Después de los primeros minutos, uno quiere creer que lo que está viendo es una especie de parodia del cine imbécil e hipertrofiado de Michael Bay. Es que en Batalla naval están todos los tics del director de La roca: música estridente que irrumpe sin miramientos (rock, más que nada); banderas norteamericanas que flamean por todos lados; glorificación de la disciplina militar y los códigos de los soldados; construcción de lo extranjero como amenaza que debe ser erradicada con fuego; culto a la tecnología de punta. Algunos excesos, como el hecho de que uno de los barcos tenga nombre de músico de blues (John Paul Jones) indicaban que lo de Peter Berg podía llegar a ser un desmonte humorístico del cine-a-lo-Bay, una suerte de Top Gun de nuestros tiempos; pero no, lo suyo es apenas una lectura tradicional con algunos salpicones paródicos del universo deleznable del realizador de Transformers.
Sería aburrido señalar los motivos obvios por los que Batalla naval resulta una película patriotera y aleccionadora. Mejor digamos que la historia y el tratamiento del director Peter Berg hacen que todo se derrumbe por sí mismo: la presencia de un almirante japonés (el gran Tadanobu Asano) y de una negra estereotípica (Rihanna) no alcanza a sumarle diversidad a la fuerza militar estadounidense que, claro, ocupa el lugar de salvaguarda del planeta; el cambio del protagonista, que pasa de la ignorancia y el desinterés a la supuesta toma de conciencia, igual revela algo que al guión parece escapársele: el miserable de Alex solamente encuentra su lugar en el mundo al mando de un barco de guerra que utiliza como si fuera su chiche personal, más o menos; el aislamiento que sufre la flota americana por culpa de los aliens bien podría solucionarse pidiendo ayuda a otros países (así, el conflicto principal resulta estúpido); el notable parecido de los extraterrestres con los humanos da un poco de miedo porque el que aparece como invasor y peligro ya no es un bicho baboso y de muchas patas sino una criatura muy parecida a nosotros: el cine norteamericano (el malo, por lo menos) cada vez tiene menos imaginación a la hora de pensar en un otro distinto. Encima, la escena en la que aparece la batalla naval propiamente dicha (la película está “basada” en la edición de Hasbro) ¡no respeta las reglas del juego porque los barcos se mueven! (Al menos por estas pampas, los barquitos están siempre quietos).
Fuera de las actuaciones de Asano y Liam Neeson (ellos solos salvan una buena cantidad de escenas), de algunos buenos efectos visuales (las naves alienígenas son impactantes) y de una trama bastante entretenida (uno espera que Alex la pifie y que vuele toda la flota por los aires), Batalla naval es casi otro exponente horrible del cine al estilo Michael Bay.