La mayor virtud del nuevo trabajo de Matt Reeves (El planeta de los simios) reside en el esfuerzo de acercar a Batman a sus orígenes policiales con el fin de aportar una representación diferente de las historias del héroe.
Un dato que no es menor si se tiene en cuenta la extensa filmografía del personaje, tanto en propuestas live action como en la animación, donde este perfil del justiciero no tenía precedentes. Será muy interesante ver en las próximas semanas como la recibe el público general que no consume historietas y todavía no se desapegó de la trilogía de Christopher Nolan.
Esta producción se desarrolla en un universo de ficción independiente que tiene un enorme potencial para brindar futuras entregas con estos personajes en la plataforma HBO Max, donde se quitaría de encima las restricciones que demanda la calificación PG-13.
En esta versión para cines esa oscuridad temática que intenta plasmar Reeves se ve afectada por el hecho de tener que ofrecer una espectáculo que pueda ser consumido por chicos de 14 años. Pese a todo a hay varias cuestiones positivas para destacar.
En principio el tono del film busca evocar la saga de cómics de mediados de los años ´90 que realizaron Jeph Loeb y Tim Sale, donde primaba el género policial sobre la fantasía. Hace poco DC hizo lo mismo con la adaptación animada de The Long Halloween, una historia que también es homenajeada por Reeves en esta película.
El perfil Neo-noir que abraza el conflicto, con una influencia demasiado obvia del cine de David Fincher, tiene un peso importante y los procedimientos policiales adquieren una notoriedad que no tenían antecedentes en las producciones previas de Batman.
Una de las grandes novedades de la película es que restaura en términos visuales la Gotham comiquera que había brillado por su ausencia en la saga de Nolan, debido su obsesión demente con el realismo. Gracias a una estupenda e inspirada labor del director de fotografía Greig Fraser se puede disfrutar otra vez esa localidad lúgubre, sucia y peligrosa que Reeves convierte en un personaje más de la trama.
Desde los aspectos técnicos no se le puede objetar nada y recupera el espíritu de la historieta que se había perdido en la saga previa. En materia de acción si bien para mi gusto se queda un poco corta (sobre todo al tener una duración de 176 minutos) cuenta al menos con algunas secuencias formidables. Sobresale especialmente el afectuoso homenaje que le rinde el director a Peter Yates (Bullit), el cineasta que revolucionó la manera de filmar las persecuciones automovilísticas en los años ´70.
El Batimóvil que en este caso es representado a través de un muscle car Dodge Charge protagoniza una secuencia sublime (la mejor de la película) donde se reverencia el cine de acción de la vieja escuela.
Dentro del reparto Paul Dano le restaura la dignidad perdida al Acertijo con una interesante representación moderna del villano mientras que un irreconocible Colin Farrell sorprende con la encarnación más fiel del Pinguino que se registró hasta la fecha.
Sin embargo es Zoe Kravitz, por lejos lo mejor del film, quien se roba esta producción con una carismática interpretación de Gatúbela, que abre la oportunidad dorada e irrepetible para que la antiheroína finalmente tenga la película que se merece.
El problema es que esta encarnación del personaje con las limitaciones de la calificación PG-13 tendría los mismos inconvenientes que Black Widow. No obstante, Reeves aporta una gran introducción de Selina Kyle que debería continuar en la plataforma de streaming. En cuanto a Robert Pattinson, su labor como Batman representa uno de los aspectos más decepcionantes del film.
Si tenemos en cuenta la enorme evolución que tuvo el actor en los últimos años se esperaba mucho más de su trabajo que se siente limitado, como si le hubieran restringido la posibilidad de componer un personaje. Su versión de Batman termina siendo sosa y aburrida y más allá de mostrarlo como un ser miserable y atormentado que vio demasiadas veces El gabinete del Doctor Caligari, la interpretación que ofrece carece de matices.
La dualidad entre el justiciero y Bruce Wayne directamente no existe porque el rol se desenvuelve con el mismo rostro inexpresivo en todas sus apariciones. Sí, Batman es violento y reparte muchas piñas como un hooligan inglés, pero dentro del reparto que presenta la historia termina siendo el personaje menos interesante. Inclusive la relación con Alfred nunca se llega a explorar y queda limitada a una participación fugaz de Andy Serkis en el rol del mayordomo.
Otra debilidad notable del film es su inexplicable duración de casi tres horas que no tiene razón de ser para el conflicto que se presenta y se justifica por el simple hecho que el justiciero de Gotham tiene un tratamiento especial en Warner y DC. Si se trataba de cualquier otro personaje de la misma franquicia le hubieran editado los 40 minutos que le sobran al metraje de esta propuesta, que por momentos encuentra algunos baches narrativos.
Si bien nunca llega a ser aburrida hacia el final se vuelve un poco pesada al estirar demasiado la llegada del clímax. En la intención de introducir tantos personajes y subtramas (con el fin comercial de vender futuras continuaciones) el misterio policial se alarga más de lo necesario. Salvo por esas mínimas objeciones después el balance es más que positivo.
En lo personal no me voló la cabeza ni creo que sea el Santo Grial del cine de superhéroes, sin embargo la nueva Batman le aporta a la sufrida franquicia de DC la oportunidad de construir a futuro una saga interesante con el universo de ficción que se introduce en este relato.