Al final de la película Avengers Infinity War (2018), Thanos había concretado su cometido: cosechar las gemas del infinito, eliminado al 50% de las criaturas vivientes del universo, estableciendo un inquietante balance entre la vida y la muerte. Al comienzo de Avengers Endgame encontramos doblegados a los héroes que sobrevivieron la tragedia, sus familiares y muchos de sus amigos ya no están junto a ellos – la sensación de la pérdida trasciende la pantalla- y es mucho más complicado vencer a Thanos en este momento. Pero hay una esperanza, por pequeña que parezca para recuperar las gemas y deshacer lo que hizo Thanos. Marvel Studios, claramente ha construido un macrorelato impresionante y sin paralelo, con cineastas y guionistas que en 10 años han tenido un papel importante que desempeñar llevando a la pantalla grande el universo basado en los cómics de Stan Lee y Jack Kirby. Avengers Endgame es una carta de amor -claramente con un tono muy nostálgico- a la épica (super)heroica, al mito moderno originario de la cultura pop. Con Avengers: Endgame, es hora de decir adiós. Tres horas de saludos, para ser precisos, con los que el Universo cinematográfico de Marvel se toma el tiempo de juntar todos los hilos sin enredar el sentido de la historia que quiere contar. Y cierra una fase épica, fundacional, muy amplia, conflictiva, a veces repetitiva pero con perlas y picos que resultan insuperables. , después de diez años. Avengers Endgame es el otro lado en el que descansa el largo arco de los personajes que nos han acompañado hasta este momento. Un final del arco iris en el cual hay oro, pero también hay lágrimas. El único spoiler que me permito develar es que esta vez no hay escena post créditos. Como se anunció, también veremos el último cameo de Stan Lee. Avengers Endgame de los hermanos Russo es una película sobre conflictos, con Thanos, el gran villano, que es humano y, al mismo tiempo, lejano de cualquier humanidad. Un personaje que busca la paz para no sentir más la furia ciega que lo consume. Pero también es una película sobre el derecho que todos tenemos para ser felices, para vivir nuestras vidas. Esta es una película de Iron Man y Capitán América, una película también sobre Thor y Black Widow y Hawkeye. Donde el resto de los Avengers concienzudamente sustentan la estelaridad del grupo fundacional. Los héroes de este ciclo de Marvel han construido una red de relaciones, conflictos y contradicciones que alcanza todo su potencial en Avengers Endgame, trabajando el aspecto psicológico e interpretativo de los actores, en su capacidad para mostrar las emociones, el sufrimiento, la alegría, los momentos de vacío que el miedo en el corazón de los héroes más poderosos de la tierra. Destaca un virtuosismo narrativo que apenas con dos pinceladas en un cameo de apenas unos segundos, o un par de escenas a lo sumo, es consistente con el rol y la historia de muchos personajes, logrando así una contribución lógica al desarrollo del capítulo final de esta épica macrosaga cinematográfica.
La película de James Wan es el mejor producto de Warner / DC Comics, quizás comparable a la Wonder Woman (2017) de Patty Jenkins. Destaca en Aquaman un guión sólido con ideas claras sobre cómo llevar el universo de superhéroes al cine. En lugar de “forzar” los personajes dentro de una trama en un tiempo y espacios definidos, elige crear una épica fantástica, coherente con su visión de Aquaman. Nuestro renuente héroe es Arthur Curry, el fruto de un amor inusitado que pretendió unir a dos mundos, desde el nacimiento hasta el desarrollo de sus poderes en su juventud, Arthur estará rodeado de verdades y mentiras sobre su verdadera herencia, contando con la guía de su padre humano (Temura Morrison) con quien aprenderá los verdaderos valores de un héroe, además de la tutela de Vulko, un consejero y guerrero atlante, excelentemente interpretado por Willem Dafoe. Jason Momoa (Game of Thrones) demuestra bravura y carisma para encarnar a un héroe diferente de todo lo que estamos acostumbrados en el ámbito de los superhéroes, alejándose de toda solemne postura y subrayando cierta irreverencia en la labor compositiva de un personaje en visible crecimiento a lo largo de la trama. Sin embargo, resulta una agradable sorpresa la participación de Nicole Kidman (Big Little Lies) personificando a la reina Atlanna, madre de nuestro héroe, para quien el relato depara una de las mejores secuencias de acción de la película. Mientras el Aquaman de Jason Momoa transita su jornada heroica, Amber Heard (The Ward) interpreta a Mera, una guerrera atlante que convoca al héroe de dos mundos. En esta épica fantástica no hay lugar para damiselas en peligro, la Mera de Heard resulta decidida, inteligente e independiente, tanto que en ocasiones hace de Aquaman su compañero de aventuras y no al revés . Arthur se negara a reclamar su trono atlante durante muchos años. Pero cuando la superficie comience a ser atacada desde las profundidades mediante un plan Orm – auxiliado por el Black Manta, quien tiene una deuda personal con Arthur desarrollada al principio de la película -, entenderá que su presencia en el fondo de los océanos es obligatoria. Es entonces que tanto al héroe como al público se le presentan al esplendor de la Atlántida en una alucinante y psicodélica visión del director James Wan. Aquaman rescata la sensación de asombro que el cine de entretenimiento en buena parte ha abandonado en la actualidad. Una comparación probablemente más adecuada para expresar lo que James Wan propone al público quizás sea la primera entrega de Señor de los Anillos (2002) de Peter Jackson, relato que disparan el imaginario de los espectadores hacia mundos y aventuras imposibles. James Wan ha creado un espectáculo para el regocijo visual, pero sobre todo, lo que es más importante, para la imaginación. Sostenido desde una trama intrigante y convincente, plena de ritmo sin mermar la intensidad en su desarrollo. En primer lugar todas las piezas que componen esta producción debían estar cuidadosamente orquestada, comenzando por su protagonista Arthur Curry/Aquaman, correctamente definido en su transformación de héroe obstinado a líder concienzudo. Vale destacar que los demás personajes, co-protagonicos y secundarios, se encuentran perfectamente definidos en este relato. En particular, el antagonista Orm – medio hermano de Arthur/Aquaman- interpretado con la característica solvencia de Patrick Wilson (El Conjuro), pergeñando desde las profundidades una gran ofensiva contra la superficie del planeta para vengarse de toda contaminación que ejercen los humanos en el medioambiente subacuático. Cansado de la situación, Orm desplegara un maquiavélico plan para forjar importantes alianzas que le dará la perfecta oportunidad de iniciar una ofensiva. La fuerza narrativa de Aquaman es entonces la esencia de un drama familiar, donde priman el dolor de la pérdida y la culpa que sopesan muchos de los personajes representados. El guion de Will Beall y David Leslie Johnson-McGoldrick presenta un trabajo formidable en el desarrollo de los antagonistas, como ya aclaramos con Orm, un villano de esos que el espectador amara odiar, y en particular con el Black Manta de Yahya Abdul Mateen II (The Greatest Show), quien es la personificación misma del clásico movimiento en que el héroe accidentalmente crea su mayor enemigo. Se suceden así los diversos desafíos que Aquaman enfrentara en alusión del mito de superación, en ostensible referencia al mismísimo Rey Arturo. En los tiempos en los que las superproducciones carecen de todo desarrollo, Aquaman es el clásico viaje del héroe de Joseph Campbell, presentando una historia clásica tan bien elaborada y eficiente que se siente por demás innovadora. Aquaman tiene de todo un poco, funciona a diferentes niveles más allá del simple entretenimiento: hay drama, acción, romance, aventura y terror. La película tiene un espíritu de aventuras del estilo Indiana Jones, en mixtura con otros varios años clásicos de 1970-1980, que van desde películas de “Simbad” hasta “Choque de los Titanes”, que resulta homenajeada desde una secuencia que ostenta la rúbrica de Wan y conseguirá hacer delirar a los entusiastas del realizador malayo, confirmado su alma como un “artesano” capaz de construir dentro del género mundos increíbles y emocionantes.
LAS CHICAS SOLO QUIEREN DIVERTIRSE La principal virtud de las entregas de las que se desprende la presente Ocean’s 8 era el juego, el espiritu lúdico, esa misma sensación de que en la pantalla todo el mundo se estaba divirtiendo mientras hacía divertir al resto. Y éstos últimos, nosotros los espectadores, a mitad de camino entre el cholulismo exacerbado y el entretenimiento real, disfrutabamos que Brad Pitt y George Clooney complementaran sus diálogos hasta el hartazgo (y la rídiculez), realizaran referencias de sus vidas personales (el final de Ahora Son Trece) y cometieran los robos de guante blanco mas inverosímiles de la historia del cine. A su vez, la trilogía de Steven Soderbergh era una remake del famoso rat pack, aquel grupo de amigotes que marcó el cine de posguerra de los ’60 a base del carisma de un puñado de películas (incluida la Ocean’s Eleven original) y estaba integrado por Frank Sinatra, Dean Martin, Sammy Davis Jr. y Peter Lawford. Como si lo anterior no hubiese sido tan hiperbólico como efectivo, la nueva entrega nos introduce a Debbie Ocean (Sandra Bullock), hermana de Danny (fallecido en la película), ¿y adivinen que quiere hacer? Sí, robar cosas: en este caso es un importantísimo colgante Cartier valuado en 150 millones dólares. Pero el ejericio de Gary Ross resulta fallido, en casi todos sus intentos. En Ocean’s 8 la reminiscencia termina en una mala copia, porque las secuencias de reclutamiento y el montaje dinámico con la voz en off (sobre) explicando lo improbable, lo hemos visto ya varias veces y como Bourne (Paul Greengrass, 2016), la repetición de la misma formula a través de distintas generaciones (de público y tecnología) raramente funciona. Por otro lado, el errado ejercicio reflexivo que intenta abordar el empoderamiento femenino parte de la interpretación de Gary Ross y la guionista Olivia Milch, al asumir que el mismo es motivado a partir (del engaño) de una figura masculina. Tema que sobrevuela toda la película de forma decididamente torpe (los hombres son relegados a un ridículo tercer plano, no existen en el mundo de Ross), este enfoque devuelve a foja cero todo intento reflexivo sobre el papel de la mujer en el género de los grandes robos. La vuelta de tuerca del final de Ocean’s 8 solo aporta más barullo a una narrativa que venía trastabillando y convierte a Ocean’s 8 en una entrega con más pretensiones que realidades, aunque ésta no logre más que divertir.
Han Solo: Una historia de Star Wars. Dirección: Ron Howard. Protagonistas: Alden Ehrenreich, Joonas Suotamo, Woody Harrelson, Emilia Clarke, Paul Bettany, Donald Glover, Thandie Newton, Phoebe Waller-Bridge, Jon Favreau. Estreno: 24 de mayo de 2018. Con emoción, sobresaltos y algún traspié, Han Solo: Una historia de Star Wars tiene el noble propósito oficiar como la introducción de tan magnífico personaje, interpretado entonces por Harrison Ford en la película original del 1977, el comienzo de un universo cinematográfico que inició Lucasfilms y que ahora se compone de diez películas, contando con cuatro producciones integrales en la era de Disney. Uno de los mayores temores desde la adquisición de Lucasfilm por parte de Disney, fue la promesa subsiguiente de lanzar al menos una película de Star Wars por año, a riesgo de manchar a los queridos personajes que supieron resistir el paso del tiempo y se arraigaron al corazón de varias generaciones. La idea de una película de origen para Han Solo era temida por muchos fanáticos incondicionales, per una irresistible tentación para la cartera de negocios del ratón Mickey. Han Solo: Una historia de Star Wars transitó una producción que supo generar incertidumbre debido a los problemas detrás de las cámaras, que llevaron al despido de Phil Lord y Chris Miller y a la llegada de Ron Howard, a quien prácticamente se le encargó poner en marcha -en tiempo record- un nuevo rodaje de casi toda la película. Sin lugar a dudas el verdadero atractivo de la película es el guion escrito por Lawrence Kasdan, responsable de buena parte de las apariciones de Han Solo en la pantalla grande, motivo más que suficiente para encomendarse a estas primeras aventuras por el hiperespacio en el Millenium Falcon. La presente es una nueva entrega de los spin-offs de Star Wars, con antelación ya habíamos conocido la sensacional Rogue One, película dotada de un tono oscuro, capaz de crear una verdadera retrospectiva después del Episodio IV. En tanto Han Solo: Una historia de Star Wars nos presenta el mundo del popular y encantador pistolero, un universo que obedece a los códigos del genero del western – con cierta impronta de cine de aventuras inspirada en las populares producciones de piratas de Errol Flynn-, donde se desafiaba constantemente a la muerte con un semblante festivo y apasionado. Han Solo: Una historia de Star Wars no arruina la esencia del legendario contrabandista y mercenario que gano el corazón de la princesa Leia. La película de Ron Howard tampoco desbarata la era moderna de las películas de Star Wars en Disney. Aunque ofrece una paleta de emociones comedidas en una aventura que de manera muy respetuosa –casi tímida- conecta y rinde tributo a tópicos implícitos en la mitología de los relatos de una galaxia muy lejana. Ron Howard (Una mente brillante aporta oficio, pulcritud y corrección desde la dirección, no obstante su intervención parece sumamente contienda, ausente de brío y actitud, lo que deja la película a la deriva respecto de un alma detrás de la cámara. El relato presenta al joven Han comenzar una transformación hacia el personaje que todos conocemos, perdiendo su inocencia. Además del inicio de esa genuina camaradería con el buen Chewbacca, y su vuelo inaugural en el Millenium Falcon .Mucho se temía que Alden Ehrenreich no estuviese a la altura de semejante desafío, pero es evidente como se apropia de tan icónico personaje, lentamente adquiere la expresividad y el carisma de la pretérita interpretación de Harrison Ford: en principio como un joven soñador que anhela ser un piloto, hasta el cínico contrabandista que todos conocemos. Entre los personajes secundarios destaca la pseudo figura del mentor de turno a cargo del genial Woody Harrelson (Tres anuncios para un crimen). En tanto Paul Bettany (Avengers Infinity war) oficia como la némesis de Han Solo, dejando su marca en un sádico y muy particular regente del crimen organizado. Bien vale destacar a Donald Glover (Community), quien sorprende y brilla en pantalla como Lando Calrissian, uno de los más pintorescos personajes de la trilogía original. Por su parte Emilia Clarke, por un momento se desprende de su canónico rol como la madre de los dragones de Game of thrones y ofrece una buena interpretación de Qi’ra, el primer amor de Han Solo, una mujer que fue capaz de abrirse paso hasta las más altas esferas del mundo criminal. Han Solo: Una historia de Star Wars también permite tener una nueva mirada respecto de esos –pocos- mundos marginales y sin ley, omitidos de interés y control Imperio. Incluso se desprende de cierta seriedad implícita en las principales películas de Star Wars y Rogue One, instancia que funciona perfectamente en el ritmo de la historia, con algunos giros argumentales que posiblemente encante o enerven a los fanáticos avezados de la saga. Por Javier Califano
Sin duda alguna no fue fácil hacer una secuela a la altura de la primera entrega de la adaptación fílmica de Deadpool, el mercenario jocoso y parlanchín interpretado por Ryan Reynolds. En 2016, Deadpool resultó una gran sorpresa y se consagró como uno de los más exitosos referentes de las películas de Marvel Studios, en el tándem de franquicias de los X-Men de 20th Century Fox (aunque ahora todo es propiedad de Disney). La película de Tim Miller resulto ser la primera adaptación de un popular personaje del mundo del comic mainstream en ser calificada como R / mayores de 17 años en los Estados Unidos, algo hasta entonces jamás pensado en una película de superhéroes. A pesar de esta restricción, Deadpool supo consagrarse como una de las producciones más rentables de aquel año. Por este motivo, FOX se encomendó a correr el riesgo de no tener miramientos, ni reserva alguna con Logan (2017), la emotiva despedida de Hugh Jackman y Wolverine, también calificada como Rated-R en los Estados Unidos. Aquella visión inicial de Tim Miller y Ryan Reynolds, fue recibida con unánime entusiasmo por la crítica y público en general. Pero las desavenencias creativas que implicaban abordar una secuela directa hicieron que el director Tim Miller no formara parte de la actual producción. Por lo que este segundo episodio está a cargo de David Leitch (John Wick y Atomic bonde), tomando las riendas de la dirección, consolidándose al otorgar a este implacable e intrépido bufón de las viñetas Marvelitas una idónea adaptación que se propone subir la apuesta de su predecesora: desafiando las probabilidades, la franquicia rompe el molde de la historia original y crea algo totalmente nuevo para Deadpool 2, manteniéndose fiel al personaje y ampliando su sensacional y delirante universo. Después de una primera película avocada a una historia de origen, que supo eludir fórmulas y convencionalismos, Deadpool vuelve más hablador, delirante y violento que nunca. Por demás dispuesto a romper la cuarta pared con la misma inteligencia y desfachatez que hace dos años. Ahora Wade Wilson/ Deadpool busca equilibrar su oficio como delirante super-antihéroe, su pareja con Vanessa (Morena Baccarin) y un delirante entorno de amigos. Pero aunque Deadpool sea un vulgar y divertido payaso, como el mismísimo Spider-man, se dará cuenta que los grandes poderes implican grandes responsabilidades: cuando un viajero del tiempo, llamado Cable, interpretado por el siempre magistral Josh Brolin, llegue al presente encomendado a la terrible misión de cobrarse la vida de un adolescente mutante dotado del potencial de poner en peligro la existencia de humanos y mutantes en el futuro. Entonces Deadpool tomara partido, decidido a hacer todo lo posible para proteger al muchachito… Esta vez, contando con un poco de ayuda. La primera entrega se dedicó a esclarecer que siendo también un mutante, Deadpool, mantiene una relación por demás ambigua con los populares X-MEN. Por lo que la trama le permite desarrollar un universo que es realmente específico para el personaje, ofreciéndole un círculo más amplio, dado que la película se encomienda a la génesis de la formación de la X-FORCE: un grupo de mutantes radicalizados, que difiere en su metodología con los X-MEN, siendo sumamente extremos y provocadores en sus métodos. Ryan Reynolds, siempre inquieto y multifacético, heredero del humor y elocuencia que en la década del ochenta perteneció al recordado Chevy Chase, es el actor ideal para encarnar al mercenario invulnerable. Reynolds, siempre involucrado con el personaje, resulta un apéndice en cuerpo presente de la cínica paleta de emociones que el personaje manifiesta en las viñetas. Josh Brolin, como Cable/Nathan Summers, consagra otra victoriosa interpretación de un personaje de Marvel después de su tremenda actuación como Thanos en el mega-éxito de taquilla Avengers: Infinity War (2018). Cable, el estoico y malhumorado viajero del tiempo, en manos de otro actor hubiese resultado una mueca de Clint Eastwood -medio cyborg- en plan fantástico. Pero la pericia de Brolin, encuentra la vuelta de tuerca ideal para la comedia en el gesto adusto y hastío del personaje, tal como años atrás lo hiciera como un jovial reflejo de Tommy Lee Jones en Men in Black 3. En cuanto a los roles secundarios, destacamos la actuación de la actriz Zazie Beetz (a quien vimos en series como Atlanta, Easy) como Domino, una heroína mutante manipuladora de la suerte, resultando sumamente genial en su tiempo en pantalla, manteniendo una elocuente química con Brolin y Reynolds, dándole al delirante Deadpool una antítesis serena y por demás irónica. Con Colossus (Stefan Kapičić) y Negasonic Teenage Warhead (Brianna Hildebrand), los X-Men vuelven a estar presentes en plan de llevarse a rastras a Deadpool por la buena senda… de maneras únicas. En tanto Julian Dennison (Hunt for the Wilderpeople. 2016), aporta todo el desenfado al joven mutante, que no podrá eludir el acecho del implacable Cable en su misión por salvaguardar el futuro de las especies. La trepidante acción y comicidad dará lugar a presentar una formación de la X-FORCE, integrada por Terry Crews (Brooklyn Nine-nine) como Bedlam, Lewis Tan (Into the Badlands) como Shatterstar, uno de los más emblemáticos personajes de la década del 90 en Marvel Comics, además de Bill Skarsgård, lejos de la siniestra mueca de Pennywise (IT) como Zeitgeist, y Rob Delaney como Peter… Si, crean que vale la pena verlos a TODOS en acción. Deadpool 2 se burla de las películas de superhéroes y de sí misma, estando brillante e ingeniosamente calibrada con hermosas secuencias de acción en astuta mixtura con el humor más desenfrenado. Esta segunda entrega se vale de todo el meta-cine de género superheroico y cultura pop que el público pueda registrar: aludiendo a personajes, actores, directores, producciones y eventos. Aunque algunas referencias no sean del todo transparentes para el espectador promedio, se disfrutan de sobremanera, sin riesgo que esto se convierta en una producción potencialmente más sectorial para fanáticos de los cómics. Deadpool 2 es una celebración que se vale de toda la pirotecnia del género fantástico y comicidad, desde los títulos de apertura, hasta la que puede considerarse como la mejor escena de poscrédito de la historia. ¡Máximo Esfuerzo!
AVENGERS: Infinity War, sin duda, es la película más esperada del año debido la magnitud de sus desafíos y promesas. Siendo la superproducción más costosa de Hollywood hasta el momento, marca el pináculo de diez años de trabajo en un ambicioso universo cinematográfico llevado a cabo por Marvel Studios. Las Gemas del Infinito, los objetos de deseo presentes a lo largo de las 18 películas de Marvel Studios. Cada una de ellas son reliquias que contienen en su estructura la esencia de todo el poder del universo, por lo que Thanos, el Titán Loco, ha lanzado su ofensiva final para recolectarlas, eliminar la mitad de los seres vivos del cosmos y así mantener el equilibrio en el universo. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Cuánto TIEMPO ha pasado desde el comienzo del viaje por las producciones de Marvel Studios que nos han conducido hasta el presente evento que se encuentra en las salas de cine? Vivenciar esta experiencia enardece el ALMA de todo entusiasta de la casa de las ideas y del ámbito del comic en cualquier rincón del mundo. El universo cinematográfico de Marvel tenía un último obstáculo que superar: el ESPACIO entre los protagonistas de cada superproducción, para convocarlos al calor del PODER del evento cinematográfico más ambiciosos de todos los tiempos. Claro que nada de esto habría sucedido sin la MENTE de Marvel Comics, el mismísimo Stan Lee, co-creador de muchos personajes que hoy están en la pantalla grande. A sus noventa y tantos años, Stan lee hizo REALIDAD el anhelo de aparecer en cada una de estas 18 producciones junto a muchas de sus creaciones en las viñetas. Esta megaproducción hace las veces de los eventos editoriales que Marvel Comics supó desplegar en las viñetas durante décadas: reuniendo a todos sus héroes en torno a una misión común, formando un crossover épico nunca antes visto en la pantalla grande. El periplo que condujo hasta AVENGERS: Infinity War representó muchos retos, requiriendo años de pasión, dedicación, trabajo duro y un enfoque minuciosamente cohesivo. Sin mencionar un gran sentido de los negocios y certeras estrategias de marketing. Durante dos horas y treinta minutos, los espectadores serán testigos de un evento al que le sobran credenciales para demostrar su valor como el entretenimiento más épico y emocionante desde la trilogía de El señor de los anillos. Los hermanos Russo (Capitán América y el soldado del invierno) resultaron capaces de ofrecer a cada uno de los protagonistas – un verdadero conglomerado de Superhéroes- su instancia de apogeo, consolidación y su propio gran momento emotivo. Eficazmente la trama despliega varios frentes, diseminando a los Avengers y Guardianes de la galaxia entre el planeta tierra y los más recónditos lugares del universo, convidando al espectador del placer de un encuentro sin precedentes en el que se alternan las más irrisorias y fascinantes alianzas de personajes. Con este primer capítulo de una épica de destinos cruzados y heroísmo cósmico, comenzamos a decir adiós a nuestros personajes favoritos, algunos de los cuales presentan aquí su última batalla. O tal vez no, porque si AVENGERS Infinity War resultó todo lo que cada ávido entusiasta ha deseado, también es todo aquello que jamás se ha atrevido a esperar. Es menester destacar la fuerza del guión elaborado por Christopher Markus y Stephen McFeely, enfatizando su excelente capacidad para gestionar el gran equilibrio entre la cantidad de personajes y el contenido del relato, distribuido de forma inteligente para proporcionar la mayor cantidad de información sin apesadumbrar el ritmo narrativo de la película. El guión y desarrollo de personajes ha permitido a los actores -a los muchos actores de esta película-, expresarse de la mejor manera para concretar y llegar a la esencia de cada uno de los superhéroes que aquí se dan cita. Pero por sobre todas las cosas, el guión otorga el espacio idóneo para que el villano, la máxima fuerza de la película, brille con luz propia sin necesidad de apoyarse en estructuras antagónicas. Thanos es la parte más sorprendente, cautivadora y fascinante de Avengers Infinity War, es el villano perfecto, caracterizado y estudiado en detalle. Un personaje que cautiva y sin miramientos arrastra al espectador por su historia, mediante una personalidad bien definida y una línea de pensamiento extremadamente detallada. ¿Querés saber quién es Thanos? Enterate más aquí. Mediante la magia de la actuación de captura de movimiento, un genial Josh Brolin (No country for the old men) nos ofrece a un Thanos que resulta un villano poco convencional. Este oponente titánico es el corazón de AVENGERS Infinity War, un villano con ribetes de antihéroe, tan trágico como intimidante. Proveniente desde el ámbito de las viñetas, Thanos ejerce una fascinación similar a la que manifiestan entrañables villanos del séptimo arte como Darth Vader, el coronel Kurtz o Hannibal Lecter. Un personaje deslumbrante que destila sensatez en el resolutivo desempeño de sus descomunales acciones, a la altura necesaria para ejercer una dominación física y moral sobre sus oponentes: Los Avengers y los Guardianes de la galaxia. Por primera vez en el universo cinematográfico de Marvel todo es posible y nada está sujeto a fórmalas magistrales, como muchas otras veces hemos considerado. Avengers Infinity War es una apuesta ambiciosa, que se permite jugar con las emociones y creencias de todos los entusiastas. Al llegar el abrumador final de la película, los espectadores quedaran atónitos y confusos, Pensando mucho más sobre lo sucedido que en aquello que esta por suceder con la segunda y última parte de AVENGERS Infinity War, que llegara a las salas el año próximo. Avengers: Infinity War es la emocionante y conmovedora reunión de aquellos superhéroes a los que acompañamos en la alegría en sus victorias y la tristeza en sus derrotas, ya se trate de los cómics o el mundo del cine. Que “Avengers, reunidos” sea el grito que resuene desde lo más profundo del universo. Salud!
Título original: Lady Bird. Origen: EE.UU. Año: 2017 Directora: Greta Gerwig Guión: Greta Gerwig Elenco: Saoirse Ronan, Laurie Metcalf, Tracy Letts, Lucas Hedges, Timothée Chalamet, Beanie Feldstein, Lois Smith, Stephen Henderson, Odeya Rush, Jordan Rodrigues Duración: 94 min. Distribuidora: UIP Estreno: 1 de marzo de 2018 Lady Bird, la película escrita y dirigida por Greta Gerwig, retrata a una adolescente moderna en pleno despertar a la sexualidad, fijada en una idea de la libertad romántica con la que planea influir en su destino. Lady Bird es el seudónimo del personaje principal llamado Christine McPherson (Saoirse Ronan), quien de manera enfática rechaza su nombre de pila para dar lugar a una nueva identidad. Lady Bird es una honesta autobiografía de Greta Gerwig, quien se desdobla en pantalla a través de la descomunal interpretación que ofrece Saoirse Ronan (Hanna, Joe Wright 2011), como una cautivante y enfática adolescente sofocada por los últimos días de la preparatoria en una escuela católica. Las ansias de remontar vuelo de aquello que considera una vida sumamente monótona, se verán sacudidas por raptos de desesperación y la incontrolable necesidad de aventurarse a la edad adulta Esta montaña rusa de descubrimientos y emociones propicia que el relato celebre giros que sutilmente rondan entre el drama y la comedia. La agridulce crónica adolescente de Gerwig presenta una galería de personajes secundarios entrañables que, sostenidos por solidas interpretaciones, resultan frescos, auténticos y sin estridencias o sensacionalismo alguno. Tanto la familia de la irreverente heroína de turno, en la cual destaca el personaje de su madre, Marion (Laurie Metcalf), la mejor amiga de Lady Bird y algún novio desorientado ante el propio despertar sexual, cuestionan en conjunto la disyuntiva de ser o parecer que acompaña a la protagonista de la historia. Si bien Lady Bird es el debut de Greta Gerwig como directora, es colaboradora habitual en guiones con Joe Swanberg, con quien codirigió Nights and Weekends (2008), producción del cine independiente del subgénero Mumblecore. Dato: Mumblecore refiere a producciones Indie, en la que sus protagonistas oscilan entre los 20 y los 30 años, inquietos de encontrar su lugar en el mundo. El caso es que los personajes en estas películas balbucean al hablar y se dificulta su comunicación, una suerte de metáfora que expresa lo incapacitados que se encuentran de manifestar sus deseos y emociones de forma clara y evidente. Además, Greta Gerwig escribió con Noah Baumbach el guión de Mistress America (2015) y la genial Frances Ha (2012), película que podría considerarse como la secuela directa de la presente Lady Bird. Frances Ha (2012) y Lady Bird (2017) encuentran su común denominador en la crisis existencial y la ruta que trazan las protagonistas de ambas películas: a los 17 la Lady Bird de Saoirse Ronan (espejo de Gerwig) transita la adolescencia en el intento de ser alguien a pesar de que aún no ha alcanzado una ansiada madurez, mientras que la Frances Ha de Greta Gerwig sobrelleva a regañadientes el inicio de su fase adulta arrastrando caprichos y rebeldías propias de la adolescencia. Gerwig logra traer una historia repleta de sensibilidad acerca de una joven que destila extravagancia en plan de huir de todo aquello que considere común, aburrido u ordinario. Lady Bird es una obra conmovedora que hace eco en nuestros sueños y nuestras más profundas aspiraciones en estado puro, mucho antes de ser tamizadas por golpes del destino o pequeñas adversidades. Lady Bird presenta un personaje realista, palpable, excepcionalmente bien moldeado por Saoirse Ronan, pero impulsado aún más por el guión de Greta Gerwig, otorgando una magistral y sincera visión femenina de la adolescencia como una etapa emocionante y desconcertante de la vida. Por Javier Califano
Black Panther probablemente sea una de las películas del universo cinematográfico de Marvel con más estilo y personalidad desde Capitán América: el soldado de invierno (Joe Russo, 2014), presentando un variopinto de atmósferas que se pasean desde la épica fantástica hasta la intriga y el espionaje. Las películas de Marvel Studios trasladaron a la pantalla grande un sello de calidad e identidad que supo consolidarse en los últimos 10 años gracias al prestigio de personajes de larga data en el ámbito de las viñetas. Aunque buena parte del volumen de producción de Marvel Studios en los últimos tiempos no se mueva de una cierta zona de confort – que puede tornarse redundante y ajustada a una fórmula magistral -, haciéndose difícil mostrar algo diferente a su creciente número de espectadores, cada vez más ávidos por novedades. De modo que se hace más notoria la distinción de películas enraizadas a la identidad de sus realizadores, o el peso de su relato: es el caso de ambas entregas de Guardianes de la Galaxia (2015, 2017), Thor: Ragnarok (2017) y Pantera Negra que, en esta oportunidad, se contrapone a todo lo que ya se ha visto en la factoría de la casa de las ideas. Desde mediados del siglo XIX la literatura corono al continente africano de aventuras y misterios más allá de la imaginación. Esta fue la influencia de Stan Lee y Jack Kirby, patriarcas de Marvel Comics, para situar en el corazón del continente a la ficticia nación de Wakanda , cuna de los relatos de Black Panther. Un personaje que desde su primera aparición en Fantastic Four# 52 (1966), destaco como un interesantísimo héroe, de cuantioso desarrollo narrativo y una riquísima tradición. Desde tiempos inmemoriales el reino de Wakanda ha protegido su mayor recuso natural: el Vibranium, un metal precioso adosado a inimaginables propiedades, que hace de este lugar un prodigio del desarrollo científico-tecnológico que por milenios ha ocultado su verdadero potencial, por encima de los canones de civilizaciones entreveradas en conflictos bélicos. El realizador Ryan Coogler, responsable de Fruitvale Station (2013) y Creed: (2015), toma entonces las riendas la nueva superproducción de Marvel Studios, que resulta una celebración al entretenimiento que sutilmente deja entrever temáticas socio-políticas contemporáneas que darán que hablar. Si bien estamos hablando de una película que trae como protagonista a un superhéroe de ascendencia africana y todo su fascinante universo, lo que obviamente es importante es que Ryan Coogler como director apela viejo arte de contar una historia. Destaca la importancia otorgada a la trayectoria y simetrías que definen con igual relevancia al protagonista y del antagonista, independientemente de tratarse del héroe o villano de turno. Si Capitán América: El Soldado de Invierno (2014) fue una de las producciones más políticas de Marvel Studios, en Black Panther la política es mucho más intrínseca. No estamos ante una película de orígenes, dado que ya conocimos a Black Panther en Capitán América Guerra Civil (2016), cuando T’Challa tuvo que heredar el trono después del magnicidio de su padre. El carismático rey T’Challa intenta hacer lo correcto para su pueblo, pero en el proceso descubre un complot que atenta contra su liderazgo. A pesar de tener un gran poder sustentado desde la parafernalia tecnológica – dejando al mismísimo Iron Man/ Tony Stark en ridículo -, es su responsabilidad e impacto como líder en su comunidad la mayor fortaleza de T’Challa como monarca, y de Black Panther como protector de su pueblo. Aquí se exponen dos visiones de mundo, bien al estilo de las ideologías de Malcom X y Martin Luther King respecto a la unión y libertad para el pueblo negro y, por supuesto, la revolución. Por un lado tenemos T’Challa/ Black Panther (un cautivante Chadwick Boseman que dota de matices a su personaje), quien asume la responsabilidad como el monarca de Wakanda. Como un meticuloso rey, promueve la unidad de su pueblo para concebir la integración y apertura política del reino de Wakanda al mundo, aludiendo a los principios de coexistencia pacífica de Martin Luther King. En tanto que Killmonger (un sorprendente Michael B. Jordan), tal como Malcolm X, harto de persecuciones terroristas racistas, planea utilizar la supremacía de su pueblo para restablecer una condición de poder en el mundo, revelando la verdadera y oculta naturaleza de Wakanda. Por primera vez en las películas de Marvel, el impacto en el discurso de un antagonista como Killmonger puede causar en el espectador algunas plausibles reflexiones. Sin embargo resultan cuestionables sus motivaciones y todo aquello que hizo para llegar a luchar por el trono de Wakanda y de los congéneres que viven en el mismo continente. Resulta cautivante la propuesta de diversidad e igualdad, para nada panfletaria, encarnada en las cuatro mujeres que, junto a Black Panther, son protagonistas de la escena. Lupita Nyong’o, Danai Gurira, Angela Bassett y Letitia Wright, interpretan al entorno cercano del nuevo héroe de Marvel que arriba a la pantalla grande, ellas, literalmente se roban cada escena de este sorprendente espectáculo. En tanto el villano Klaw , ya visto en Avengers: Age of Ultron (Joss Whedon, 2015), magistralmente interpretado por Andy Serkis incita y desvía toda primera intención de revolución promulgada por el antagonista Killmonger interpretado por Michael B. Jordan (Creed). El tono y la atmósfera alrededor de la épica del héroe de un pueblo superior, junto al protector de toda una cultura y por extensión del mundo entero, resultaron idóneos para el desarrollo argumental de Black Panther. Nadie es consciente del verdadero poder del reino de Wakanda que, aislándose del resto del mundo, supo convertirse – deliberadamente – en un enclave cuya ciencia avanzada está protegida por la voluntad de un pueblo que defiende sus tradiciones y su identidad. Una paradoja fascinantemente que juega entre el pasado enraizado y la utópica promesa de un sorprendente futuro que acontece en el presente. El extraordinario relato de Black Panther promueve peligros inesperados que perfilan en el núcleo más cercano de nuestro héroe. Es el antagonista y contendiente al trono quien pretende transformar el aislamiento del reino en la agresión motivada con el deseo de dominar, dando rienda suelta sentimiento de venganza contra un mundo que nunca ha tenido consideración alguna para el pueblo africano a lo largo de los siglos. Mucho más que en cualquier otra película Marvel Studios, Black Panther posee claramente una identidad política precisa, un soberbio mensaje anti-racismo y la celebración de una épica que alude a la igualdad entre hombres y mujeres. Pero por sobre todas las cosas destaca un interesante enfoque acerca de la responsabilidad personal de un rey frente a un pueblo, y que junto con el respeto, también refiere a la tradición y creación de un mito en nombre de la auto-preservación de un pueblo.
Ficha técnica: Título original: The Greatest Showman Dirección: Michael Gracey. Guión: Jenny Bicks, Bill Condon (Historia: Jenny Bicks) Música: Benj Pasek, Justin Paul Intérpretes: Hugh Jackman, Michelle Williams, Zac Efron, Zendaya, Rebecca Ferguson, Diahann Carroll, Fredric Lehne, Yahya Abdul-Mateen II. El Gran Showman está inspirada en la atracción circense conocida como “El mayor espectáculo sobre la Tierra” creado por Phineas Taylor Barnum, un pionero emprendedor en el ámbito del entretenimiento. Nacido en 1810 en Bethel, Connecticut, Barnum sentó con sus ideas y su valentía, las bases del espectáculo moderno con su increíble visión para los negocios, determinación y su deseo de hipnotizar al público con sus espectáculos. Su extraña y única creación, el Museo Americano (1842), fue el prototipo de lo que más tarde se convertiría en el circo tal como lo conocemos hoy en día. Si de visionarios se trata, la película de Michael Gracey comienza desde el final: vislumbrando un gran juego de luces y sombras, con la puesta en escena de una pista de circo donde se despliega un acto que cautiva y encanta al público, en tanto se prolonga el instante de prestigio, aguardando por un aplauso que nos remonta a la juventud del protagonista, iniciando el camino que lo llevó a la invención del circo. Mientras se suceden embriagadoras melodías, que elocuentemente coreografiadas hacen un consecutivo in crescendo de instancias sublimes, queda en claro que no todo es una edulcorada visión plagada de cuadros musicales. Toda la película está impregnada de prejuicios: donde ser diferente resultaba un crimen imperdonable, del mismo modo se muestra la división en clases de la sociedad de entonces, en que a pesar del éxito obtenido, los orígenes humildes siempre se consideraban motivo de vergüenza. El director Michael Gracey, hace de El gran Showman una evidente exaltación de la diversidad, donde las personas especiales encontradas por Barnum, todos esos que la sociedad señala como Freaks, son contratadas como los protagonistas de su circo. Sobrevuela en todo el relato un fuerte grito de lo hermoso, importante y liberador que representa la variedad – no es coincidencia que nunca se use la palabra monstruos para señalar a la mujer barbuda- interpretada por Keala Settle, la indiscutible revelación de la película -, el gigante irlandés, el pequeño general y todos los personajes de un espectáculo tan hermoso como único. Hugh Jackman y Zack Efron encabezan una historia concebida desde la magia de perseguir los sueños aparentemente imposibles, buscar un lugar en el mundo y la locura de romper con todas las convenciones implícitas. Merece una especial mención el lugar que se le otorga a la crítica especializada, aquella que en ocasiones denigra todo a su alcance siendo incapaz de proponerse disfrutar de una producción por lo que es: pura diversión y alegría. Hugh Jackman es el alma de la película, hecha a su inmensa medida, la de un artista que la gran mayoría del público solo aprecia en los éxitos de taquilla en los que interpreta a Wolverine, el más popular de los X-Men de Marvel Comics. Jackman tiene una presencia escénica y un carisma perfecto para el musical, y El gran Showman – por encima de Los Miserables – pone de manifiesto toda su calidez y magnitud para el género. En tanto Zac Efron viene consolidando una carrera en Hollywood lejos del estereotipo del galán de turno, en esta oportunidad sorprende con una primera prueba verdaderamente desafiante en la que sube la apuesta para saca a relucir la madurez adquirida en Hollywood. El gran Showman le reserva a a Efron junto a la joven y muy carismática Zendaya una escena de enorme belleza coreográfica y romanticismo en escena. Por sobre todas las cosas, cuando la historia de PT Barnum y su grupo de marginados se transforma en música, desata todo el potencial del género musical, una energía avasallante y conmovedora. El gran Showman resulta una gran película que además es una sincera celebración a los valores de la diversidad. Por Javier Califano
“Star Wars: Los últimos Jedi” de Rian Johnson, abre nuevos horizontes para la opera espacial por antonomasia en uno de los capítulos más audaces de la saga. El octavo episodio cuenta con bases realmente sólidas, consiguiendo una fuerte identidad capaz de alejarse del trabajo “clásico y nostálgico” de Star Wars VII: El Despertar de la Fuerz (2015) planteado anteriormente por JJ Abrams. Presentando una narrativa por demás fuerte y convincente, “Los ultimos Jedi” funciona como punto de inflexión y la consagración para la nueva trilogía en curso. El director Rian Johnson (Brick, Looper) se permite deconstruir todos los elementos pertinentes a la mitología de la saga, lejos del respeto casi religioso y nostálgico propuesto anteriormente por JJ Abrams, y en el mejor de los sentidos se apropia de Star Wars como ningún otro realizador lo ha hecho antes, llevando al espectador a una aventura galáctica sumamente impredecible. Durante 2 horas y 32 minutos, Star Wars: Los últimos Jedi es un torbellino de acción, emociones y sorpresas… La película detona todo sentido de previsibilidad, sin margen a teorías preestablecidas por rigurosos entusiastas respecto al devenir de la saga o los personajes implicados en la misma. Por lo que bien vale mencionar una muy inteligente campaña promocional por parte de Disney y Lucasfims desde la cuidadosa elección de escenas que componen los tráilers, sin haber develado línea argumental alguna de la película. Detrás de una impronta épica y su manifiesta belleza visual, Star Wars: Los últimos Jedi, acaso resulte la más audaz entrega de la saga, donde Rian Johnson se permite jugar con elementos de la trilogía original (1977/1980/1983) y la trilogía de precuelas (1999/2002/2005) para ser reformulados y adquiridos por el audaz peso dramático del presente relato. Con Star Wars: Los últimos Jedi, Johnson presenta una película sobre Luke Skywalker, impulsada por el mismísimo Mark Hamill, aquel joven actor que maduraba a la luz de la trilogía original iniciada en 1977, retomando en 2017 a un Luke Skywalker como la sombra de viejo maestro Jedi, un tanto sabio, medio loco, lleno de remordimientos y soportando el peso de una leyenda que lo precede por un magnífico y sorprendente viaje. Mientras que Abrams en Star Wars VII: El Despertar de la Fuerza (2015) tuvo un éxito ostensible en la caracterización del tormentoso Kylo Ren y el despertar de la fuerza de la joven Rey, esto ha servido de base a Ryan Johnson para conseguir la evolución progresiva y reformulación de los personajes, pero manteniendo el equilibrio entre los mismos. En esta entrega se hace hincapié en las dudas que aquejan a Kylo Ren y Rey-acompañada por Luke en carácter de guía y maestro- respecto de la luz y el lado oscuro de la fuerza, llegando a cuestionar el rol de ambos en el conflicto que los precede. Una estupenda Daisy Ridley ejecuta un perpetuo equilibrio entre emociones incontenibles e inocencia para interpretar los primeros pasos de Rey en el camino de iniciación de la fuerza, motivada por sus convicciones y la búsqueda de sus orígenes, pero cuando su trayectoria coincida con la de Kylo Ren el relato habrá de adquirir una nueva e inesperada dimensión. Por su parte Adam Driver (La estafa de los Logan) hace una inobjetable labor en su interpretación de Kylo Ren, un personaje considerablemente complejo al que le caben muchas más dimensiones que la de un interesante villano, sirviendo además, como un notable contraste y contrapartida de Rey. Bien vale destacar la última aparición de Carrie Fisher como Leia Organa, razón más que suficiente para emocionar, en una particular escena que será recordada como uno de los momentos más sublimes e intensos de la saga. Claro que en Star Wars: The Last Jedi sobrevuelan conceptos recurrentes de la franquicia como el melodrama familiar de los Skywalker, los rebeldes, el Imperio, el enfrentamiento entre Jedi y Sith. Pero el caso es que en esta nueva entrega cada uno de estos conceptos encuentra su progresión natural, definiendo un nuevo paradigma de Star Wars que avizora un horizonte promisorio y antológico.