El héroe más atormentado de DC Comics una vez más tiene su versión en el cine con Batman, un nuevo comienzo con Robert Pattinson como protagonista a las ordenes de Matt Reeves en una extensa película en clave de policial negro que llega a los cines este jueves.
Tim Burton había sido el encargado de instalar la versión moderna del oscuro interior del personaje en un universo decadente con Batman (1989) y Batman vuelve (1992), como parte de una tetralogía que se completó con las olvidables Batman eternamente (1995) y Batman y Robin (1997) a cargo de Joel Schumacher.
La actualización del torturado personaje llegó con el nuevo siglo de la mano del director británico Christopher Nolan a través de Batman inicia (2005), Batman: El caballero de la noche (2008) y Batman: El caballero de la noche asciende (2012), con lo que parecía clausurada la posibilidad de agregar más oscuridad al protagonista.
Sin embargo Matt Reeves (Confrontación y La guerra, ambas de la saga de El planeta de los simios; Cloverfield: Monstruo) se interna aun más en las tinieblas con recursos y elecciones que poco tienen que ver con el universo de los superhéroes. Atormentados o no. Un policial negro para un personaje por definición oscuro, un maridaje que funciona, de manera ardua, pero que funciona.
El filme tiene como referencia “Batman: Year One” (“Batman: Año uno”, 1987), la novela gráfica de Frank Miller y David Mazzucchelli que describe los comienzos del temprano huérfano millonario Bruce Wayne, que ya adulto se convierte en el guardián de Ciudad Gótica y la colaboración que establece con el incorruptible “comisionado” James Gordon para combatir el crimen.
La unión de un policía honesto y el “justiciero” que opera por la libre le da el tono a la película, un policial despiadado -es inevitable recordar Pecados capitales de David Fincher– en toda la regla, centrado en la investigación para encontrar al responsable de una serie de cruentos homicidios a personalidades del poder corrupto que empuja a la ciudad hacia el abismo.
La elección de Robert Pattinson como un Wayne quebrado por el dolor -en plan Kurt Cobain acompañado por el tema de “Something in the Way” de Nirvana-, parece ser una decisión insuperable en tanto el otrora protagonista del combo Crepúsculo viene edificando una carrera en base a sufrientes personajes; mientras que Jeffrey Wright es dueño de una cantidad de recursos interpretativos que incluyen una concentración obsesiva, imprescindible para dar vida al comisionado Gordon.
Al perfil de los protagonistas se le suma el de El Acertijo en la piel de Paul Dano, otro especialista en personajes pasados de revoluciones, pero sobre todo la incipiente Gatúbela (buen trabajo de la magnética Zoë Kravitz), víctima en su infancia y con su propia agenda de venganza, que sin los recursos de la patricia familia Wayne, no tuvo otra opción que acercarse al mundo de la delincuencia para sobrevivir.
La película además incorpora a Carmine Falcone (John Turturro), un mafioso que regentea un club nocturno que representa la degradación de los poderosos y, claro, un apenas esbozado Pingüino desde la composición de Colin Farrell detrás de una tonelada de maquillaje.
Se trata del año uno. Ni el cero -cuando el niño Wayne presenció el asesinato de sus padres-, ni el período de un Batman con todos sus atributos, contradicciones y en pleno uso de la conocida parafernalia tecnológica que mostró en todas sus versiones anteriores.
El formato de la era de oro de las series televisivas que suman capítulos para diseñar en detalle lo que quieren retratar, es tomado por Reeves de manera astuta, como si comprimiera varios “capítulos” en las casi tres horas de relato que se hacen necesarias para asentar de manera sólida el comienzo de la nueva saga y también, llegar a la diferenciación del resto de las películas que la preceden.
La historia es un “coming-of-age”, la formación de algo así como un proto Batman que está aprendiendo a serlo y sobre todo, a encontrar un objetivo mayor, despegado o mejor, que no solo incluya su tragedia personal.
La inevitabilidad de la personalidad de Bruce Wayne tiene que ver con el contexto. Mientras que en Guasón de Todd Phillips, que por supuesto forma parte del mundo del hombre murciélago, el tema era un sistema social en retirada como consecuencia del individualismo indiferente a los padeceres de la gente, en esta Batman se plantea que la política es la herramienta del cambio y si está contaminada por sus manejos turbios con el poder judicial, se desmorona todo el sistema, un contrato cívico roto.
Es ahí donde el personaje que tiene como única motivación la venganza por la muerte de sus padres entiende su rol mesiánico-político, en tanto sus acciones por la Justicia con mayúscula lo ubican como un actor decisivo en lo que entiende, deberá ser la necesaria reconstrucción moral para que se vuelva a general la confianza en la política como razonable administradora de las relaciones de poder.
Como suele ocurrir con las películas que desbordan los límites del cine, Batman probablemente tenga el éxito de taquilla asegurado, incluso con su solemnidad sin respiro y una extensión que prescinde de la acción espectacular. Con el tiempo habrá que ver si los oscurísimos cimientos de esta nueva saga serán suficientes para mantener el interés por un personaje fascinante al que por la necesidades de la industria, se le sigue buscando y agregando aristas atractivas.
BATMAN
The Batman. Estados Unidos, 2022.
Dirección: Matt Reeves. Intérpretes: Robert Pattinson, Zoë Kravitz, Jeffrey Wright, Paul Dano, Colin Farrell, John Turturro, Andy Serkis y Peter Sarsgaard. Guion: Matt Reeves y Peter Craig, basado en los personajes de Bob Kane y Bill Finger. Fotografría: Greig Fraser. Música: Michael Giacchino. Edición: William Hoy y Tyler Nelson. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 175 minutos.
Publicado originalmente por el autor en Télam.