Batman vs Superman: el origen de la justicia nos presenta al hombre de acero siendo cuestionado por sus acciones. La humanidad teme a este superhombre capaz de destruir una ciudad entera en segundos. En ese marco, Bruce Wayne, en su doble vida como Batman, ve la urgente necesidad de detener la amenaza llamada Superman.
Si había alguna duda, el visionado del filme la despejará raudamente: Ben Affleck es el mejor encapotado de la época moderna. Su físico, rostro cuadrado y comportamiento psicópata, sombrío, lo convierten en un personaje de cómic viviente. El director Zack Snyder, se nutre del universo del dibujante Frank Miller para lograr una cinta oscura, violenta, entreverada, pero sin alma. Y obviamente esto no es culpa del encapotado, por lejos lo mejor del largometraje. El problema arranca con su némesis Henry Cavill en la piel del Superman menos carismático de la pantalla grande y chica. Sus parlamentos no lo ayudan, no es empático jamás y poco importa lo que ocurra con él. Se agradece la saludable inclusión de Gal Gadot como la sexy y dura Mujer Maravilla alejada de la versión catódica de los setenta pero con un aire de sofisticación acorde a los gustos de las nuevas generaciones. La cinta funciona además como una introducción a lo que será La liga de La Justicia (atentos a los guiños a otros héroes de DC).
Otro de los puntos bajos es el villano, Lex Luthor, encarnado por Jesse Eisenberg quizás el actor que más desentona. Su composición demasiado histriónica, al borde del Guasón, poco tiene que ver con el registro del resto del elenco. Cada vez que aparece en escena rompe el clima.
Sin el humor, la ironía y colorido de sus competidores de Marvel, esta película adulta carece de la puesta, climas y la integridad de la trilogía de Nolan. Se hace larga y abusa de los efectos digitales, rayos y centellas. Demasiado solemne y aburrida para ser una película de superhéroes. Un nuevo paso en falso de DC.