Batman

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Si no estuviera en los títulos el director de la película, Matt Reeves, cualquier espectador creería que esta nueva versión de Batman fue dirigida por David Fincher. Así como la película de Christopher Nolan El caballero de la noche estaba inspirada en Fuego contra fuego de Michael Mann, aquí la referencia estética central gira en torno a Pecados capitales (Seven, 1995) y Zodiaco (2007). Es cierto que hay algunas ideas tomadas de Cloverfield (2008) el primer largometraje de alto impacto que dirigió, pero la luz, los decorados, el tono y el guión son sacados de los títulos de David Fincher recién mencionados.

Cada época tiene su Batman y esta no podía ser la excepción. Aunque hay muchos elementos discutibles, la misión de crear una nueva versión del personaje está lograda. Se copia de Fincher, sí, pero no de las películas anteriores. Por supuesto tiene un momento para homenajear a la versión de la década del sesenta, la verdaderamente responsable de la fama mundial del personaje. Acá la historia es una policial y Batman es, durante gran parte de la trama, un detective de policial negro. Sí, con su traje, pero sin hacer abuso de aparatos sofisticados ni elementos de gran tecnología. Los dos o tres gadgets que aparecen lo hacen con cierto tono verosímil que confirman su condición de detective más que de superhéroe. Como buen investigador de film noir, él no es un policía ni está a cargo de la investigación policial. Ciudad Gótica está en su punto más alto de corrupción y el villano es un asesino serial que dice combatir dicha corrupción.

Los trajes son más reales, el Batimovil es más realista también. Nada de lo que se ve es bello, todos los objetos, las locaciones, la ciudad, el vestuario, todo parece deteriorado, viejo, oscuro, pero a la vez muy potente. La fotografía permite apreciar las texturas, captar los matices más sutiles del traje del protagonista que ya no es brillante, incluso la máscara de cuero se ve mucho más real. No hay ni un solo instante en la trama dedicado a los artefactos del protagonista ni a su creación. Cualquier atisbo de ligereza, simpatía o humor ha sido erradicado de este film. Batman no es oscuro, es triste. Pero esto no le impide estar regido por sus obsesiones habituales y su deseo de hacer el bien. Es un Batman bajado a tierra, como se ve en una de las escenas más importantes de la película y que termina definiendo sus ideas. Este Batman no habita en las alturas de los seres superiores, este personaje se embarra. Tampoco Bruce Wayne tiene vida social ni dice cosas divertidas. La película le huye a la diversión, su condición de culposa le impide ser divertida. No es otra cosa más que la extensión de la psicología de su protagonista.

El Batman de Robert Pattinson es un Batman emo. El pelo teñido de negro y su peinado más el tener pintado de negro sus ojos (algo que casi todos los Batman tuvieron, pero acá se hace explícito) y parecerse mucho al sonámbulo Cesare (Conrad Veidt) de la película El gabinete del Doctor Caligari (1920). La exploración de su propio pasado lo obsesiona más que a cualquier otra versión que se haya hecho antes. Los fans del comic están bastante conforme, pero los fanáticos del cine se encontrarán con un personaje que necesita evolucionar y crecer si quiere seguir teniendo más aventuras. El resto del elenco está bien, excepto Colin Farrell como El pingüino, enterrado en tal cantidad de maquillaje que no hay motivo alguno para que lo hayan elegido a él. Ciudad Gótica tiene aspectos reales, pero a la vez tiene imágenes más artificiales que las venía usando Christopher Nolan para su trilogía.

Las dos horas cincuenta y cinco minutos que dura la película difícilmente sean justificadas. La hora inicial es inesperadamente aburrida y luego sí va encontrando su forma. Tiene algunas escenas memorables y originales, como por ejemplo la persecución en plena noche. La relación entre Batman y Gatúbela está bien y es interesante. Después los temas son más ambiguos. El villano es un resentido social insufrible al que la trama parece darle la razón pero finalmente no. Aun así, si tuviéramos que definir qué es lo que marca la época en que fue hecha la película, sin duda es su rechazo por la belleza y su culpa por tener entre manos a un héroe brillante, valiente, fuerte y millonario. Es el Batman que inicia hoy su recorrido, es muy posible que mejore y se termine de desarrollar sus posibilidades. Por ahora está por detrás de los mejores.