La trama de The Batman nos sitúa en el segundo año de Bruce Wayne utilizando la capa de Batman para infundir miedo en los hombres del bajo mundo de ciudad Gótica, precisamente en la semana posterior a Halloween cuando a causa de un brutal magnicidio Batman debe internarse en una investigación que más allá de llevarlo a resolver el crimen también lo lleva a conocer elementos de su pasado, la elite de ciudad Gótica e inclusive el pasado y los vínculos de sus padres que hasta ese momento desconocía. La investigación pone a trabajar a Batman y sus clásicos aliados: James Gordon (Jeffrey Wright) y Alfred Pennyworth (Andy Serkis) al mismo tiempo que cruza su camino con Selina Kyle (Zoë Kravitz), Oswald Cobblepot (Colin Farrell) y Carmine Falcone (John Turturro) en la búsqueda del verdadero responsable de los crímenes: The Riddler (Paul Dano).
«The Batman» la nueva entrega del superhéroe de ciudad Gótica llega de la mano del director Matt Reeves quien decide alejarse del tono seudo intelectual y monótono que le diera Nolan en su trilogía y de la violencia sin sentido que le imprimió Zack Snyder a la versión que nos mostró en las desastrosas versiones de «Batman vs Superman: el origen de la justicia» (Batman vs Superman: Dawn of Justice, Zack Snyder, 2016) y «La liga de la justicia» (Justice league, Zack Snyder, 2017).
Reeves le da a su película un tomo de policial negro, con ciertos tintes detectivescos que remite un poco a los cómics de «Año uno» (Batman: Year One, Frank Miller, 1987) y a la mejor versión del personaje que se ha visto en las pantallas, es decir a Batman: la serie animada (Batman: The Animated Series, 1992-1995), además el Batman de Reeves se diferencia de sus versiones anteriores debido a que no posee el enorme arsenal de gadgets que lució en entregas anteriores, Batman enfrenta a sus enemigos con poco más que sus puños, fiel a lo que era la intención de sus creadores Bill Finger y Bob Kane.
El personaje que crea Robert Pattinson si bien tiene algo de la frialdad y falta de expresión propio de la versión de Bale, le agrega un toque de potencia interpretativa en los momentos que es necesario, Batman es tan intimidante por la violencia con que emprende contra sus rivales como por su porte, si bien se ve desgarbado la altura de Pattinson lo diferencia de sus enemigos y los hace ver indefensos ante él, en un personaje que usa el miedo para imponerse ese detalle es importante.
La no utilización de gadgets o de elementos tecnológicos y su remplazo por una labor más detectivesca analógica ponen a Batman más cerca de la acción y con una actitud más proactiva. Durante casi toda película vemos a Batman hacer avanzar la trama y eso le imprime más protagonismo al personaje de James Gordon, tal y como sucede en los viejos cómics de Dennis O’Neill (Batman: Tales of the Demon, 1991).
El detalle del Batimovil no es menor ya que en esta película no es más que un vehículo, muy potente, pero vehículo al fin, ya que en otras películas esta herramienta funciona como un personaje más que suele funcionar como una suerte de Deux ex Machina. Matt Reeves juega con Batman devolviéndolo a las fuentes del cómic y al género policial, imprimiéndole mucha acción y dinamismo.
Si bien en su anterior trabajo adaptando una obra literaria a la gran pantalla Reeves se mostró como perezoso y técnicamente hizo un copy paste de la película sueca Let the Right One In (Låt den rätte komma in, Tomas Alfredson, 2008), es decir el director dijo querer construir una historia de terror inspirada en el libro de John Ajvide Lindqvist. Pero al igual que en la película sueca le amputó las partes más terroríficas del libro y la dejo reducida a una historia de amor, al igual que Alfredson hizo con su versión.
En The Batman toma elementos también de The Long Halloween (Loeb, 1997) y Hush (Loeb y Lee, 2003) pero le da su impronta, creando de esta manera una historia en la que los personajes logran desarrollarse y desarrollar sus arcos y relaciones. Tanto Falcone, como el Pingüino son personajes bien incluidos y que aportan a la trama y su desarrollo, pero el gran aporte es el de Riddler como villano principal quien es aterrador y violento desde la primera escena hasta ese final, que de alguna manera funciona de cliffhanger para lo que vendrá.
Tal vez la parte menos interesante es el tercer acto ya que se lo puede emparentar en demasía con el tercer acto de las películas de Nolan, convirtiendo a la ciudad, una vez más como objeto de una venganza personal. Una vez más se utiliza el caos y la violencia hacia las masas como medio para lograr cubrir la incapacidad de crear un final íntimo en el cual los protagonistas completen su arco sin recurrir a la espectacularidad.
En el aspecto visual Greig Fraser, director de fotografía trabaja en la construcción de un marco espectacular en cual los colores y las sombras son herramientas de la narración. Tanto los diseños de vestuario como de producción a cargo de James Chinlund y David Crossman, respectivamente, logran llevarnos a una estructura de policial negro con toques de steam punk. La música de Michael Giacchino es omnipresente y por su potencia gran generadora de climas.
La decisión de introducir una voz en off profundiza de alguna manera el tono de film noir que intenta darle el director y si bien la mayoría de las veces que este recurso se utiliza es molesta en esta película es un acierto que nos ubica en esa búsqueda de las fuentes del personaje
Matt Reeves logra renovar a Batman desde la apuesta visual y desde la elección del elenco, el cual entrega un gran trabajo en cada uno de sus personajes, pero sigue siendo la misma historia del hombre millonario que sale a golpear a la clase baja de ciudad Gótica para proteger los intereses de la elite, lo cual es la esencia del personaje y por lo cual no se lo puede culpar al director por lo rancio reaccionario del personaje. Reeves entrega una buena película, sin pretensiones, dinámica y muy interesante que a pesar de una duración de casi tres horas no permite distracciones y es más que satisfactoria.