El caballero de la noche y su resolución final
La nueva saga comenzó allá por el 2005 con la reveladora Batman Inicia, continuó su camino tres años más tarde con Batman: El Caballero de la Noche, sin dudas el punto más alto en la franquicia, y el jueves 26 de julio de 2012 llegó la esperada Batman: El Caballero de la Noche Asciende, el final de la franquicia que supo recomponer la mística del hombre murciélago.
La trama de esta tercera Batman (no hay ningún spoiler de importancia) se centra 8 años después de la muerte de Harvey Dent en una Ciudad Gótica limpia y con el hombre murciélago retirado a la fuerza por las lesiones físicas que obtuvo en aquella caída al salvar al hijo de Jim Gordon y fundamentalmente por asumir la culpa en la muerte del querido Dent. Como en todas las tormentas, la previa se presenta con una tensa calma que luego desatará la furia de un nuevo villano llamado Bane, que está dispuesto a destrozar la preciada tranquilidad de los habitantes de la cambiante ciudad. Batman deberá recomponerse y volver para luchar con Bane y tratar de reparar el orden en Ciudad Gótica.
Si bien me gustó, y bastante, en Batman: El Caballero de la Noche Asciende hay algunas cuestiones que fueron moneda corriente en la saga y que aquí le juegan una mala pasada. Christopher Nolan siempre intentó llevar a Batman a un universo más allá de la espectacularidad visual y la oscuridad, solo que aquí no pudo concretarlo al máximo. Tanto Batman Inicia como Batman: El Caballero de la Noche poseían en su metraje grandes pretensiones, profundidad, diálogos leccionarios, música ampulosa y una buena dosis de solemnidad, pero todo en un contexto que lo justificaba y lo sostenía a la perfección. Es verdad que la primera en porciones bastante menores a la segunda y quizás por eso es la peor de la saga, pero es la que cuenta con el Joker como villano principal la que posee todos esos valores potenciados, explotados y aprovechados a más no poder, generando como resultado un hito en la historia del cine. Una de esas películas que quedan para siempre en el imaginario popular cinéfilo. Batman: El Caballero de la Noche Asciende tiene también esos argumentos a su favor, aunque lamentablemente también en su contra. El Joker con sus apariciones aportaba descontrol (controlado y entendido solo por él), frescura, intensidad, humor y descompresión, mientras que aquí Bane llega para contribuir inteligencia, crueldad, gravedad pero fundamentalmente, mucha seriedad. Aquí se da la sustancial diferencia entre ambas películas, debido a que es ésa la cuestión que hace de Batman: El Caballero de la Noche Asciende una película con menos disfrute y más carga. El Joker era un bálsamo dentro de la solemnidad y la pretensión que planteaba Nolan a su idea. Toda la gestión del conflicto no resulta tediosa, pero tampoco atrapa a todos nuestros sentidos, porque algunas sobre explicaciones del guión (algo que también le paso a Nolan en El Origen) y la intención del gran realizador de Memento de hacer una historia épica termina quedando por momentos algo forzada e inconexa en su constante pretensión. Incluso la locura del Joker servía como para esperar cualquier cosa de Batman: El Caballero de la Noche, mientras que en Bane encontramos miedo (si, su personaje es tremendamente poderoso y temerario) pero no sorpresa, generando una especie de espera pacífica y no una espera de alerta e incertidumbre.
Más allá de todas estas cuestiones la película cumple a pleno y posee una potencia y una espectacularidad épica pocas veces vista en el cine de súper héroes. Christian Bale logra elevar aún más su gigantesca interpretación de Batman, Tom Hardy se calza el traje de villano y no defrauda en absoluto por su propia fortaleza e impronta y por el excelente desarrollo que impone Chris Nolan para sacarle el mayor jugo a toda esa maldad y resentimiento que posee y Anne Hathaway resulta ser la sorpresa de la cinta con una Catwoman comodín que se balancea con los malos y los buenos con total soltura y sensualidad. Marion Cotillard presenta quizás el personaje peor delineado y desarrollado, aunque la francesa tampoco queda mal parada del todo. Joseph Gordon-Levitt presenta bastante más lugar en el metraje que el que se prometía a priori, y realmente su actuación cumple con tesón, paciencia y empuje. Gary Oldman, Morgan Freeman y Michael Caine aportan nuevamente humor, carisma, ternura, fuerza y principalmente solidez a unos roles que quedarán marcados a fuego para siempre en sus fructíferas carreras.
Por otra parte, con Ulises Picoli hemos hablado bastante sobre cómo la cinta maneja las cuestiones políticas y que yo considero se resumen con el personaje de Hathaway. Catwoman establece un rol de equilibrio en el film donde coquetea permanentemente con el bien y el mal. Esa ambigüedad marca que el universo que plantea Nolan en la película existen dentro de las distintas esferas (la seguridad, los políticos, las clases sociales) generando un equilibrio que hace que la cinta no se incline ya sea para el bien o para el mal. Quizás otro ejemplo es cómo en la policía encontraremos a agentes capaces y comprometidos como Blake y Gordon, mientras que también habrá algunos temerarios, inseguros y torpes como Foley. Con esto quiero afirmar que no es sencillo de delinear el contenido político de la cinta, sino que es bastante más complejo de subrayar y analizar de lo que parece a simple vista.
Con todos sus argumentos positivos y negativos hay que destacar que Christohper Nolan jamás deja un cine cuyo visionado consiga indiferencia. Siempre plantea películas que se prestan y generan debate. Batman tenía que tener una resolución así de épica más allá de sus falencias. Un final que no pase desapercibido en su análisis y en su apreciación. Una conclusión que con todos sus pros y sus contras, resulta ser la película concluyente que merecía este Caballero de la Noche.