Quise tomarme unos días para reflexionar sobre «The Batman», porque realmente en todo el mundo han corrido ríos de tinta (digital y física) sobre el cambio del personaje central (sale Ben Affleck, entra Robert Pattinson) y la propuesta del talentoso Matt Reeves para relanzar al clásico personaje de DC. Y lo primero que creo importante decir, es que esta versión del encapuchado héroe tiene que leerse también en contexto.
Es decir, Marvel luego de la pandemia afila sus garras y cuenta sus cuantiosas ganancias con la tercera entrega de SpiderMan mientras se prepara a facturar de lo lindo con más de Doctor Strange, abriendo las puertas cinematográficas de un multiverso, donde todo puede suceder. Entretanto, en las oficinas de Warner y DC parece haberse tomado una difícil decisión, que es no caer en los enfoques clásicos para sus personajes insignia, sino en ofrecer una variedad conceptual, que pueda acortar las diferencias con la trayectoria fílmica que viene desarrollando su gran rival.
¿Qué quiero decir con esto? Siento que «The Batman» intenta, primeramente, no parecerse demasiado a lo que ya conocemos (aunque mantiene el encuadre histórico del personaje), sino que explora la veta del impacto siniestro, presente en títulos como «The Joker». Es decir, hay suspenso, dolor, angustia, incertidumbre, oscuridad. Todo, enmarcado en un concepto que parece alinearse a los cánones del «film noir». Asesino(s) dementes, pistas intrigantes, asesinatos y tarea detectivesca. Por ahí va esta propuesta de Reeves. Lo cual, nos hace preguntarnos cómo reaccionará el público, porque este superhéroe tampoco parece a priori captar el interés de la audiencia juvenil.
Dicho esto, creo que DC intenta algo distinto por acá. No pelear «golpe por golpe» sino probar con una producción más cruda, áspera y hasta en cierta manera, más personal. El director parece que se ha preocupado mucho en instalar una Ciudad Gótica infernalmente oscura y poner en el centro de la escena a un actor a quien el rol, quizás no lo favorezca, como Robert Pattinson. Quiero decir en su defensa, que me gusta como intérprete (en «Tenet» me encantó, por ejemplo), pero aquí lo tenemos recreando parte de lo peor de su repertorio: caras apagadas y enigmáticas, aire lacónico, escaso lenguaje corporal. Claro, Bruce Wayne es un tipo conflictuado. Era una tentación no usar lo que hay en el repositorio…
Más allá de eso, hay que decir que este Batman tiene un cast muy interesante, pero ninguno descolla y eso que cada uno tiene suficiente espacio para hacerlo, dada la extensión de la peli. Reeves esquiva lo fácil y busca lo complejo: equilibrar la oscuridad (la fotografía me desconcertó, realmente) interna con la externa y dar continuidad a una trama más de suspenso que de acción y aventura.
Dicho todo esto, no hay demasiado que pueda agregar a lo que puede decirse sin spoilear. En este nuevo «reboot» de Batman hay lugar para villanos que ya conocemos (fatal Colin Farrell!!, un poco mejor Paul Dano), romances imposibles (Zoe Kravitz en el rol de Gatúbela) y fuerzas amistosas y del orden reconocibles (Jeffrey Wright -que vuelva Westworld pronto!!- y Andy Serkis, a reglamento). El despliegue visual no es como quizás el que esperan (sigo diciendo que lo de Christopher Nolan en su trilogía es insuperable en este aspecto) y se agradecen algunas coreografías de combate novedosas, junto con cierta fría ironía a la hora de reflexionar sobre el sentido de la honestidad, puesto a prueba a cada momento.
En líneas generales, considero que es un intento de hacer algo nuevo y eso es valioso. Se ve mucho esfuerzo de producción en todos los campos (la soundtrack es mortal) y eso, como espectador, se agradece. Sabemos que al público adulto le va a gustar.
«The Batman» ofrece una nueva visión a un héroe del que sabemos todo (y eso le quita margen a las historias para evolucionar) y provee entretenimiento a la altura de una blockbuster importante. La próxima, por favor, mejoren la iluminación y revisen cómo editan para pantalla ancha porque seguramente, eso se puede mejorar.