A pesar de su título Batman v Superman: El origen de Justicia dista de ser una mera contienda pugilística entre dos populares personajes del comic en la pantalla grande, ya que refiere a cuestiones de índole moral y filosófica en el contexto de un relato fantástico de puro entretenimiento, con un Superman en crisis soportando su condición de símbolo y figura –casi- divina otorgada y denostada por un mundo al que no termina de comprender. En tanto, en la vereda contraria, aguarda un Batman taciturno, fiel a su compromiso de justicia, aunque excedido por un mundo nuevo –por la aparición de alienígenas, tecnología kryptoniana y demás – ajeno a su naturaleza y comprensión.
Sin la pretensión de reinventar los códigos del género, Zack Snyder tiene el oficio y las credenciales necesarias para hacer de Batman v Superman: El origen de la justicia una película que opere como base sustentable en la viable organización artística del universo DC/Warner de la pantalla grande. Snyder es un director que ha dividido a las multitudes mucho antes del polémico desenlace de Man of Steel (2013), con su adaptación de 300 (2006), la novela gráfica de Frank Miller, que fue amada por el público y catalogada como un panfleto imperialista por buena parte de la crítica. En cambio, otros pusieron bajo la lupa la exhaustiva literalidad manifiesta en la adaptación cinematográfica de Watchmen (2009), de Alan Moore, una de las obras imprescindibles del noveno arte. Sea como sea y pese a quien le pese, al público jamás le resultaran indiferentes las producciones de Zack Snyder, un realizador a quien la crítica especializada ha impuesto un halo de escisión como característica imperante de su filmografía.
Zack Snyder demuestra ser un director con un exhaustivo e increíble rigor compositivo de sus escenas, idóneo para el manejo de enérgicas estéticas en función de enfatizar y puntualizar momentos, cual lienzo de pintura o portada de un comic. Es evidente que Snyder es consciente de sus virtudes y defectos, para los cuales reconoce los subterfugios apropiados cuando ha de desviarse de los límites relativos al manejo de el tiempo y la linealidad del relato. Si trasladáramos el estilo de Snyder a la gramática, morfología y sintaxis, entenderíamos las secuencias sus películas como un explícito cuerpo de texto manifiesto por sucesivos “punto y seguido”.
La impronta épica
Resulta indiscutible la densidad del material presentado en Batman v Superman, capa sobre capa de analógicas políticas, culturales, filosóficas y ontológicas, barajadas desde un relato concienzudo a cargo de Chris Terrio (Argo) y David Goyer (Batman Begins, The Crow) que imperiosamente proyecta el curso de ida y vuelta (?) en la línea temporal de este universo cinematográfico de DC Comics/Warner que comienza a constituirse.
Batman v Superman es el canto épico de mundos -concretos y oníricos- presurosos a transpolar y consolidar vehementemente en la pantalla grande muchos de los contenidos omnipresentes en la mitológica de viñetas de DC Comics. Muchos de estos futuros senderos argumentales comienzan a fraguar desde breves y prometedoras escenas que hacen las veces de oráculo en este canto épico, resultando como la parte de un todo que de momento no puede ser apreciado en plenitud, pero conmueve sobremanera.
La trinidad de DC Comics se convoca a escena
En las instancias de casting de BvS, algunos entusiastas expresaron un insólito fundamentalismo y virulencia por la elección de Ben Affleck como el caballero de la noche, pero al presentarse las imágenes oficiales y los trailers de la película, todos sus argumentos fueron rebatidos, llamándose a silencio. Ben Affleck ofrece una elocuente y admirable interpretación que aporta el (des)equilibrio necesario para un Bruce Wayne/Batman sumido en sus traumas, aversiones y paranoias, que contrastan con su determinación y heroica bravura. Sin dudas estamos ante la mejor encarnación de Batman en el cine: impetuoso, falible y carismático.
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Zack Snyder hace de la presencia de Batman una verdadera renovación en todo lo que respecta su puesta en escena, ya sea desde las escenas de acción, y el estilo de lucha en el caballero de la noche de Ben Affleck se muestra muy diferente a la reciente encarnación de Christian Bale durante la trilogía de Christopher Nolan. El actual Ben Affleck/Batman tiene un lenguaje visual pesado y demoledor, en connotación a la oscuridad y la violencia que contiene.
En tanto el Clark Kent de Henry Cavill es, paradójicamente, una vuelta de tuerca respecto al joven que tomo la determinación de presentarse al mundo como Superman en la precedente Man of Steel. Resulta sumamente grato ver crecer al personaje desde las dudas que lo invaden respecto al modo en que Superman es visto por el mundo y las reacciones que despierta en quienes lo consideran como una alegórica representación mesiánica y aquellos que, por temores infundados lo consideran una amenaza.
Batman v Superman presenta por primera vez en pantalla grande a Wonder Woman, la tercera representante de la trinidad de DC Comics interpretada por una encantadora Gal Gadot, quien se desenvuelve de manera convincente en su personaje, haciendo de Wonder Woman una mujer exótica e intrigante. Incluso desde su primera escena, la presencia de la amazona da rienda suelta a un inusitado magnetismo que evidencia un acierto respecto a la elección de Gadot para llevar la pantalla grande a un personaje tan significativo.
El maquiavélico y caótico Lex Luthor de jesse Eissenberg sin dudas resultará el elemento más controvertido de la película, muy distante del tradicional Luthor de las viñetas y series animadas, aunque las anteriores interpretaciones de Luthor en la pantalla a cargo de los consagrados Gene Hackman y Kevin Spacey, tampoco hicieron justicia al personaje. El caso es que el Luthor de jesse Eissenberg no desentona en la progresión del relato como el titiritero que mueve los hilos e instigador del conflicto entre los íconos más populares del mundo del comic.
Batman vs Superman orquesta una trama compleja que sabe sortear toda trampa caricaturesca simplista, adhiriendo a loables argumentaciones políticas respeto a “la teoría del enemigo interno” en contrapunto al juicio de valores de parte del senado de los Estados Unidos a un Superman catalogado como ajeno, “alien” y extranjero que actúa motivado por las buenas intenciones, pero sin rendir cuentas al Estado.
Batman v Superman: El origen de Justicia se vale de la cuota de profundidad y dilemas necesarios para dar sustancia a un relato de proporciones legendarias donde Zack Snyder, concienzudamente enlaza la mitología griega y la religión a conceptos inherentes al mundo de los superhéroes, y todo esto sin que tamaño evento pierda asertividad en su condición de “entretenimiento”, que a final de cuentas es la esencia misma de esta producción.