No cabe duda de que el anterior film sobre el célebre personaje de historieta, dirigido también por Christopher Nolan, está muy cerca de ser una obra maestra. Azar puro, se combinaron en él elementos en estado de gracia que no se repiten en esta tercera, tediosa última parte. Nolan, fetichista del guión, construye su film alternando escenas de acción mediocres con diálogos solemnes, y de la combinación solo salen indemnes Michael Caine y Anne Hathaway, que ponen un poco de humanidad en el asunto. La historia es simple aunque parezca complicada: un megavillano se apodera de Ciudad Gótica, la sitia y la saquea durante meses mientras pasea una potencial bomba atómica. Batman se enfrenta a él tras ocho años de exilio, pierde, se recupera y lo vuelve a enfrentar. Más algunas vueltas de tuerca que generan la necesidad de minutos extra de explicaciones y flashbacks (la “gran sorpresa” del film, por ejemplo). Es decir, nada que el espectador no haya visto, aunque revestido de una solemnidad poco adecuada para el caso, que hace que las casi tres horas (casi tres horas, repitamos) se sientan demasiado. Por cierto, se puede disfrutar de trabajos como el de Gary Oldman -probablemente su comisario Gordon es uno de los grandes papeles de su carrera-, de algunas secuencias de acción (algunas), del propio Christian Bale un poco menos pétreo que en otras oportunidades, y de algún acierto aislado. Pero, en general, es menos de lo mismo.