haya dado toda su capacidad actoral para sobresalir, a veces resulta completamente irreconocible e injustamente “solo” será recordado el nombre de Bane.
Y Anne Hathaway con Gatubela, a quien en ningún momento del film llamaremos con ese nombre sino Selina Kyle, es la imagen viva (en carne y alma) del personaje de cómic en el que está basado.
El amor de Nolan hacia el universo de Batman está reflejado de forma inmensa con estas reivindicaciones, pero además con dos grandes aciertos más; los personajes interpretados por Marion Cotillard y Joseph Gordon-Levitt.
Hay quienes tienen el concepto de “libertad artística” muy sobrevalorado e idealizado, cuando solo alcanza con decir que la libertad al servicio de una excelente predisposición e inteligencia para contar una historia es quizás lo más importante que tenga “El Caballero de la Noche Asciende“.
Nolan nos pone piezas en el camino para hacer más grandes, valientes y épicos los pasos del personaje al que tanto amor y respeto le demuestra. Eso a estas alturas lo podían discutir muy pocos. Luego de ver lo que hizo en este film, dudo que quede alguno.
Antes de cerrar, obviamente hay que hablar por última vez del increíble apartado técnico que acompañó cada una de estas “visitas” a Ciudad Gótica.
La excelencia aquí está a la orden del día, ya sea por la inigualable y épica banda sonora compuesta esta vez en solitario por Hans Zimmer, como por la edición de sonido que acompaña cada erizo de piel y la fotografía artística de Wally Pfsiter.
Hay puntos verdaderamente demasiados altos donde estos tres aspectos (y otros más claro) coinciden ofreciendo momentos y resultados impresionantes; la escena del avión en donde conocemos a Bane, la primera aparición de Batman desde su exilio, la sublime irrupción de su nuevo chiche (conocido como el murciélago), el enfrentamiento entre Bane y Batman y el clímax casi en su totalidad, sin contar nada más, son algunos de ellos.
Repito sin contar nada más, ya que hay muchos más que son igual o más épicos que los anteriores gracias al trabajo de estos genios.
Como no puede ser de otra forma, no podemos cerrar estas palabras sin dedicarles algunas palabras más a él, único responsable de dar la cara y mucho más por un personaje tan amado y querido por nosotros como lo es Batman.
Chistopher Nolan sin dudas ofrece aquí un trabajo soberbio, incomparable con cualquiera de sus anteriores proyectos y eso que no estamos hablando de nada mediocre ni pequeño, sino de verdaderamente grandes y hermosas películas como son “Memento“, “Noches Blancas“, “El Gran Truco” y “El Origen“.
“El Caballero de la Noche Asciende” se las lleva puestas, no por ser “simplemente” como ya dijimos anteriormente el cierre de una historia magnifica, sino por que realmente va mucho más allá de todas ellas en materia de emoción, peso dramático, suspenso y acción.
Nadie puede pensar, luego de ver esta película, que Nolan se guardó algo para después. Es más, nos va a costar un montón imaginarnos con qué nos va a sorprender en sus próximos proyectos, aunque eso no viene al caso en este momento.
Con esta película Nolan demuestra, con total certeza y valentía, que está dispuesto y en condiciones de asumir un papel que muy pocos alguna vez ostentaron y preciaron; ser uno de los tantos padres que tiene Batman dentro de sus tantos renacimientos artísticos.
Nolan gracias a todo lo que hizo, y a la manera sublime en que lo finalizó, fue, es y será de ahora en más uno de esos artistas que demostró amor absoluto hacia un personaje que difícilmente algún día deje de significar la grandeza que representa Batman.
Nolan convirtió a Batman nuevamente en la figura heroica capaz de representar, trasmitir y traspasar todas las emociones que soñamos tanto siendo grandes como chicos. Nolan convirtió a Batman en una leyenda más en la cual nos encantaría creer y soñar. Nolan no solo adaptó a Batman a la pantalla grande…
Nolan adoptó a Batman para siempre.
Gracias a Nolan, una frase que siempre estuvo presente en nuestras cabezas, tomó más valor que nunca; “Superman es el superheroe que todos quisiéramos ser. Batman es el héroe que todos podemos ser“.
Simplemente gracias Nolan. Muchas gracias.