El caballero ronco...
Yo considero que Christopher Nolan es algo así como un milagro del cine contemporáneo: un fenómeno llamado a ser uno de los directores más talentosos, creativos e inteligentes de la historia del cine. Sin embargo, siempre consideré que su versión de Batman está completamente sobrevalorada por la crítica, y esta tercera entrega no es la excepción.
El fuerte de Nolan está en el guión y su habilidad de plasmarlo en imágenes, generando un clima sublime durante toda la película. Esta virtud sigue presente en el cierre de la trilogía. El problema es que, como en los dos anteriores capítulos, el exceso de dramatismo y el tiempo invertido en ambientar la historia juegan en desmedro de la acción. En The dark man rises las escenas de acción son nuevamente confusas e ineficaces, con planos extremadamente cortos y cámaras que pierden el foco. No hay impacto a la hora de los golpes y las balas, salvo por una escena bien lograda en la que interviene Anne Hathaway. Obviamente que Nolan no privilegia las escenas de acción en su versión personal del súper héroe, sino el suspenso y el estilo narrativo.
A nivel argumental, esta tercera parte pareciera ser un poco más pretenciosa que las anteriores, lo que por momentos la torna abrumadora. Las casi tres horas de duración son inevitables para presentar y desarrollar a más de una decena de personajes, que terminan conectándose entre sí en una historia que el director sabe concluir bien. En esta oportunidad hay más baches en la ejecución del guión, que simplemente se esquivan sin incurrir en detalles. Desde un Batman que no puede caminar a uno inminentemente atlético (gracias a un sujetador de rodilla...), hasta un Wayne perdido en dios sabe qué desierto que de un segundo a otro retorna a una ciudad Gótica amurallada e incomunicada sin que nadie se percate, casi por arte de magia.
La nueva versión del caballero oscuro concluye su trilogía, dejando más bien una saga policial noir que una de súper héroes. Yo no sé si las Batman debieran ser policiales o películas de acción, pero claramente mis expectativas del personaje son otras completamente distintas. En esta trilogía quise encontrar acción y diversión impactante, y sinceramente no la hallé. El Batman dramático, oscuro y con problemas del mundo real a mí no me llena los ojos. Por último, en este intento de humanización del personaje, de mostrarlo más verosímil, no me cierra que cuando tenga la máscara cambie la voz. Por qué Bruce Wayne se vuelve ronco con el traje, aun frente a aquellos que conocen su verdadera identidad, sigue siendo un misterio sin resolver.