Nos hundimos, capitán.
Hacer una adaptación nunca es un trabajo fácil. Además del esfuerzo por realizar una buena historia, se suma el peso de complacer a una audiencia fanática preexistente, así como de saber trasladar el espíritu del material original a un nuevo medio. Habiendo dicho eso, hay algunas propiedades que no tienen lo suficiente para poder pasar a la pantalla grande, y un ejemplo de esto es Battleship: Batalla naval, film basado en el juego de mesa del mismo nombre.
Primero, veamos de que se trata. Alex Hopper (Taylor Kitsch) es un rebelde indisciplinado, que se une a la Marina para satisfacer a su hermano mayor (Alexander Skarsgård) e impresionar a Samantha (Brooklyn Decker). Varios años después de enrolarse, Hopper es un teniente a bordo del barco destructor USS John Paul Jones, pero sus problemas de conducta causan que el almirante Shane (Liam Neeson), padre de Samantha, lo quiera expulsar del servicio.
Igualmente, eso deja de importar cuando, durante un evento de ejercicios marítimos realizado en Hawaii, varios cruceros se encuentran con un enorme objeto desconocido en el medio del agua. Tras investigar la anormalidad, el objeto revela ser una gigantesca nave alienígena, que procede a poner un escudo impenetrable alrededor de la isla, y atacar ferozmente a las pocas embarcaciones que se quedaron dentro del área.
Resulta que, tras un mensaje enviado al espacio por parte de NASA, un planeta lejano con formas de vida ha decidido invadir el planeta, por lo cual enviaron algunas naves en forma de prueba. Con casi todos los navíos dentro de la zona destruidos, y sin oportunidad de comunicarse al exterior, la única oportunidad de la raza humana reside en Hopper, quien asume el control del USS John Paul Jones. Ahora, él tendrá que encontrar su potencial para derrotar a la amenaza extraterrestre antes de que la invasión masiva sea inevitable.
Al ver esta película, es imposible no pensar en Día de la Independencia o en la saga de Transformers, más precisamente, en el estilo del realizador Michael Bay. Si bien esta producción es dirigida por Peter Berg (el mismo de Hancock), podemos encontrar muchas coincidencias entre los films: la acción pasada en su frenetismo, la historia predecible y clicheada que se extiende demasiado, el patriotismo aplastante, los personajes que solo sirven para una función específica (vease “novia escultural sonriendo en pocas ropas” o “nerd que explica todo lo que anda pasando”). Incluso algunos de los diseños alienígenas, que a pesar de poseer excelentes efectos especiales, se ven y suenan directamente como Decepticons, lo que confunde un poco.
A todo esto, es difícil entender por qué decidieron adaptar Batalla Naval (aparte del reconocimiento del producto y el aumento de las ventas para Hasbro). Incluir aliens en la mezcla ya suena bastante desconcertante, aparte de que la forma de meter el juego dentro de la trama es bastante forzada y sin sentido. A veces, pareciera que los realizadores se dan cuenta de la clase de película que están haciendo (como en una divertida escena involucrando veteranos y un acorazado de la Segunda Guerra Mundial), pero por desgracia, la mayoría del tiempo todo se toma de forma seria, como si esto fuera Rescatando al soldado Ryan.
A la hora de las actuaciones, hay de todo tipo. Taylor Kitsch, saliendo de John Carter para interpretar al vago que de la nada se vuelve un héroe estratega, es decente en su rol principal. No corren con la misma suerte Brooklyn Decker y Alexander Skarsgård, que no ayudan a esconder la flaqueza de sus personajes. Mientras tanto, Tadanobu Asano y Hamish Linklater sacan un par de risas como un oficial japonés y un científico hawaiano. Por último, hay que advertirle al que vaya a ver esta película por Rihanna o Liam Neeson, que sus roles son muy breves: la cantante pop tiene un rol muy secundario, mientras que el actor aparece menos de 10 minutos, desapareciendo casi completamente del film después de la primera media hora.
En resumen, Battleship: Batalla naval cumple con las expectativas de los que busquen luchas explosivas y destacables efectos especiales, pero aquellos que quieran ver otra cosa aparte de la misma historia de siempre van a salir bastante decepcionados. Una última nota: quedense después de los créditos, si quieren ver un indicio de una posible secuela. Esperemos que la próxima vez, alguien diga “hundiste mi acorazado”.