¿El último tic-tac?
"No estás viviendo, estás esperando lo peor" le dice Alfred a Bruce Wayne en un tramo del nuevo film de Christopher Nolan, que sumerge al héroe del título en un exilio que dura ocho años. Impulsado por el desorden y los nuevos peligros que amenazan a Gótica, Batman se ve obligado a volver al ruedo.
Batman: El Caballero de la noche asciende resume a lo largo de dos horas y cuarenta minutos una trama compleja en la que entran en juego muchos personajes e instala la paranoia de un gran atentado, resolviendo sobre los minutos finales demasiadas explicaciones.
El film no deja nunca de ser un gran espectáculo, por el despliegue de sus escenas y por los climas oscuros que tiene la historia y que acentúan el estilo de un realizador ya consagrado.
En este tercer eslabón, que se asegura es el último (al menos con el papel del héroe encapotado), se agrega Selina (Anne Hathaway), una hábil ladrona que se introduce en la mansión de Wayne y que, con el correr de los minutos, demostrará sus aptitudes (aunque no se explica demasiado el por qué) para la lucha. Aunque en la trama nunca se la llame Gatúbela, el personaje está en plena lucha, al igual que John Blake (Joseph Gordon-Levitt), el policía de buen corazón que sigue las órdenes del Comisionado James Gordon (Gary Oldman). Con algunos "mensajes" que se filtran en algunas de las imágenes (las del partido en el estadio), uno de los personajes comienza a tener más peso dentro del relato, aunque no conviene dar demasiados detalles al respecto.
La amenaza llega de la mano del villano de turno, Bane (Tom Hardy), un violento enmascarado que da un golpe a la Bolsa de Comercio y se reserva un plan aún mayor para sembrar el terror.
La película tiene sus secretos, sus vueltas de tuerca, traiciones y desfilan por la pantalla Marion Cotillard; el reaparecido Matthew Modine (el actor de Alas de Libertad, de Alan Parker) y, otra vez, Cillian Murphy como "El Espantapájaros".
Los fanáticos de la saga estarán de parabienes con esta nueva entrega que se toma sus tiempos para plantear lo que luego se transforma en un verdadero campo de batalla, con personajes celebrados y aplaudidos por el público de las entregas anteriores (el Alfred de Michael Caine aparece en los momentos justos) y los nuevos que arrastran sus propios conflictos.
Entre tanto enfrentamiento, alianzas, voladura de puentes, motos y aeronaves, Batman los mira a todos desde las alturas, otra vez con su capa flameante y con un tic-tac que avecina el peligro.