Sed de venganza, búsqueda de justicia…¿es este Batman la cura que Ciudad Gótica necesita o simplemente su enfermedad? Se abre una nueva perspectiva sobre un enorme personaje de la historia del cine. Se trata de uno de los superhéroes más veces adaptado (desde “Batman”, dirigido por Leslie H. Martinson en 1966 a “Batman v Superman: El Origen de la Justicia”, de Zack Snyder, en 2016). A lo largo de un arco que abraza seis décadas, la capa más codiciada ha pasado de un actor a otro, de modo incesante. Es hoy el debutante Robert Pattinson quien ofrece el gesto más oscuro y lleno de ira. El film se emplaza en una urbe corrupta y decadente, donde la esperanza no parece tener intenciones de regresar. Valiéndose de un reparto variopinto (Zoe Kravitz, John Turturro, Colin Farrell, Paul Dano), en excesivo metraje de tres horas, ofrece retazos de neo noir, que nos ilustran acerca de la querencia que tiene Reeves por el cine negro contemporáneo. En los pliegues del traje de Bruce Wayne se filtra la auténtica raíz del misterio: ‘Batman año dos’ abre la puerta a un personaje tratando de convertirse en el héroe que se requiere. Coescrita por el propio Reeves (“Cloverfield”, “Let me In”) y Peter Craig (“The Town” y “Blood Father”), se denota cierta influencia de la ambientación lúgubre más característica de David Fincher, para una sucesión de infinitas noches en donde no deja de llover. La brillante fotografía de Greg Fraser (“Dune”, Mátalos Suavemente”) captura el halo de omnipresente fatalidad. “The Batman” está lejos de las maravillas narrativas góticas de Tim Burton (de 1989 y 1992, respectivamente), pero ofrece momentos de sinfonía visual para puro deleite esteta. Suena Nirvana y el superhéroe favorito surca la gran pantalla. Es un regalo para los sentidos.