Sí, bueno, los dos papás de los superhéroes se agarran a las piñas. Si espera la seriedad satírica de la extraordinaria novela gráfica El regreso del Caballero Oscuro, de Frank Miller, ya debe saber que no, que de eso solo está la pelea de los dos personajes más o menos como en la historieta, y no es el evento central de la película. Si espera la ligereza de Los Vengadores, donde se pelea con alegría y profesionalismo, no, tampoco: muy solemne. Se preguntará ¿Entonces es graciosa o solemne? La respuesta es simple: ni chicha, ni limonada. Ni recuperar el dejo de sátira del asunto “gente en ropa interior que vuela” ni ahondar en las complejidades psicológicas de un forastero en tierra extraña o de un vengador traumado desde niño. Mecánicamente, filmando de manera pésima la acción (pocas veces se entiende) Zack Snyder mezcla pedacitos de El regreso..., de La muerte de Superman, y de otros cientos de comic-books más o menos conocidos, no sin evitar, cada tanto, explicarnos qué pasa. Tal es la torpeza que, por ejemplo, incluye una secuencia de cinco minutos que parece ambientarse en el futuro y que “solo es un sueño” (aunque los fans y marketineros señalan que es un “nexo” con futuras películas). En fin, nada del otro mundo: una película ilustrativa que junta personajes conocidos como para que uno diga “mirá, ahí está Fulano”, con la solemnidad de un tostón decimonónico y la enjundia narrativa de un álbum de figuritas. Levanta un poquito la última media hora, pero considere un milagro recordar las dos anteriores.